El momento, la frecuencia y la intensidad con que se pastorea o corta una pastura, tienen influencia sobre su productividad, composición y longevidad.-
Una pradera permanente mixta está compuesta por distintas especies que difieren en hábito de crecimiento, período productivo, exigencias nutritivas, reacción al diente o al corte, longevidad, etc. Por consiguiente, el manejo de la pradera debe tender a mantener un equilibrio entre los componentes, evitando la predominancia de unas especies sobre otras, de modo tal de lograr el mayor aprovechamiento de la pastura prolongando al máximo posible su vida útil.
Las normas que se indican son de aplicación general y habrán de ajustarse según las circunstancias de cada caso en particular.
Pastoreo inicial de la Pradera
Las plántulas de las especies perennes dedican sus primeros esfuerzos a la formación de un vigoroso sistema radicular. Completada esta etapa, recién comienza el crecimiento aéreo, el que adquiere intenso ritmo cuando se aproxima la primavera, continuando el desarrollo del sistema radicular. El pastoreo inicial debe efectuarse una vez que las plantas se encuentren bien arraigadas y desarrollándose vigorosamente. Para una pradera de siembra otoñal (mediados de marzo a mediados de abril), dichas condiciones se dan en la región pampeana húmeda entre los 120 y 150 días de la siembra aproximadamente; en inviernos suaves y húmedos el desarrollo se anticipa y en los fríos secos se retrasa. También incide la latitud del lugar, adelantándose en el norte y retrasándose en el sur.
En lo posible el primer pastoreo debe de ser efectuado con animales livianos como terneros, novillitos, etc. La carga se regulará como para agotar el forraje existente en un término de 72 a 96 horas (3 a 4 días). No se deberá comer la pastura por debajo de los
7-8 cm.
La idea que con este pastoreo se logre:
1. Dar una mayor compactación al terreno que favorecerá el mejor arraigue de las plantas.
2. Destruir muchas malezas anuales invernales y primaverales, bien sea con el diente
o con el pisoteo de los animales.
3. Poner a disposición de las plantas jóvenes, en el nivel superior del terreno, gran cantidad de elementos fertilizantes contenidos en la orina y deyecciones.
4. Provocar la brotación de un mayor número de yemas y la emisión de nuevos macollos.
5. Mantener el equilibrio en la composición de la pradera, al permitir que aquellas especies de desarrollo más lento tengan acceso a la luz.
No se deberá iniciar este pastoreo si el terreno se encuentra blando por exceso de humedad.
Las normas que se indican son de aplicación general y habrán de ajustarse según las circunstancias de cada caso en particular.
Pastoreo inicial de la Pradera
Las plántulas de las especies perennes dedican sus primeros esfuerzos a la formación de un vigoroso sistema radicular. Completada esta etapa, recién comienza el crecimiento aéreo, el que adquiere intenso ritmo cuando se aproxima la primavera, continuando el desarrollo del sistema radicular. El pastoreo inicial debe efectuarse una vez que las plantas se encuentren bien arraigadas y desarrollándose vigorosamente. Para una pradera de siembra otoñal (mediados de marzo a mediados de abril), dichas condiciones se dan en la región pampeana húmeda entre los 120 y 150 días de la siembra aproximadamente; en inviernos suaves y húmedos el desarrollo se anticipa y en los fríos secos se retrasa. También incide la latitud del lugar, adelantándose en el norte y retrasándose en el sur.
En lo posible el primer pastoreo debe de ser efectuado con animales livianos como terneros, novillitos, etc. La carga se regulará como para agotar el forraje existente en un término de 72 a 96 horas (3 a 4 días). No se deberá comer la pastura por debajo de los
7-8 cm.
La idea que con este pastoreo se logre:
1. Dar una mayor compactación al terreno que favorecerá el mejor arraigue de las plantas.
2. Destruir muchas malezas anuales invernales y primaverales, bien sea con el diente
o con el pisoteo de los animales.
3. Poner a disposición de las plantas jóvenes, en el nivel superior del terreno, gran cantidad de elementos fertilizantes contenidos en la orina y deyecciones.
4. Provocar la brotación de un mayor número de yemas y la emisión de nuevos macollos.
5. Mantener el equilibrio en la composición de la pradera, al permitir que aquellas especies de desarrollo más lento tengan acceso a la luz.
No se deberá iniciar este pastoreo si el terreno se encuentra blando por exceso de humedad.
Puede darse la circunstancia que la invasión de malezas conspire contra el buen desarrollo de las plantas jóvenes antes que la pastura esté suficientemente arraigada como para efectuar el pastoreo inicial, o que luego de realizado éste, aquéllas no hayan sido debidamente controladas. En esos casos convendrá aplicar un herbicida selectivo que no afecte a las leguminosas, debiéndose aplicar cuando la cobertura del suelo sea total.
Manejo posterior de la Pradera El manejo de la pradera debe procurar el mejor aprovechamiento del forraje producido, conservando el equilibrio entre las especies componentes de la pradera y prolongando su vida útil.
En zonas húmedas y sobre pasturas permanentes mixtas, pueden aplicarse distintos sistemas de manejo; los más comunes son:
a) Pastoreo continuo.
b) Pastoreo rotativo.
c) Pastoreo en franjas.
d) Pastoreo mecánico o “soiling”.
a) Pastoreo continuo
Constituye la forma menos perfecta de aprovechamiento de una pastura. En este sistema, cada uno de los animales que pastorean en un lote tiene a su disposición una gran superficie de pradera, por lo que, hasta agotar el forraje, transcurre un largo lapso. Las plantas comidas rebrotan con el animal presente.
Dada la libertad con que el animal puede pastorear, come selectivamente, caminando
mucho en busca de las plantas de su apetencia y sobre cuyo rebrote vuelve hasta agotarlas.
De este modo, se desperdicia una gran cantidad de forraje por exceso de pisoteo y por
pérdida de palatabilidad, debido al envejecimiento de las plantas y a los excrementos; la
pradera se ralea rápidamente y comienzan a dominar las malezas, con el consiguiente
deterioro y merma de productividad de la pastura.
El sistema de pastoreo continuo no permite una adecuada regulación de la intensidad
del pastoreo. La selectividad del animal provoca sobrepastoreo en ciertos sectores de la
pastura, existiendo otros donde el forraje, alcanzada la madurez, permanece sin ser comido.
Además, este sistema de manejo no permite conservar, como heno o ensilado, los excesos de forraje de primavera u otoño y se hace muy difícil, por no decir imposible, el control con insecticidas de plagas como isocas y tucuras, estando el animal presente.
Además, son frecuentes los casos de empaste cuando las condiciones climáticas favorecen el rápido crecimiento de las leguminosas.
En zonas húmedas y sobre pasturas permanentes mixtas, pueden aplicarse distintos sistemas de manejo; los más comunes son:
a) Pastoreo continuo.
b) Pastoreo rotativo.
c) Pastoreo en franjas.
d) Pastoreo mecánico o “soiling”.
a) Pastoreo continuo
Constituye la forma menos perfecta de aprovechamiento de una pastura. En este sistema, cada uno de los animales que pastorean en un lote tiene a su disposición una gran superficie de pradera, por lo que, hasta agotar el forraje, transcurre un largo lapso. Las plantas comidas rebrotan con el animal presente.
Dada la libertad con que el animal puede pastorear, come selectivamente, caminando
mucho en busca de las plantas de su apetencia y sobre cuyo rebrote vuelve hasta agotarlas.
De este modo, se desperdicia una gran cantidad de forraje por exceso de pisoteo y por
pérdida de palatabilidad, debido al envejecimiento de las plantas y a los excrementos; la
pradera se ralea rápidamente y comienzan a dominar las malezas, con el consiguiente
deterioro y merma de productividad de la pastura.
El sistema de pastoreo continuo no permite una adecuada regulación de la intensidad
del pastoreo. La selectividad del animal provoca sobrepastoreo en ciertos sectores de la
pastura, existiendo otros donde el forraje, alcanzada la madurez, permanece sin ser comido.
Además, este sistema de manejo no permite conservar, como heno o ensilado, los excesos de forraje de primavera u otoño y se hace muy difícil, por no decir imposible, el control con insecticidas de plagas como isocas y tucuras, estando el animal presente.
Además, son frecuentes los casos de empaste cuando las condiciones climáticas favorecen el rápido crecimiento de las leguminosas.
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