Por Santiago Farinati, Gerente de Marketing para BASF Chile y Perú
Chile es uno de los principales países exportadores de fruta fresca en el mundo. Esto se debe al excelente trabajo de miles de agricultores, quienes temporada tras temporada se ocupan de enviar frutas y productos de la mejor calidad.
Esta etiqueta de país exportador nos entrega un inmenso desafío y responsabilidad: trabajar con huertos sanos, libres de plagas y enfermedades y cosechar frutas con residuos que estén bajo los límites establecidos por los exigentes mercados que reciben los productos.
En el periodo del año 2008 – 2009, la uva de mesa fue la fruta con mayor exportación de nuestro país, alcanzando las 850 mil toneladas de envío, mientras que las pomáceas se presentaron en segundo lugar con 825 mil, de un total de casi 2 millones y medio de toneladas de fruta fresca exportada a los mercados que, años tras año, nos exigen calidad y sanidad. Asimismo, durante el periodo 2010-2011, aumentaron las exportaciones en más de un 7%, cumpliendo todas las expectativas, y confirmando la importancia de la uva de mesa y las pomáceas, frutas que representan más del 60% de las exportaciones totales en los mercados de siempre, como Estados Unidos, China y Europa y presentando nuevos y fuertes destinos como Latinoamérica y Medio Oriente.
Comprendiendo entonces la importancia de la uva de mesa y las pomáceas en la economía de Chile, uno de los más grandes objetivos de las grandes empresas, en cuanto al apoyo al trabajo de agricultores y productores, debe ser ayudar a minimizar los residuos fitosanitarios en las cosechas, aumentar la calidad de los productos y mejorar las condiciones de llegada a los mercados. Esto podría lograrse generando programas que entreguen herramientas para cruzar las exigentes vías de exportación, que en su mayoría son marítimas, y barreras fitosanitarias que son en general muy altas.
Los programas Pomáceas sin Fronteras y Uvas sin Fronteras, creados por la compañía BASF, en conjunto con productores y agricultores de distintas zonas de Chile, buscan que los agricultores aumenten sus índices de productividad e incrementen la calidad de su fruta, generando así nuevas oportunidades de negocio en mercados aún diversos con respecto a su exigencia en materia fitosanitaria. Los programas tienen como principal foco el manejo de enfermedades y plagas, y buscan fortalecer una solución integral a los productores, dándoles la oportunidad de tener una mayor accesibilidad a los mercados de destino y mostrar una mejor calidad en sus productos frescos.
Los programas y proyectos que se generen como métodos de apoyo a las exportaciones de fruta fresca deben ir acompañados de una política de sustentabilidad, innovación y productividad, para entregar soluciones que se adapten de la mejor manera posible a las necesidades de agricultores y productores y a las exigencias de todas las partes de la cadena, y así obtener resultados más rentables.
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