lunes, 1 de octubre de 2012


Claves para que una quinta frutihortícola tenga éxito

Algunos quinteros del cinturón hortícola se sumaron al programa Cambio Rural con el objetivo de ganar competitividad y sortear la crisis del sector. Aunque parciales, porque aún no está terminado el análisis, un ensayo de cultivo de lechuga sobre mulching con riego por goteo arrojó datos.
Los productores del cordón frutihortícola santafesino aparecen en la agenda pública cada vez que un evento climático arrasa los campos, pero poco se dice o se explica acerca de las deficiencias estructurales del sector y las posibilidades de iniciar un camino de recuperación.
La dinámica es casi siempre la misma: cae granizo en la ciudad (o una helada o lluvias superiores a la media), el noticiero busca un testimonio entre los productores e inmediatamente se hacen los cálculos de cuanto subirá la lechuga en las verdulerías. Al día siguiente la agenda es otra y en el campo todo sigue igual.
Apenas se han conseguido, por gestiones del sector, algunos insumos subsidiados que por sí solos no alcanzan para revertir una crisis en la que se combinan una creciente atomización, nula tecnificación, escaso asesoramiento, baja capacidad de mercadeo, escasez de mano de obra y altísima volatilidad de precios, factor que dificulta mucho -por ejemplo- la planificación y el acceso al crédito.
Entre los técnicos del Programa Federal de Reconversión Productiva para la Pequeña y Mediana Empresa Agropecuaria del INTA, más conocido como Cambio Rural, el diagnóstico es preciso. Por ello es que dos o tres años atrás comenzaron a contactar quinteros de la periferia capitalina hasta conformar los 5 grupos que actualmente trabajan asesorados por ingenieros agrónomos (más otros 5 en la zona de la costa, entre Santa Rosa y Helvecia). Además de las reuniones periódicas, en las que intercambian experiencias y reciben información técnica, realizan ensayos para evaluar nuevas tecnologías. El más reciente consistió en producir lechuga sobre mulching con riego por goteo y fertilización. Los resultados, aún parciales, son auspiciosos: además de un producto de mejor calidad y presentación -variables que pueden mejorar el precio de venta y la colocación- se obtuvieron rendimientos entre 22% y 64% superiores, según la variedad.
Menos y más chicos
Ariel Belavi, jefe de la Agencia de Extensión Rural del INTA en Santa Fe (radicada en Angel Gallardo), oficina que coordina el trabajo de los grupos de Cambio Rural, caracterizó la situación del sector. “Partimos de un diagnóstico que nos indica, según un relevamiento, que en los últimos años nos cambió el público objetivo; hubo un cambio en los productores, se atomizó mucho la superficie: más del 50% de los productores tiene una superficie menor a las 5 hectáreas”.
Para llegar a este punto contribuyó el comportamiento de los jornaleros bolivianos que, con el tiempo, se independizaron y fueron alquilando a otros productores que redujeron su área cultivada una porción de tierra para hacer su propia producción. “Entonces tenemos -explicó el funcionario- un gran porcentaje de productores con poca superficie, poca tecnología -algunos ni siquiera tienen tractor- y sin respaldo técnico porque la superficie nos les da para eso”.
A su vez, la “capacidad de mercadeo” es baja debido a la escasez de mano de obra, “lo que hace que el pequeño productor esté 100% dedicado a la producción y no pueda tener tiempo como para buscar alternativas comerciales”. En estos casos, no tienen otra alternativa más que vender la verdura en la puerta del campo a un comisionista que les paga un precio menor, según la situación del mercado en el momento. “Tendría que haber un sistema de precios estandarizados para saber bien cual es la diferencia entre el precio de venta en quinta y en el mercado; al regirse por la oferta y la demanda eso fluctúa todos los días, un día a lo mejor (el quintero) resigna 100% y al otro día un 20%, depende de lo que se esté vendiendo en ese momento en el mercado”.
Belavi afirma que la mayoría se maneja con comisionista, aunque creció bastante el número de productores que van a vender al mercado. También existen los productores que venden en verdulerías -para eso necesitan transporte y logística- y los verduleros que van a las quintas. “Cuanto más escalones avance en la cadena, más renta tiene; esa es la lógica”, precisó jefe de la AER, quien agregó que la extrema volatilidad de los precios incluso le impide a los técnicos trabajar con cálculos de rentabilidad para el sector.
Las estadísticas del INTA -aunque no son tan actuales- demuestran que además de reducirse la cantidad de productores se fueron achicando las parcelas. En 2001 había 297 quinteros, de los cuales la mayoría (116, el 39%) trabajaban entre 5 y 10 hectáreas y sólo 81 (el 27%) lo hacía en superficies menores a 5 hectáreas. En 2008 el total se redujo a 229 horticultores, de los cuales 130 (57%) explotaba menos de 5 hectáreas y sólo el 28% (64 productores) lo hacía en campos de entre 5 y 10 hectáreas.
Los registros también dan cuenta de una reducción de la superficie en producción. Las 3.553 hectáreas que había en 2001 se redujeron a 1.939 en 2008.
Otra realidad
La realidad en el cinturón santafesino es bien diferente a la de la costa, donde la mayoría de los 190 productores son propietarios de la tierra, se especializan en “hortalizas pesadas” y están más tecnificados. La diferencia tiene bases culturales: “en Santa Fe siempre se usó la mediería, mientras que en la costa -por las crisis del sector- se fueron especializando en cultivos específicos como maíz dulce y zanahoria que a su vez permiten una mayor tecnificación, dando respuesta al problema de mano de obra”, indicó Belavi. Por ejemplo, entre los productores de zanahoria hay sembradoras neumáticas y cosechadoras, además de pulverizadoras autopropulsadas con las que controlan malezas utilizando herbicidas, mientras en el cordón santafesino se hace en forma manual pagando jornales.
En la periferia de la ciudad la mayor siembra de cultivos de hoja responde a la demanda de la ciudad, mientras que la producción de la costa (zapallito, berenjena, maíz dulce, tomate) va hacia otros mercados. Aunque los santafesino quisieran volcarse a esas variedades “no les daría la superficie porque no podrían generar el volumen necesario para abastecer esos mercados”. La medida es “un equipo” (un camión), que mientras en la costa puede completarse en un campo o en un lavadero, en cinturón santafesino tendría que recorrer muchos campos con el costo extra que ello implica.
En tal situación la incorporación de tecnología se presenta como una posibilidad para optimizar el negocio. “Por eso apuntamos al mulching y el riego por goteo fue para disminuir el costo de mano de obra en desmalezado y riego; y también aumentar rindes con fertilización y hacer un uso más racional del agua”, explicó el titular de la AER en referencia al objetivo de los grupos de Cambio Rural.
Probar y animarse
Marcelo Bossio es el promotor asesor de uno de esos grupos de Cambio Rural, que abarca productores de Monte Vera, Chaquito y Angel Gallardo. Son 8 quinteros con superficies de entre 7 y 9 hectáreas que se integraron un año y medio atrás tratando de lograr pequeños objetivos como incorporación de tecnologías, compras de insumos en forma asociada o introducir algunos cambios en la comercialización. “Todo con la finalidad de ir subsanando los cuello de botella de los productores como la comercialización, mano de obra y oscilación de precios”, apuntó el técnico.
Aunque no es posible manejar el precio de venta, y “no es sencillo comercializar en conjunto porque hay una tradición de venta individual”, si se pueden ajustar los costos.
El ensayo de este grupo se realizó en el campo de uno de sus miembros y consistió en la siembra de tres variedades de lechuga sobre mulching con riego por goteo y fertilización. Aunque aún no arribaron a las conclusiones finales que permitan evaluar la relación costo-beneficio, los resultados productivos fueron muy positivos. La variedad mantecosa tuvo un rinde equivalente a 22.800 kg/ha, 22% superior a la media para esta época del año. La Crespa, con 24.200 kg/ha, mejoró 25% la media. Y la repollada logró 39.500 kg/ha, 64% más que lo habitual. En los tres casos la densidad equivalente fue de 68.000 plantas por hectárea.
“La idea es que sea un ensayo para que otros vean los resultados; tanto los beneficios como los inconvenientes que puede presentar la tecnología”, comentó Bossio. “Creo que todos los cambios -agregó- tienen que empezar de esta forma; comenzando a probarlo y mostrándolo y es el mismo productor el que se va a dar cuenta o no si le será útil esa tecnología”.
El grupo trabaja reuniéndose una vez al mes y el asesor visita dos veces todos los meses a cada integrante. “Se plantean las posibilidades de introducir cambios, se hacen consultas ante problemas como plagas o enfermedades”, dijo el coordinador. A diferencia de otros sistemas grupales que comparten información horizontalmente (por ejemplo los grupos CREA que presentan los números y las experiencias de su empresa a sus pares), “son más consultas hacia el asesor”.
Bossio aclaró que, como ocurre con cualquier tecnología, cuando se intenta expandir o generalizar técnicas nuevas siempre generan alguna resistencia. “Pero en la medida que la gente vea los beneficios que tiene, que apunta a mejora la calidad y disminuir costos, sobre todo en desmalezado, van a tener más interés”, se entusiasmó.

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“La capacidad de mercadeo es baja debido a la escasez de mano de obra, lo que hace que el pequeño productor esté 100% dedicado a la producción y no pueda tener tiempo como para buscar alternativas comerciales”
Ing. Agr. Ariel Belavi
Jefe AER INTA Santa Fe

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Calidad. Al minimizar el contacto con el suelo la verdura sale del campo más limpia y puede venderse mejor.
Fotos: Juan Manuel Fernández


El aporte del Estado
Mediante una labor conjunta que integra a grupos de productores, un asesor técnico privado y profesionales del INTA, Cambio Rural promueve la búsqueda de alternativas que permitan incrementar los ingresos, elevar el nivel de vida, generar nuevas fuentes de empleo, retomar el proceso de inversión y posicionarse mejor en los mercados.
El nombre formal es “Programa Federal de Reconversión Productiva para la Pequeña y Mediana Empresa Agropecuaria” y fue creado en el año 1993 por la Secretaría de Agricultura de la Nación. En la actualidad trabaja junto con 1.347 grupos y más de 13.500 pequeños y medianos emprendedores agropecuarios.
El principal objetivo es asistir al productor en la organización y gestión de su empresa, la producción, la transformación y la comercialización, con la finalidad de mejorar sus ingresos y facilitar su integración a la cadena agroalimentaria.


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Doble propósito. El plástico utilizado (mulching) es bicolor, lo que da la posibilidad de darlo vuelta para aprovecharlo del lado blanco en verano.

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Para tener en cuenta. Por las características del agua en al zona, el goteo puede endurecer el suelo y es recomendable levantarlo a los dos años para un descanso.

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