miércoles, 12 de septiembre de 2018

Alerta por la roya amarilla en trigo


CÓRDOBA.- El INTA Manfredi alertó sobre la detección del patógeno que provoca la roya amarilla en trigo. Se trata de una enfermedad que, en la medida que avanza, produce una reducción del área fotosintética y el desarrollo de raíces, lo que originaría caída en el rendimiento y merma en la calidad de los granos. En […]
CÓRDOBA.- El INTA Manfredi alertó sobre la detección del patógeno que provoca la roya amarilla en trigo. Se trata de una enfermedad que, en la medida que avanza, produce una reducción del área fotosintética y el desarrollo de raíces, lo que originaría caída en el rendimiento y merma en la calidad de los granos.
En Córdoba se implantaron 1,37 millones de hectáreas con trigo, según datos de la Bolsa de Comercio de Rosario. El informe indica que en la región semiárida de Córdoba los cultivos de trigos se encuentran en estado de macollaje, sin afecciones considerables de enfermedades.
Sin embargo, hay cultivos de triticales en estado de elongación de tallo en los que ya se detectó la “pucciniastriiformis”, el patógeno causal de la roya amarilla.
Ana Rodríguez, Guillermo Cordes y Gastón Bonetto, del INTA Manfredi, son los autores del reporte que explicó que la roya amarilla causa pérdidas en la producción y que, de mantenerse las condiciones predominantes hasta ahora, es muy probable que afecte también al trigo.
Rodríguez señaló que el patógeno es un biotrofo, es decir, que necesita de tejido vivo para desarrollarse, por lo que “siempre va a ir avanzando y produciendo reducción del área fotosintética, lo que originará que el rendimiento y la calidad de los granos, se vean afectados”.
El patógeno requiere durante su proceso de germinación e infección un rango térmico de 9 a 13 grados y para la esporulación y dispersión de esporas de 12 a 15 grados, como así también elevada humedad ambiente, días ventosos y rocíos fuertes.
Las condiciones ambientales en la zona de Manfredi no fueron las mejores para el desarrollo de los cultivares, considerando que desde junio no hubo lluvias importantes -solo algunas aisladas de dos o tres milímetros-, las temperaturas mínimas llegaron a los -9,7 grados y las máximas alcanzaron los 32 grados en agosto, con humedad mínima relativa de entre el 30% y el 50% en el mes y con vientos fuertes.
Cordes apuntó que las condiciones ambientales permitieron el desarrollo del patógeno causante de la roya amarilla, “afectando al cultivo con mayor severidad en condiciones de secano”.
Para lograr un control adecuado y que no cause daños en los cultivos, se debe identificar si el cultivar sembrado es susceptible o no a este tipo de enfermedades y, si lo fuera, hacer un monitoreo permanente para aplicar los químicos en el momento adecuado.
De acuerdo con Rodríguez, ante este problema fitopatológico y a la incidencia y severidad en cada lote, se deberán realizar aplicaciones de fungicidas antes de la fecha normal de control y prevención para frenar el avance de la enfermedad.

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