La Unión Europea está financiando un proyecto denominado PROTEIN2FOOD, coordinado por el profesor Sven-Erik Jacobsen, del Departamento de Ciencias Vegetales y Ambientales de la Universidad de Copenhague, quién está investigando los cultivos antiguos y leguminosas, para ayudar a que la agricultura moderna sea más sostenible. Los investigadores están concentrados en tres especies de alta calidad proteica: quínoa, amaranto y trigo sarraceno, así como en legumbres como las arvejas, habas y altramuces (lupino), elegidos por el potencial de rendimiento y su agradable sabor valorado por los consumidores.
PROTEIN2FOOD cuenta con socios que ya están elaborando productos alimenticios innovadores en base a los cultivos antiguos, y que están siendo evaluados sensorialmente por los consumidores, para determinar su aceptación y futura venta.
Las tendencias actuales están por una mayor diversidad de productos sostenibles, relacionados con el crecimiento de la demanda.
La quínoa se cultiva en la actualidad en más de 70 países, entre ellos, Francia, Inglaterra, Suecia, Dinamarca, Holanda e Italia. Sin embargo, la mayoría de los productores están todavía en sus países de origen como son Perú, Bolivia y Ecuador.
El profesor Pier Sandro Coconcelli, del centro de investigación en biotecnología de la Universidad Católica del Sagrado Corazón de Milán, indicó que en Europa no se producen suficientes alimentos básicos para toda la población, por lo que tienen que importar, pero quieren alimentos seguros que cumplan con sus estándares.
Para el logro de lo anterior, a través de un proyecto financiado por la UE, el profesor Cocconcelli, examinó los alimentos andinos como la quínoa, carne de llama, patatas fermentadas y chía y luego ayudó a los investigadores de las regiones andinas a mejorar la seguridad alimentaria de estos productos.
Al mejorar la inocuidad de los alimentos en las regiones andinas se abre la posibilidad de aumentar las exportaciones, al mismo tiempo que aumenta la salud e ingresos de todas las personas que trabajan en la cadena alimentaria.
“En el norte de América Latina, hay comunidades que han mejorado su calidad de vida debido a un aumento de su producción de quínoa”, dijo el profesor.
Por otro lado, como consecuencia del aumento de la demanda de Europa y Estados Unidos, se ha producido un incremento en el precio de la quínoa, lo que ha dificultado que algunas poblaciones andinas locales accedan a la cosecha.
Comentario:
Reconocer que las variedades tradicionales son un aporte para los desafíos que enfrenta la agricultura, producto de los cambios globales, tales como, nuevas plagas y enfermedades, el cambio climático, la sequía y la pérdida de biodiversidad, es algo que Chile también está haciendo. Todo ello, aporta al desarrollo de una agricultura más sustentable e inclusiva.
Por otra parte, otra línea de trabajo que se está desarrollando en Chile, es la búsqueda de propiedades nutricionales y de ingredientes activos de la biodiversidad agrícola, atributos también valorados por los consumidores.
Entre las diferentes iniciativas que se impulsan a nivel nacional, tanto desde el sector público, como académico y de la sociedad civil, se pueden destacar las siguientes:
El Ministerio de Agricultura incorpora en la Estrategia de Cambio Climático para el Sector Silvoagropecuario el desarrollo de nuevas variedades vegetales, así como el uso de variedades ancestrales o tradicionales.
Otra iniciativa es el rescate y valorización del patrimonio agroalimentario, asociado a la identidad cultural de los territorios de Chile, producidos en sistemas agrícolas sostenibles, a través de los sitios que albergan Sistemas Importantes del Patrimonio Agrícola Mundial (Sipam) y Sistemas Importantes del Patrimonio Agrícola Nacional (Sipan). Los investigadores nacionales avanzan en la identificación de propiedades de los cultivos tradicionales que permitirían diferenciarlos a través de instrumentos que entreguen valor agregado, como son las indicaciones geográficas o denominaciones de origen y de atributos nutricionales, de especies silvestres como la murtilla, el maqui, el calafate y de variedades locales como la quínoa y la papa nativa.
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