Ex Embajador de Chile en China y Director del Centro Latinoamericano de Estudios de China, Fernando Reyes, analizó temas vitales de la relación chileno-china, destacando la posibilidad de mejorar el TLC de 2005, el apetito de China por productos tan importantes como las cerezas y la palta, así como el posicionamiento de Chile en la iniciativa Un Cinturón, Una Ruta (OBOR).
En América Latina, Chile es un país pionero en sus relaciones con China. Fue el primer país de la región en consolidar las relaciones diplomáticas con China en 1970. En el 2005 se convirtió en la primera nación, no sólo para América Latina sino en todo el mundo, en firmar un acuerdo bilateral de libre comercio (TLC) con el país asiático.
Durante casi 50 años, la relación se ha basado casi exclusivamente en el comercio. Hoy en día, sólo una mercancía, el cobre, representa casi el 85% de las exportaciones totales chilenas a China. Sin embargo, las frutas también son relevantes, ya que, de acuerdo a datos de la Aduana china, durante 2016, Chile se convirtió en el primer proveedor de frutas frescas del “Gigante del Asia”.
Fernando Reyes Matta, director del Centro Latinoamericano de Estudios de China en la Universidad Andrés Bello y ex embajador de Chile en China, analizó la posibilidad de “mejorar” el acuerdo comercial de 2005, el posicionamiento de Chile en la iniciativa Un Cinturón, Una Ruta, y el apetito de China por las cerezas y paltas chilenas, durante una entrevista a medio de comunicación Diálogo Chino.
P: Chile y China han establecido numerosos “primeros” pasos incluyendo el Tratado de Libre Comercio de 2005, el siguiente paso es actualizar el acuerdo…
R: Los acuerdos que se hicieron los años 2004-5, o sea, hace más de una década, estaban vinculados a lazos económicos y a las aspiraciones de intercambio comercial de ese momento. Pero desde entonces, las circunstancias han cambiado sustancialmente, al menos en los ámbitos relacionados al comercio electrónico. Otros ámbitos son la educación, la colaboración científica, la tecnología, y también la apertura comercial a una mayor cantidad de productos que en su momento habían quedado fuera, especialmente en el área agro industrial. Concretamente, el interés de China se basa en el litio, que es un recurso abundante en Chile y por lo tanto, desempeñará un rol determinante en las industrias automotrices eléctricas del futuro.
P: El TLC de 2005, contiene escasas previsiones sobre el medioambiente. Esto ha sido muy controvertido en las relaciones de China con otros países latinoamericanos. ¿Qué es lo que se debe hacer este nuevo acuerdo para abordar este tema?
R: Cuando escribimos el primer TLC en el 2005, no existían ni los acuerdos de Paris, ni tampoco todas las dimensiones acerca de la necesidad de asumir una política medioambiental. Yo diría que la diferencia fundamental radica en que en aquel momento, tampoco China estaba posicionando el tema medioambiental como una prioridad. Hoy sí. Y es evidente que en el último congreso, por ejemplo, del partido comunista, se planteó un concepto a la obligación en la conducción política, más allá de lo que ya se había establecido en las cuatro áreas (política, económica, cultural, social), así se instó a la creación de una civilización ecológica. Esto significa mucho en términos de la orientación de las políticas que debe llevar adelante China. Sus líderes saben que el tema medioambiental constituye un conjunto muy fuerte de demandas de la ciudadanía china actual y que no darán un paso atrás. Este tema crea un nuevo espacio para la cooperación y un nuevo vínculo para todas las relaciones pertinentes entre Chile y China a la luz del tratado y su actualización.
P: ¿Cuanta preocupación hay en Chile sobre que el país dependa de la demanda China por el cobre?
R: Primero, el cobre constituye entre un 80 y un 85% de las exportaciones chilenas a China. Pero el cobre es también el principal factor de las exportaciones de Chile al resto del mundo, aunque China sigue siendo el mayor comprador. Si miramos las exportaciones chilenas a China, el cobre representa el rubro principal. Pero ¿dónde está la novedad? En la inmensa expansión de términos absolutos en la agro industria. Hay un dato fundamental, hoy Chile es el principal proveedor de frutas a China. Incluso, por encima de Tailandia. Siempre pensamos que sería imposible superar a Tailandia, que es su vecino y tiene accesos directos. Esto significa un incremento enorme en puestos de trabajo en la zona central de Chile sobre todo. En este marco, la agro industria exhibe un fenómeno inesperado y sutil. Tan pronto como se logró abrir el mercado, con las asociaciones correspondientes con las que hubo que acordar, la capacidad de knowhow que tiene Chile para producir cerezas perfectas en el momento adecuado y bien presentado, para el año nuevo chino, ha generado que las cerezas por si mismas se hayan valorado en cientos de millones de dólares.
P: Otro producto que se exporta cada vez más es la palta...
R: Se acaba de firmar, justo durante esta última visita un convenio por el cual las paltas chilenas ahora si pueden entrar al mercado chino. Esto implica un gran desafío para los productores de paltas, quienes ya tiene mucha capacidad de exportación, pero que ya desde hace mucho tiempo han tenido la aspiración de poder exportar al mercado chino. Esto tendrá un impacto muy significativo en las exportaciones agro industriales chilenas.
P: Recientemente usted estuvo en Beijing para la primera cumbre de Un Cinturón, Una Ruta (OBOR) ¿Podría explicarme como un país tan lejano como Chile puede beneficiarse de OBOR? Su foco principal es la integración de Asia, Europa África.
R: Es cierto, que la nueva Ruta de la Seda del siglo 21 tiene como objetivo central la reconstrucción de los vínculos entre África y Europa, y con el norte de África o ciertas áreas de la costa africana, y el Mediterráneo. Pero yo creo que lo que siempre tenemos que recordar es que una de las claves de los siglos XVI, XVII y XVIII fue la vinculación entre Manila y Acapulco. Esto significó la clave durante tres siglos para definir el comercio entre Asia, América y Europa. La antigua Ruta de la Seda, históricamente hablando estaba sustentada en la posibilidad de la vinculación por tierra y por algunas rutas de ultramar. La versión actual pretende reconstruir las rutas terrestres con nuevas infraestructuras, incluido el ferrocarril. Tenemos que recordar que son dos las rutas que no estaban en el planteo original: las rutas aéreas y digitales. La ruta aérea de alguna manera ya está empezando a funcionar. Entre enero y febrero hubo más de 50 vuelos que se hicieron desde Santiago de Chile hasta Shanghái transportando cerezas chilenas.
El segundo está vinculado a la productividad a través de redes digitales. Por eso Chile está planteando una idea que puede parecer un tanto futurista, pero ya tenemos la primera aceptación del lado Chino. Con mucha dedicación, nosotros hemos logrado que las autoridades chinas acepten hacer los estudios de factibilidad en relación a la colocación fibra óptica submarina que conecte directamente a China y América Latina, ingresando a través de Chile.
P: Usted estará a cargo de la coordinación de la próxima cumbre China-CELAC en Santiago de Chile en enero de 2018. Esto nos dará la oportunidad de ver cómo ha cambiado la relación, y ha cambiado mucho…
R: En enero 2015 no existían los Objetivos de Desarrollo Sostenible (SDG), ni el Programa 2030, que fue acordado en septiembre de 2015. Si nosotros tomamos en cuenta la agenda de 2030, y los 17 objetivos del milenio tenemos que concluir que ya tenemos procesos generales comunes entre China y ALC (América Latina y el Caribe). Por lo tanto, a partir de esa plataforma hay oportunidades de que, más allá, de la diversidad de las tensiones que hoy día vive América Latina – que al interior son diferencias profundas innegables- hay ciertas líneas de consenso y tareas comunes sobre las cuales si podemos elaborar y trabajar en conjunto con una visión compartida entre China y ALC. Sin duda, lo más claro es cómo derrotar definitivamente la pobreza, que China también tiene todavía como una tarea pendiente. Y al mismo tiempo, nosotros también tenemos esta preocupación en nuestro continente.
En segundo lugar, tenemos desafíos similares relacionados a las clases medias emergentes, de un lado y del otro. En China, hay un fenómeno de más de 350 millones de personas que son consideradas como tales. Y en ALC, varios países han registrado, como es evidente, el ascenso a la clase media. Entonces, hay nuevas demandas en educación, en calidad de vida en las ciudades y nuevas exigencias para el desarrollo urbano.
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