Al igual que en tiempos del kirchnerismo, sobre todo en 2013 o 2014, la participación del Estado en la renta agrícola se estableció por encima del 70%. En el segundo trimestre del año, el índice FADA, que publica la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina, saltó hasta el 74,7% desde los 66,2% que había alcanzado el indicador en marzo de este año.
Ese número marca el nivel más alto durante el gobierno de Mauricio Macri, y es un avance impactante ya que desde la asunción de la nueva administración, el índice se había mantenido cerca del 65%. “No lo esperábamos, pero es un reflejo de lo que pasa en otros sectores de la economía, donde crecen los costos en dólares y se complica la rentabilidad”, destacó a El Cronista David Miazzo, economista Jefe de FADA. Según el ejecutivo, hay “mucho sectores con problemas de competitividad”, y el agropecuario no es la excepción. Así, la sumatoria de impuestos provinciales y nacionales se llevan casi $ 75 de cada $ 100 que genera una hectárea agrícola promedio a nivel nacional.
La suba se vio impulsada principalmente por el alza de los costos internos y por los precios internacionales, y no por una suba de los impuestos. “Se vio una clara caída de la renta, potenciada por el aumento de los costos, del 7,5% en dólares y caída de los ingresos que, para el caso de la soja por ejemplo, fue del 18% respecto a junio de 2016, por caída de los precios internacionales”, explicó el economista.
Respecto a marzo, en el caso de la soja, la caída del precio internacional fue del 7,5%. Para el maíz bajó 6,5% intertrimestral, y 19,1% interanual. El trigo y girasol también vieron caer sus precios, por lo que en el balance general, el trigo fue el producto con mayor presión sobre la renta: tuvo un 85%, contra 76% de la soja, 64% del maíz y 56% del girasol.
En el caso de los costos, en pesos aumentaron un 22,7% en lo que va del año, mientras que el dólar aumentó 14,1%, por lo que los costos en dólares se incrementaron un 7,5%. Así, los costos dolarizados se ubicaron en niveles pre unificación cambiaria, por lo que “se perdió la totalidad del beneficio cambiario que produjo la devaluación”. Según FADA, los costos de fletes, comercialización y fobbing (gastos comerciales relativos al puerto) representan más del 40% para los productores. Con este panorama, de baja de precios y aumento de costos, la renta se comprimió un 16,7% en pesos. Comparado con junio de 2016, se manifestó una baja de la renta del 20,6% en pesos, y 30,4% en dólares. Para Miazzo, una economía con impuestos “normales” (sin retenciones) y precios aceptables, el indicador debería ubicarse entre el 50% y 60%, por encima de esos niveles “entra en zonas donde la presión es excesiva”. Respecto a lo que resta del año, se estima que el indicador se mantendrá “relativamente estable”, ya que no hay expectativas de alza del dólar y modificaciones de precios internacionales.
El indicador también discriminó respecto a tres provincias, donde el de Buenos Aires se ubicó en 70,1%, Córdoba en 74,1% y San Luis en 77,1%. En San Luis, por ejemplo, se verificaron los menores rindes y una renta por hectárea menor que las otras dos provincias, mientras que en términos absolutos, el impacto de los impuestos fue exactamente al revés: una hectárea en Buenos Aires es la que más tributa, y una en San Luis, la que menos.
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