Leonardo Mateos, de Roberts, al noroeste de Bs. As, produce junto a su familia, presta servicios a terceros, y asesora un campo ganadero.
Si de diversificar se habla en estos tiempos en el sector agropecuario, para Leonardo Mateos no es nada nuevo. Y su experiencia lo ratifica.
Luego de haberse recibido de ingeniero agrónomo en Junín, provincia de Buenos Aires, este joven oriundo de Roberts, un pueblo situado en el noroeste bonaerense, cerca de Lincoln, se dedicó de lleno al campo que tanto quiere. “Mis abuelos y mis padres me inculcaron esta profesión”, recordó en la recorrida que hizo junto a Clarín Rural.
Leonardo Mateos junto a su hija Pía cerca del equipo de cosecha.
Así, con tan solo 28 años, Leonardo es un agrónomo todoterreno: junto a su familia llevan adelante una empresa que se dedica a producir en campos propios y alquilados. Además, con su hermano, presta servicios de siembra y transporte de granos a terceros. “Empecé a ser productor y contratista desde que nací, porque con pocos años, ya andaba subido en las máquinas de mis abuelos”, se definió Leonardo.
Pero, a su vez, asesora un establecimiento ganadero de 2.000 hectáreas desde el 2013 que está ubicado al lado de uno de los campos que alquila con la empresa familiar. Allí, planea la siembra de pasturas y cultivos para picar y hacer rollos.
Leonardo, junto a su hermano Gerardo, en un lote de soja de segunda a punto de ser cosechado.
Por esto, Clarín Rural llegó hasta “El Trébol”, para conocer más a fondo a este emprendedor.
Luego de la división de los campos de sus abuelos entre su padre y sus tíos, comenzó a tomar forma la empresa conformada por sus padres, Roberto y Silvia, y su hermano, Gerardo.
“Estoy encargado del equipo de siembra y cosecha y parte del asesoramiento de la gestión. Mi papá me ayuda en las decisiones agronómicas pero ha sido muy abierto y hace tres años que las tomo en su mayoría por mi cuenta. Mi hermano se ocupa del transporte de la cosecha y mi mamá, de la facturación y de los trámites en los bancos”, describió Leonardo.
El equipo completo de trabajo. Para la familia Mateos, cada trabajador es una para fundamental de la producción.
Siembran en total 1.300 hectáreas y este año buscan extenderse en 150 hectáreas más para ampliar la producción, de las cuales 320 hectáreas son propias y el resto, arrendadas.
La clave para la familia Mateos se basa en el arreglo de los arrendamientos de los campos. “El 90% son a largo plazo y esto nos permite rotar con gramíneas, como trigo y maíz, e invertir en la mayor tecnología posible para poder obtener los máximos rendimientos. Y los campos que tienen suelos más desparejos, se arregla con el dueño a porcentaje”, recalcó.
En este punto, hizo una pausa y repasó que el sector agropecuario debe aprender de los errores anteriores. “Si suben mucho los alquileres, nuestra política es rescindir los contratos aunque nos duela”, destacó.
Mateos arriba de una sembradora de grano fino cargada con fósforo y semillas de trigo.
La rotación histórica se basa en soja, trigo y maíz. Pero en los últimos años no han podido llevar a cabo esta planificación al 100%. En la campaña pasada solo implantaron 100 hectáreas de trigo. Sin embargo, en este año ya volvieron con todo a la rotación y le destinarán al cereal 400 hectáreas ante las mejores perspectivas económicas para el cultivo.
“Es un gran año para el trigo porque los campos están al tope de agua y dan un año muy frío, dos aspectos que ayudan a una mejor producción. Nosotros buscamos más rinde que calidad porque con mayor producción, se equipara lo que se paga por la calidad”.
Pero Leonardo fue más allá y analizó lo que significa volver a producir cultivos de invierno para los pueblos. “No solo es clave para la rotación. Desde mayo, que termina generalmente la cosecha de soja, hasta septiembre, que se vuelva a sembrar la oleaginosa, no hay movimiento en los pueblos. Además, ahora los productores nos podremos financiar luego de la cosecha del cereal”, se entusiasmó.
Con respecto al maíz, en la campaña pasada no sembraron porque las medidas para el cultivo, según Leonardo, llegaron demasiado tarde y la decisión ya estaba tomada de implantar soja con diferentes ciclos y fechas de siembra.“Este año haremos dos lotes que tuvimos problemas con malezas, sobre todo con el yuyo colorado. Esto nos dará más herramientas para controlarla”, aclaró.
Sembrarán este año para un pool que trabajan 1.300 hectáreas de trigo.
Leonardo especificó que el yuyo colorado ya se empezó a observar este año en algunos rincones, alambrados, cunetas y caminos rurales, por lo que recomendó estar más atento. “Esto representa un incremento de los costos de 30 a 50 dólares por hectárea”, dijo. Otra maleza que está presente en aquella zona bonaerense es la rama negra, pero afirmó que el control es más eficiente. “Las gramíneas son las malezas que también se vienen porque ya el glifosato no los controla”, sentenció.
En esta región predomina el maíz de segunda o tardío que según cuentas de Leonardo, es similar o más rentable que sembrar un maíz de primera. “Levanta el piso de producción y esquiva enero, un mes crítico con respecto a las lluvias”, detalló los beneficios de este planteo. Y agregó que para fines de este año se suma que se espera un año Niña.
En paralelo, Leonardo trabaja también junto con su hermano Gerardo, de 25 años, que realizan servicio de siembra a terceros. Comenzaron a trabajar con un pool de siembra que llegó a Ameghino y que hasta el momento, continúan trabajándole. Dependiendo del año, trabajan entre 7.000 y 8.000 hectáreas.
A la producción de soja la embolsan y cuando terminan de transportar la cosecha de terceros, cargan su propia producción.
“Tenemos un equipo independiente, por afuera de la empresa familiar. Antes, en los campos teníamos el problema por no poder sembrar en fecha óptima la soja. Entonces, decidimos comprar un equipo más chico para hacerlo en el 2009”, narró.
Así, con esta inversión, comparó que con lo que producen extra de soja por sembrar de forma óptima, en aproximadamente 5 años abonan el equipo de siembra. “Esto nos da aire para no andar corriendo entre cada campo”, sostuvo.
Sumado a esto, y para hacer una mayor integración, la familia Mateos posee 4 camiones que utilizan para transportar los granos. La prioridad es el trabajo a terceros mientras que la producción familiar se embolsa. Una vez finalizada la campaña afuera, sacan lo propio y lo comercializan con la empresa Grobocopatel Hnos.
Mateos asesora un campo ganadero de 2.000 hectáreas.
Una cuestión que resaltó Leonardo es la falta de mano de obra. “Se está complicando conseguir operarios que quieran trabajar en el campo. Buscamos ampliar nuestra producción pero no nos resulta fácil porque falta gente calificada. Así, preferimos comprar una máquina con más ancho de labor que ampliar nuestro parque de maquinaria”, dijo ya que para los Mateos el equipo de trabajo es una pata fundamental.
Leonardo Mateos es un fiel reflejo, como lo son tantos otros en el país, que el campo es más que un trabajo y se convierte en una tarea en la que trabaja y disfruta el grupo familiar.-
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