Con un clima más normalizado, y con una cosecha gruesa que avanza pero que todavía falta para que termine, los agricultores empiezan a pensar en las nuevas siembras. ¿Qué señales se pueden ver en el horizonte de la agricultura pampeana hasta ahora? La primera: un deseo de ir a planteos seguros, que den la posibilidad […]
Con un clima más normalizado, y con una cosecha gruesa que avanza pero que todavía falta para que termine, los agricultores empiezan a pensar en las nuevas siembras. ¿Qué señales se pueden ver en el horizonte de la agricultura pampeana hasta ahora? La primera: un deseo de ir a planteos seguros, que den la posibilidad de obtener rindes “piso” en una amplia gama de escenarios, sobre todo si desarrolla una “Niña” durante la primavera.
En el terreno económico, si se consideran los precios vigentes antes del último informe del USDA, se emparejaron bastante los resultados que se pueden obtener con distintos cultivos, luego de la eliminación de los condicionantes internos que sufrían las gramíneas y el girasol, lo que permite diseñar una rotación más diversificada.
En la zona norte de Buenos Aires, los números iniciales que maneja el consultor Julio Lieutier ponen en primer lugar el doble cultivo, seguido muy de cerca por la soja de primera y, un poco más atrás, el maíz temprano. Si se consideran los precios del Mercado a Término y rindes de 48 qq/h para el trigo y de 27 qq para la soja de segunda, el margen de esta secuencia supera en un 10% al de una soja de primera de 41 qq/h. Además, el doble cultivo aventaja al maíz de 97qq/h en un 30%. “En función de estos resultados esperados y con un mercado de trigo y de maíz liberados, parece interesante diversificar en los tres cultivos, volviendo -al menos- a la rotación en tercios”, aconseja.
Buen año para el trigo
A partir del entendimiento que la secuencia trigo-soja vuelve a ser rentable, Lieutier pone el foco en la próxima siembra del cereal. “Los años ‘Niña’ son los mejores para la cosecha fina por la primavera fresca y seca. Además, en 2016 la campaña arranca con el perfil cargado en la zona”, apunta.
En trigo, el FAS teórico esperado estaría cercano a los US$ 175 por tonelada. Ese valor “podrá ser capturado por quienes puedan retenerlo para la venta luego de marzo, una vez pasada la avalancha de cosecha y cuando comienza a presionar la demanda de Brasil”, adelanta. Y añade: “Para quienes deban vender a cosecha habiendo fijado anticipadamente precios mediante el Mercado a Término o vía forwards a valores cercanos al FAS teórico, el cultivo de trigo volverá a funcionar como palanca del flujo financiero”.
¿Cuál debería ser la estrategia en el cultivo de trigo para no sufrir descuentos por baja calidad como los ocurridos en la campaña 2015/16? “El mercado envía señales de que, para exportación, el requisito para acceder al precio sin castigos por calidad será lograr un mínimo de 10,5% de proteína”, afirma. Para lograr ese objetivo hay que fertilizar correctamente con nitrógeno. “La relación insumo/producto en fósforo es favorable en trigo. Y es altamente favorable en nitrógeno, en una condición que no se ha dado en los últimos 15 años, lo que permite intensificar la fertilización nitrogenada en pos de rindes y de alto contenido de proteína.
El otro factor que afecta el contenido de proteína es la variedad. En el norte de Buenos Aires los trigos de grupo 1 normalmente logran el máximo grado de calidad industrial, pero rinden entre un 10 y un 25% menos, dependiendo de la variedad, que los cultivares con mayor potencial de rindes. “Sembrarlos en los mejores ambientes puede ser pagar un seguro de precio algo caro”, observa el consultor. En lotes de buen potencial parece más conveniente sembrar las variedades de mayor potencial, de grupo de calidad 2, e intensificar el uso de nitrógeno en aplicaciones divididas, a la siembra y al fin de macollaje.
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