Al castigar a los cereales aceleró la resistencia
La resistencia a los herbicidas es un proceso que se dio en simultáneo en casi todos los sistemas agrícolas del mundo. La Argentina no está sola frente a esta problemática. El país cuenta, respecto de otras naciones, con un sistema agrícola que permite hacer muchos cultivos, ventaja que no obstante se encuentra limitada por la intervención del Gobierno en los mercados.
“Nuestros suelos y climas les permiten a los productores sembrar muchos cultivos de invierno y de verano y no sólo soja y maíz como en el corn belt de los Estados Unidos, por ejemplo, lo que facilitaría el control de malezas resistentes mediante la rotación. Sin embargo, debido al funcionamiento distorsionado de nuestros mercados, esa ventaja no se pudo aprovechar y durante los últimos años se generalizó la siembra de soja y aparecieron especies no deseadas”, expresó Fernando García Frugoni, líder del Proyecto Malezas y coordinador regional de los CREA de Litoral Sur.
En este contexto, García Frugoni destacó que no se debe creer que sólo los problemas comerciales limitan el control de malezas resistentes. Se debe desarrollar una mirada de plazo más largo. “Por ejemplo, si mañana se normalizaran los mercados de trigo y de maíz, el vínculo entre el dueño de la tierra y quien la TRABAJAdebería tener un plazo más largo que un año para poder programar manejos productivos que permitan enfrentar esa problemática”, explicó.
Para Santiago del Solar, miembro del CREA 30 de Agosto Mari Lauquen, en el oeste bonaerense, “debido a la intervención del mercado muchos productores empezaron a disminuir la siembra de trigo y de maíz a su mínima expresión, lo que trajo aparejada la aceleración en la aparición de malezas resistentes a herbicidas”.
Para el empresario, la agricultura de hoy es más riesgosa que la de años atrás. “Hacer un cultivo con malezas resistentes, que se pueden escapar si no se acierta con la dosis, el momento y el producto adecuado, genera un riesgo nuevo que no siempre se soluciona con dinero”, afirmó.
“En el arrendamiento aparece la primera señal de que hay un costo nuevo, porque el que alquila lo incorpora en su ecuación económica y quiere trasladarlo al dueño de la tierra. Esto no quiere decir que sea un problema exclusivo del arrendatario. El mayor riesgo se da tanto para quien siembra en campo propio como para el que alquila”, añadió.
Por último, Del Solar insistió que en el actual escenario agrícola se dificulta tener un comportamiento agronómico adecuado al momento de sembrar, con rotaciones que incluyan cereales debido a la incertidumbre de venta. “El productor quiere rotar cultivos y conoce el valor de la agronomía para manejar el problema de las malezas resistentes. Existe la intención, pero le resulta complicado materializar esas ganas si se encuentra con la imposibilidad de comercializar”, concluyó.
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