Como viene ocurriendo en varios casos, Argentina muestra una extraña capacidad: la de desautorizar hasta a los propios –sabios– viejos refranes.
Entre otros, es lo que ocurre con: “la mentira tiene piernas cortas”, pues ya está claro que por estas tierras el engaño tiene, en realidad, piernas larguísimas. En algún caso, de más de 10 años.
Entre otros, es lo que ocurre con: “la mentira tiene piernas cortas”, pues ya está claro que por estas tierras el engaño tiene, en realidad, piernas larguísimas. En algún caso, de más de 10 años.
Como viene ocurriendo en varios casos, Argentina muestra una extraña capacidad: la de desautorizar hasta a los propios –sabios– viejos refranes.
Entre otros, es lo que ocurre con: “la mentira tiene piernas cortas”, pues ya está claro que por estas tierras el engaño tiene, en realidad, piernas larguísimas. En algún caso, de más de 10 años.
Pasó con los datos de inflación y el famoso “IndeK”, que hasta le costó juicios a los profesionales independientes que osaban dar cifras distintas –reales– a las de la versión oficial.
Pasó con las reservas de energía que se promocionaban como inagotables, hasta que obviamente se terminaron y ahora el país importa cantidades crecientes.
Sucedió con los anuncios de voluminosas inversiones, como aquellas de US$ 20.000 millones de los chinos que, naturalmente nunca llegó.
Así fue, y aún es, en distintos rubros, desde el desempleo hasta los índices de crecimiento económico, tema que se discutió hasta el cansancio en años anteriores y que sorpresivamente, días atrás, el Gobierno bajó de golpe en forma retroactiva.
Algo similar ocurrió también el año pasado, pero al revés, con la cosecha de maíz que, después de 2 meses de finalizada, fue aumentada nada menos que en un millón de hectáreas (casi 25% adicional), y en alrededor de 8 millones de toneladas más de volumen.
De todos modos, en este rubro ya había habido varios antecedentes, algunos de los cuales se remontan a 6-8 años atrás, aunque entonces eran más inocentes, ya que se alteraban los datos oficiales solo para mostrar resultados de cosechas y producciones superiores a los de la década del ´90. En definitiva, parecía una mera competencia de los kirchneristas contra los resultados de la era menemista.
Ahora, sin embargo, la manipulación tiene connotaciones mucho más graves aún que la tergiversación de los datos oficiales, cuya custodia es uno de los roles centrales de los gobiernos democráticos: brindar y preservar la información pública.
Se dice, por ejemplo, que la inesperada disminución en los índices de crecimiento del PBI se corresponde con la necesidad de disminuir el valor de los cupones que debe pagar el país.
Para algunos es, finalmente, el “sinceramiento” y el ingreso en la “buena senda”, la alineación con políticas más serias y ortodoxas a nivel mundial. En definitiva, una buena señal.
Sin embargo, ¿cuáles pueden ser los niveles de credibilidad a partir del mismo momento que, tácitamente, el propio Gobierno reconoce con sus actos que, en realidad, estuvo mintiendo hasta ahora?
Tanto para la economía interna como para el plano internacional la falta de confianza y de credibilidad son, lamentablemente, la primera sensación.
Por caso, ¿qué puede hacer un productor o inversor en el sector agropecuario?
Desde las retenciones y el impuesto al cheque de 2002, adoptados entonces en forma transitoria por el gobierno de Eduardo Duhalde con el comando económico de Jorge Remes Lenicov, y que aún perduran, se sucedieron infinidad de promesas incumplidas.
Los programas Maíz y Trigo plus que llevarían a rebajas graduales de las retenciones de ambos cereales a medida que creciera su producción; el Fideicomiso de trigo que también apuntaba a lo mismo; la liberación de los mercados que, al revés, cada vez lucen más intervenidos y alterados con precios cuidados, sugeridos, registros de exportaciones, Roes discrecionales que dicen quién puede y quién no puede exportar; cupos, precios de corte independizados totalmente de los mercados internacionales y hasta de los locales, con la única característica de ser fijados arbitrariamente por el funcionario de turno, etc., etc., etc.
Se podrían seguir enumerando largamente pero no hace falta. Cualquiera sabe lo que está ocurriendo y cuales son las restricciones que enfrenta cualquier empresario, mucho más si debe apelar a algún proceso industrial, porque ahí se le agrega, además, la restricción que también puede ser arbitraria, de los permisos de energía.
¿Y estos son los promocionados programas de defensa de las Pymes a los que alude el Gobierno?
¿Esta es la política de defensa de la mesa de los argentinos, cada vez más cara y con caída en la oferta de productos?
Tanto para los peronistas como para los que no lo son, algunas de las sentencias del ex presidente ya alcanzaron nivel de refrán, como aquel que cita que: “la única verdad es la realidad”.
¿O querrá ahora el kirchnerismo poner en duda esto también?
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