A Todo Trigo 2011- Clima y manejo
Fechas tempranas para mejores rendimientos
Las perspectivas climáticas empiezan a definir estrategias de manejo. Abril, mayo y junio tendrían lluvias normales y la reserva de agua en el perfil sería adecuada como para arrancar los cultivos. En algunas zonas, el adelanto de la fecha de siembra ha permitido ganar hasta 60 kilos por hectárea. Los expertos apuntan a disminuir el riesgo de heladas y la nutrición estratégica.
Una de las grandes incógnitas que los trigueros quisieron despejar en el segundo bloque de exposiciones de la tarde de la primera jornada de A Todo Trigo 2011, es qué va a suceder con el clima este año y cuáles son las estrategias de manejo que deberán implementar para tener números cercanos a la campaña anterior.
Graciela Magrín, de INTA Castelar adelantó que, si bien la temperatura del Pacífico tiende a normalizarse (es la que origina los años Niño o Niña), la definición de cómo será el resto del año se daría recién en junio. “En los años Niña posteriores a un año Niño hay más posibilidades de arrancar con mayor agua en el perfil”, indicó Magrín. A su vez precisó que “la diferencia de temperatura entre un año Niño y Niña puede llegar hasta 6 grados centígrados”.
Con esas perspectivas sobre la mesa, Daniel Miralles, coordinador académico del Congreso e investigador del CONICET, señaló que, en zonas como Tres Arroyos y Tandil, “adelantar la fecha de siembra permitió ganar hasta 60 kilos por hectárea”. Y agregó: “en la situación climática actual se puede mantener la fecha de siembra, pero no hay ventajas en cuanto a rendimiento, es decir, cuanto más se atrase la fecha de siembra más rendimiento se va perdiendo y con ello menor cobertura y uniformidad”. También apuntó que “cuando uno cambia la fecha de siembra para modificar la fecha de floración, puede haber cultivares que al atraso pierdan cerca de 90 kilos por cada día de atraso y otros que pierdan 20 kilos o cero”.
En su ponencia Pronósticos Agroclimáticos y los riesgos de heladas. Cuándo y cómo cuantificar el daño por heladas, indicó que, frente a la gran interacción de variables y falta de un único patrón de primera y última fecha de heladas en el país, “tenemos que aprovechar la información que arrojan los modelos de simulación, ya que sirven para ver cómo la variación en las fechas de siembra impacta en el rendimiento”. Luego, indicó que “necesitamos identificar más variedades con mayor resistencia a heladas, el trabajo de mejoramiento genético en pasturas es muy importante, pero en otros cultivos aun hay mucho por hacer”.
Entre sus conclusiones más importantes, el experto recomendó lograr una buena lectura del lote. La clave de un mejor manejo es conocer la mayor cantidad de interrelaciones de las variables que definen el rendimiento. Es que Miralles compartió los resultados del trabajo con modelos de simulación en el comportamiento del trigo ante la ocurrencia de heladas en diversas regiones y estadios del cultivo, análisis que se basó en definir cómo impacta la suma térmica negativa en las distintas etapas ontogénicas del cultivo, con distintas combinaciones de exposición y temperatura y diversas interacciones de las variables (suelo, nutrición, agua, etc.).
Como advertencia, aclaró: “tenemos que seguir trabajando porque hay muchas variables que aún no hemos medido”. Pero como punto de partida recomendó “seguir pensando en un sistema de rotación para no penalizar el cultivo siguiente”.
A continuación, Graciela Magrín se refirió a las Tendencias y perspectivas Agroclimáticas y el impacto en la producción del trigo. Al comienzo de su exposición señaló que “al este de los Andes, la Argentina es la región del mundo que más cambios climáticos ha tenido durante el siglo XX”.
Manejo y mejoramiento
Según la experta en cambio climático, los datos de la relación entre las variaciones o anomalías en el rendimiento con las variaciones o anomalías de las temperaturas interanuales indican que, cuando las temperaturas son más altas, los rendimientos son más bajos, hasta un 80%.
Los resultados del sudeste bonaerense indican que “al trigo no le gustan los años donde la lluvia es abundante en el período de crecimiento”. Por otro lado, detalló que “tuvimos un aumento de la temperatura mínima lo que benefició claramente a las pasturas y cultivos de verano, pero no tan claramente al trigo”. Este aumento de temperatura en la zona núcleo tuvo un efecto negativo, pero estas condiciones fueron en parte saldadas por el mejoramiento genético.
“¿Cuáles son los indicadores que nos ayudan a prevenir los efectos del clima?”, preguntó Magrín. Y contestó que, por ejemplo, el análisis interanual e inter década muestra que el trigo ante el efecto del Niño en la región el sur de la zona núcleo suele ser favorecido, mientras que ante un año Niña pueden esperarse complicaciones.
Otro indicador que pueden ayudar a tomar decisiones es la reserva de agua en el perfil. “La temperatura del agua en el Atlántico (noviembre-diciembre) puede aportar información del agua disponible al momento de la siembra del trigo”, afirmó Magrín. Del mismo modo, indicó que “lo que pasa con la temperatura durante enero, febrero y marzo en la Región Pampeana, puede anticipar los rendimientos del trigo”.
Entre las proyecciones, Magrín sostuvo que para abril, mayo y junio habría lluvias normales con lo cual la reserva de agua en el perfil sería adecuada como para arrancar los cultivos. Para la especialista es muy importante “aumentar la capacidad adaptativa”, lo que significa “tener acceso a la información básica, poder comprenderla y traducirla en medidas (fechas de siembra, correcta elección de cultivares, dosis adecuadas de fertilizantes) que reduzcan los riesgos climáticos”. También destacó la importancia de tener opciones para diversificar cultivos y el acceso a herramientas financieras y seguros para cubrir el rango de riesgos que no se llegan a cubrir con las herramientas disponibles.
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