Un estudio realizado por las universidades Austral y Purdue revela que los productores del país son más jóvenes y capacitados que los norteamericanos
Hoy, los agricultores en la Argentina son jóvenes, altamente capacitados, comprometidos y emprendedores. Producen con tecnología, asesoramiento, en tierras propias y de terceros, y consideran la explotación como empresa y forma de vida. Y tienen como meta en el futuro crecer, invertir y diversificar.
Este es el perfil que revela la encuesta realizada por las universidades Austral y de Purdue, Estados Unidos (cuyos resultados completos se conocerán próximamente), en la que el nivel de capacitación y juventud son dos aspectos que marcan diferencias a favor de los agricultores argentinos comparados con sus pares norteamericanos.
"El primer dato que sorprende al analizarse el universo encuestado en la Argentina es el alto nivel de educación. El 87 por ciento de los agricultores consultados son al menos graduados secundarios; el 46%, universitarios, y el 10% tiene estudios de posgrado", dijo Bernardo Piazzardi, integrante del equipo de investigación que realizó la encuesta y profesor del Centro de Agronegocios y Alimentos de la Universidad Austral.
Si se desglosan esos datos se observa que el 30 por ciento de los medianos agricultores encuestados (de 250 a 600 hectáreas de soja), el 41% de los denominados comerciales (601 a 1840) y el 47% de los grandes (más de 1840 hectáreas) tienen estudios universitarios completos. Ahora si se segmenta a los que operan más de 10.000 hectáreas, calificados en el estudio como megaproductores, el porcentaje de universitarios graduados asciende a 86 por ciento.
"El dato de alto nivel de instrucción es relevante no sólo porque se vincula directamente con el factor conocimiento para la construcción de capital social, sino también porque en el caso de los grandes productores operan el 63% del total de la superficie cubierta por el estudio (705.000 hectáreas)", dijo Piazzardi.
En el ámbito local, realizó la investigación el Centro de Agronegocios que la Universidad Austral tiene en Rosario. El trabajo de campo se llevó a cabo entre el 17 de agosto y el 17 de septiembre de 2009. Se realizaron 502 encuestas a productores agrícolas de la zona núcleo.
La zona seleccionada para el estudio (distritos de las provincias de Córdoba, Buenos Aires y Santa Fe), representa alrededor del 70% de la producción total de soja en la Argentina (55 millones de toneladas).
Más allá del nivel de educación ya consignado, el estudio reveló que los agricultores más jóvenes son los que están operando superficies más grandes. La edad promedio es de 47 años, pero el 48 por ciento tiene menos de 44 años y, de esa franja, el 33% tiene entre 35 y 44, y el 15%, menos de 35 años.
En los EE.UU., en cambio, esto es a la inversa: las superficies más grandes son manejadas por productores con la edad promedio o mayores.
El promedio de edad del productor norteamericano es de 54 años. El 20 por ciento tiene menos de 44, y el 5%, menos de 35 años.
El 98 por ciento de los farmers tiene al menos estudios secundarios completos; alrededor del 25% de los productores tienen estudios universitarios y alrededor del 5% cuenta con estudios de posgrado.
Además de estas variables demográficas y educativas, la encuesta incluye otros factores que marcan distancias entre la Argentina y los Estados Unidos, entre ellos los desafíos a un futuro de cinco años.
En ese sentido, Piazzardi señaló: "Hay un factor que está pesando en la cabeza del productor argentino en el manejo de su gestión, que es sobrevivir al entorno que ninguno de los farmers menciona".
Cuando se revisan los demás desafíos, el productor argentino observa temas vinculados con el manejo, la gestión y el mejoramiento del negocio (escala, agregado de valor). En cambio, para el norteamericano, el principal desafío es la rentabilidad.
El crecimiento es una clara diferencia entre los dos productores. Mientras que en los argentinos la categoría que menos piensa aumentar superficie será del 20 por ciento, en los norteamericanos el que más estima crecer. lo hará en ese mismo porcentaje.
"En este aspecto en la Argentina se da el fenómeno de los dos extremos. Los más chicos y los más grandes son los que tienen vocación de crecimiento a futuro. Básicamente son cuestiones diferentes: los más chicos, porque están obligados a tener una mayor escala para enfrentar los costos surgidos de la concentración en la producción primaria", señaló el docente.
Piazzardi explicó que el fenómeno de crecimiento de los megaproductores es diferente. "No es un problema de costos. Es un problema de generar cada vez más negocios. En cuanto capturan más capital para invertir, necesitan operar cada vez más superficie", explicó.
En tanto, los norteamericanos también planean crecer, pero no al ritmo de los argentinos.
Para el caso del crecimiento de los argentinos, según Piazzardi, hay que hacer una diferencia que rompe el mito del monocultivo: en los próximos cinco años se va a crecer más en trigo, cebada, maíz y sorgo que en soja.
En efecto, el producto que menos se crecerá en superficie en la Argentina de acuerdo con esta encuesta, será la soja.
Otras variables
La marca es una de las variables que el argentino valora más que el norteamericano. "El agricultor local se asegura calidad comprando marca, mientras que el norteamericano se preocupa por ponderar los otros factores como por la logística, la ubicación del proveedor o el precio", dijo el profesional.
Otras diferencias están vinculadas con el asesoramiento. El argentino está más preocupado por contratar el servicio vinculado con la contabilidad, la administración y régimen impositivo, que estar detrás de un mejoramiento del negocio con un asesor externo. El farmer , en tanto, se preocupa más en contratar un asesor de management y de cómo generar negocios más competitivos, eficientes y rentables.
Cuando se analiza cómo compran semillas, agroquímicos y fertilizantes, entre otros insumos, también se observan diferencias muy claras. El argentino pondera el rendimiento y la calidad, mientras que el norteamericano, si bien valora esa performance, le presta igual atención al precio y a la ubicación del proveedor.
Ya en el ambito estrictamente local, la encuesta aborda el tema financiamiento. Define que la mayoría de los productores lo obtiene para comprar insumos de parte de los proveedores, pero esta proporción baja para adquirir equipamiento. Además, cuanto más grande es el productor, más financiamiento obtiene de bancos privados, pero menos de los oficiales y cooperativas.
Otro dato es el porcentaje de tierra alquilada o arrendada. Concluye que el 80 por ciento de los agricultores consultados alquila al menos parte del total de la tierra cultivada.
Por último, respecto de la comunicación, el agricultor joven manifiesta preferencia por Internet, correos electrónicos y jornadas a campo.
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