Así lo expresó el ex viceministro de Economía Juan José Llach durante la última jornada del Congreso CREA 2010; “Si no avanzamos en un camino de acuerdos, corremos el riesgo de volver a los ciclos de crisis que han llevado a la Argentina a su retraso”, añadió
En un reciente escrito, cuyas conclusiones presentó durante su charla, Llach intentó responder a la siguiente pregunta: ¿Tuvo alguna vez la Argentina acuerdos relevantes y duraderos, que se hayan plasmado en políticas de Estado duraderas? “Fíjense que hablo de acuerdos, y no de consenso, porque el consenso implica unanimidad, algo que es muy difícil de conseguir”, expresó el disertante.
Efectivamente, señaló Llach, existieron acuerdos en algunos momentos de nuestra historia. Algunos ejemplos relevantes son el Acuerdo de San Nicolás y su resultado, la Constitución de 1853, como un proceso que culmina con la federalización de Buenos Aires en 1880.
Otro ejemplo fueron las políticas de integración al mundo allí emprendidas, vigentes hasta 1930 o hasta la Segunda Guerra, y las de inmigración, educación y obras públicas concurrentes.
Luego, y a pesar de los intensos conflictos políticos que lo acompañaron, puede encontrarse un acuerdo tácito en torno al “consenso de posguerra”, vigente en buena parte del mundo, y también en la Argentina desde la Segunda Guerra hasta 1976. El mismo se centraba en distintas formas de economía mixta y legislación social y en la industrialización y el desarrollo de las economías regionales orientadas sobre todo al mercado interno.
“Ya muy cerca de la actualidad, también hubo acuerdo mayoritario en recuperar la democracia en 1983 y, aunque más polémico, lo propio ocurrió inicialmente con la Convertibilidad en tanto instrumento para derrotar la inflación, aunque no como programa económico integral”, dijo el orador.
Algunos desacuerdos notorios
Por cierto, hubo también notorios desacuerdos, señaló Llach. En el plano político sobresalen los siguientes:
Los conflictos entre Buenos Aires y el Interior o entre unitarios y federales, sobre todo desde 1820 hasta 1880, aun no resueltos cabalmente.
La ruptura del orden constitucional en 1930 y el fraude subsiguiente.
La alternancia de golpes y gobiernos militares y gobiernos civiles –algunos de estos con legitimidad limitada por la proscripción del peronismo- que se desarrolló desde entonces hasta 1983.
La profunda y compleja división del país en peronismo y antiperonismo -a veces concurrente con conflictos internos del peronismo- con puntos culminantes en 1955-56, en los movimientos guerrilleros desde la década del sesenta y en el terrorismo de estado, iniciado en 1974-75 y cualitativamente agravado desde 1976.
“En el orden económico, encontramos a la inflación que asoló a la Argentina desde poco después de la Segunda Guerra, y sobre todo entre 1975 y 1991, que fue una clara expresión de la profunda crisis de los acuerdos sociales básicos”, dijo el ex Viceministro de Economía. “Desde 1976, cuando hace crisis el consenso de posguerra, puede decirse que el país sólo muy esporádicamente ha vuelto a encontrar nuevos acuerdos sobre las cuestiones más importantes para su destino”.
Llach recordó que en 1980, el premio Nobel de Economía Paul Samuelson señaló que la principal causa del inexplicable retraso de la Argentina era la crisis del consenso social. El origen de esa crisis reconoce múltiples causas. Algunas de ellas son:
Una gran riqueza natural desigualmente distribuida en su origen.
El retraso relativo del Interior respecto del GBA.
Una urbanización prematura y excedente.
La temprana e intensa modernización de las aspiraciones, a la larga excesiva respecto de la posibilidad efectiva de satisfacerlas.
El surgimiento del populismo, como práctica recurrente que comprometió el futuro, practicado por gobiernos de diverso cuño, civiles y militares.
Los subsidios y el proteccionismo agroalimentarios aplicados por los países desarrollados desde la Segunda Guerra.
La tendencia a la alta inflación, intensas pujas distributivas y una insolvencia fiscal casi crónica.
Errores y limitaciones de las políticas de los años noventa.
La realidad actual muestra, según Llach, cinco tendencias profundas que están construyendo un escenario distinto, capaz de alumbrar el fin del retraso de la Argentina. Ellas son:
1) El protagonismo de los países emergentes y su creciente demanda de nuestros productos, que brinda a la Argentina la mayor oportunidad de desarrollo de toda su historia.
2) Un mayor crecimiento del Interior, en comparación con el Gran Buenos Aires.
3) Una nueva mayoría social modernizante, cuya motivación central es poder desarrollar sus proyectos de vida, de educación de trabajo y de empresa y cuyo lema sería “volver a la sensatez y mirar a los vecinos a los que les va bien”.
4) El surgimiento de nuevas dirigencias políticas.
5) La intensidad de las pujas por la distribución del ingreso, mucho mayor que en los países vecinos.
“Otro rasgo muy relevante del presente es que muchos países sudamericanos, bajo gobiernos de distinto cuño ideológico, han iniciado hace bastante tiempo nuevos caminos caracterizados por los acuerdos y por las políticas de Estado”, dijo Llach. “Tal es el caso de Brasil, Chile, Colombia, Perú o Uruguay. Ya no es necesario mirar a Oceanía, Europa o Norteamérica para buscar caminos, basta mirar a nuestra región, a países con similares raíces históricas, culturales, económicas o políticas”. Los alcances de estas políticas de Estado, señaló el orador, han sido muy amplios, incluyendo la división de poderes; funciones claras y estables para el Estado, el mercado, las empresas y las organizaciones de la sociedad civil; una macroeconomía con crecimiento y estabilidad de precios; una actitud amistosa hacia la inversión nacional y extranjera; las pautas de inserción internacional y los acuerdos comerciales; las políticas educativas, otorgando primera prioridad a una educación de calidad para todos y políticas no clientelistas de asistencia social.
Los riesgos de cara al futuro
¿Qué podría pasar si la Argentina no encontrara acuerdos? De no haber políticas de Estado acordadas, la Argentina tiene dos riesgos:
1) Al ver lo que ocurrió con las políticas de confrontación desarrolladas a lo largo de la historia, es evidente el riesgo de caer en una situación de pobreza e inequidad crónica.
2) Entre 1975 y el 2001, casi cada 5 años, ocurrió un gran derrumbe económico y político. Hubo ciclos recurrentes muy violentos. “Ya llevamos ocho años sin que esto se produzca, incluso tras la crisis del 2008. Este es un mérito del que debemos sentirnos satisfechos. Esto es bueno para el país, para la democracia y para los más pobres”, dijo Llach. “Pero si no avanzamos en un camino de acuerdos, corremos el riesgo (y no digo que esto sea inminente) de volver a esos ciclos violentos, que son una de las claves del retraso de la Argentina”.
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