Así lo indicó hoy Alberto Föhrig, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de San Andrés; “El campo acompañará a la sociedad argentina en tanto y en cuanto pueda generar legitimidad en la sociedad”, añadió
“Hoy el mundo es mucho más receptivo a lo que vendemos que durante la época de oro que se desarrolló entre 1880 y 1914. El poder de compra de nuestras exportaciones es mucho más elevado”.
Así lo indicó hoy Alberto Föhrig, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de San Andrés, durante una conferencia ofrecida en el Congreso Nacional CREA 2010 que se está desarrollando en la ciudad de Córdoba.
“En las últimas décadas hubo un proceso de inversión enorme por parte del sector agropecuario argentino, pero el campo acompañará a la sociedad argentina en tanto y en cuanto pueda generar legitimidad en la sociedad”, añadió.
“Hoy está la oportunidad de que el campo contribuya a generar una coalición social de apoyo al sector, lo que implica que buena parte de la sociedad debe estar consustanciada con los objetivos del campo en términos de su propio beneficio, es decir, entender que si al campo le va bien a la sociedad le va bien”, remarcó el politólogo.
“Las instituciones son producto de acciones colectivas y el recurso de verlas como algo abstracto y ajeno nos inmoviliza; el desafío que tenemos es transformar algo que parece ajeno en propio para poder construir instituciones”, comentó Föhrig.
Por su parte, el historiador Roy Hora, profesor de la Universidad de San Andrés y autor de varias obras sobre historia económica argentina, remarcó que durante el período de gran expansión de la economía argentina (1880-1930) se registraron episodios que ya señalaban los problemas políticos que la Argentina tendría durante las siguientes décadas.
“El presidente José Figueroa Alcorta clausuró en 1908 el Congreso porque era opositor y no podía controlarlo”, recordó Hora.
“En ese período el poder del sector agropecuario radicaba mucho más en su capacidad de integrar demandas de mejora social y de promover el bienestar en un sentido amplio. Era una Argentina con la ciudad más grande del Hemisferio Sur, con una proceso de urbanización muy temprano, pero que sin embargo tenía la percepción del sector rural como motor de desarrollo”, remarcó el historiador.
Pro entre 1910 y 1930 el campo dejó de ser visto como una fuente de oportunidades de mejora social familiar o individual. Desde la década de 1910, el conflicto comenzó a dividir a la comunidad de productores. “Los sectores más vulnerables de la comunidad rural, golpeados por la caída del ingreso agrario en las décadas del período de entreguerras, contribuyeron a difundir la imagen del gran empresariado rural como un actor retrógrado y egoísta”, explicó Hora.
El campo pampeano dejó de absorber población y comenzó un proceso de migración hacia las ciudades. Desde entonces cobraron mayor visibilidad las visiones que describían al campo como un escenario de atraso, pobreza e injusticia. “Este discurso terminó de cristalizar en el difícil escenario creado por la Depresión Mundial de los años treinta y cobró forma política con el Peronismo, aunque el desprestigio del campo como promotor de crecimiento y bienestar fue más extendido”, indicó.
Desde los años 30 y 40 el contexto internacional cambió y los mercados se fueron cerrando para las exportaciones agropecuarias argentinas. El sector exportador fue perdiendo peso relativo en la economía. La apuesta por la industrialización subsidiada se volvió una respuesta razonable a este nuevo escenario y, en mayor o menor medida, todos los países de la periferia la ensayaron con legitimidad.
“Desde la década del ‘70 el rendimiento de ese patrón de crecimiento se vuelve claramente negativo; los resultados de la industrialización se volvieron decepcionantes y perdió sus grandes credenciales como promotor del desarrollo; comenzó entonces a cobrar más fuerza el sector rural y sus anexos industriales”, recordó Hora.
“La historia muestra que el poder del sector agropecuario fue más grande cuando su proyecto logró incorporar demandas y promover el bienestar de sectores amplios de la comunidad. Si hubo una Argentina agroexportadora exitosa y políticamente sustentable, no fue porque excluyó, sino porque integró. Y cuando dejó de hacerlo, este proyecto perdió el favor de la mayoría de los argentinos”, finalizó.
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