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martes, 7 de septiembre de 2010
Anthony Leon: “Sin objetivos claros no hay nación posible"
A la hora de pensar en una nueva Argentina, ¿qué aprendizajes se pueden extraer del caso sudafricano? Intentar responder esa respuesta fue el desafío que enfrentaron durante el primer día del Congreso Nacional CREA 2010 el embajador de la República de Sudáfrica, Anthony Leon, y el periodista John Carlin, autor del libro El factor humano, que sirvió de inspiración para la película Invictus
“La instauración del sistema democrático sudafricano en los años 90 tuvo una gran diferencia con lo que ocurrió en la Argentina en 1983”, comentó Anthony Leon, miembro del parlamento sudafricano durante veinte años, y ex líder del Partido Federal Progresista, opuesto al apartheid. “En la Argentina, la democracia se restauró, lo que significa que ya había existido previamente en varias oportunidades. En Sudáfrica, en cambio, el sistema que se buscó crear era de una absoluta originalidad en la historia política nacional”.
Fue por ello que la redacción de la nueva Constitución, en el caso sudafricano, implicó un período de violencia y disturbios sociales que duró algunos años, hasta que finalmente el primer gobierno democráticamente electo logró estabilizarse, explicó Leon.
Conceptos fundacionales
Leon enumeró algunas de las condiciones fundacionales del nuevo paradigma político sudafricano:
1) La democracia debía ser una sola y abarcar todo el territorio del país. Y no podía tener ningún tipo de componente racista ni discriminatorio.
2) La Constitución Nacional pasaría a ser la ley suprema del país, y estaría custodiada por los tres poderes. Eso exigiría un sistema judicial verdaderamente independiente.
3) Debía existir libertar política; el multipartidismo era una condición necesaria. “Hay que considerar que durante 350 años, la mayor parte de la población había estado excluida del sistema político”, explicó Leon. “También fue fundamental el respeto por la identidad cultural; en Sudáfrica hay once idiomas oficiales. Y el nuevo paradigma debía reflejar esa diversidad”.
Las claves de un verdadero líder
“Tras escuchar el discurso inaugural de este Congreso, terminé de comprender por qué me invitaron”, comentó posteriormente John Carlin. “Los temas clave de este encuentro giran a torno a hacer cosas por los demás; a unirse para lograr un cambio de paradigma, y a construir una verdadera Nación. Y no creo que nadie, en el mundo contemporáneo encare esos valores mejor que Nelson Mandela”.
La exposición de Carlin se centró en una anécdota, y en tres conclusiones sobre la misma, que se relacionan estrechamente con la idea de construir una Nación.
La anécdota transcurrió en enero de 1994, tres meses antes de las primeras elecciones democráticas en Sudáfrica. En aquel momento, Nelson Mandela se reunió con el Comité Ejecutivo de su partido, para definir el plan de gobierno a aplicar si ganaban las elecciones.
Allí se planteó un interrogante. ¿Cuál sería el futuro himno nacional? En aquel momento, había dos himnos. Uno era el que representaba a los blancos, quienes constituyendo entre el 12% y el 15% de la población nacional, monopolizaban las riquezas del país, condenando a la población negra a la pobreza y a una humillación sin límites. Por otro lado, estaba el himno de los negros, que se cantaba en todos los meetings de protesta. “El primero, celebraba la conquista de Sudáfrica por parte de los colonos blancos en los siglos 18 y 19; el otro, era un canto a la liberación de su dominio”, expresó el disertante.
Mandela –siguiendo con la narración de Carlin- abandonó la sala durante unos instantes para atender una llamada telefónica. Cuando volvió, le comentaron la decisión unánime: Eliminar el himno de los blancos e imponer el de la población negra.
“Al escuchar eso, Mandela se escandalizó”, dijo Carlin. “Les dijo a sus partidarios: Creí que ustedes eran veteranos políticos, con una mayor sofisticación. ¿No comprenden que la canción que quieren eliminar contiene emociones, representa una identidad y está vinculada con el corazón de miles y miles de personas?”.
El entonces candidato sudafricano expresó que una actitud tan revanchista y divisoria, sólo terminaría arrojando leña al fuego y alimentando la generación de movimientos revolucionarios o terroristas de extrema derecha, lo que derivaría en un país profundamente dividido.
En vez de eso, les propuso dejar a los dos himnos, y entonar siempre uno después del otro, como símbolo del compromiso con la reconciliación nacional. “Ante semejante muestra de sabiduría, los partidarios de Mandela inmediatamente comprendieron su error. La decisión final fue la que él propuso. Desde entonces, Sudáfrica mantiene los dos himnos, que se entonan siempre en forma sucesiva”.
Tres lecciones para imitar
Carlin enunció tres conclusiones acerca de la mencionada anécdota:
1) El respeto como concepto fundamental. La construcción de una Nación se debe basar en el respeto, incluso hacia los enemigos más acérrimos.
2) Clara visión de los objetivos. “Mandela quería democracia, justicia, derechos humanos y respeto. Pero sabía que tomar el poder sería un hecho estéril si luego ese proceso no se consolidaba y se tomaba como base para un país estable y armónico, que permitiera la continuidad de la democracia”.
3) Pragmatismo absoluto. “Nelson Mandela era un hombre fundamentalmente pragmático. Era como ustedes, los productores CREA, que saben que todo debe tener resultados visibles; la retórica sola no resuelve nada”.
Mandela, explicó Carlin, conocía los límites de lo posible, y no intentó nunca transgredirlos. “Sudáfrica hoy podría ser una suerte de Irak, un país convulsionado y dividido. Sin embargo, fíjense lo que ocurrió: Los sudafricanos acaban de organizar un mundial de fútbol en forma altamente eficiente”.
Carlin concluyó con otra breve anécdota. Recientemente, estuvo en una provincia norteña de Sudáfrica, sumamente pobre, donde una ONG se dedica a proporcionar equipamiento futbolístico a los chicos para promover el deporte. Había ido allí para asistir a la inauguración de tres canchas de fútbol. “Yo era el único blanco en aquella zona. Y probablemente haya sido el único blanco que estuvo allí en varios años”, dijo.
A la hora de cantar el himno, se sorprendió: “Todos cantaron los dos himnos; y los jóvenes cantaron el himno de los blancos con el mismo entusiasmo y fervor que el de los negros”.
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