Campaña récord con escaso margen
La “supercosecha” de soja esconde cifras que comprometen los alcances de una campaña histórica. Si bien el clima dio una mano para poner primera, faltan resolver cuestiones de fondo.
Por Juan Manuel Fernández, Gastón Neffen y Federico Aguer
La campaña 2009/10 deja tras de si resultados contradictorios. A pesar de haberse logrado excelentes rindes, y en el caso de la soja una cosecha nacional récord de casi 55 millones de toneladas, el efecto inflacionario sufrido en los últimos dos años se llevó la mayor parte de la renta y los productores se encuentran con silos repletos pero márgenes exiguos.
Paradójicamente, el tambo ahora recupera competividad frente a la agricultura. Gracias a la recomposición de los valores de la leche y la fórmula que se usa para pactar arrendamientos, los tamberos estarían en condiciones de pagar mejores alquileres que los agricultores.
Un humilde cosechón
Uno de los primeros en advertir la situación fue Néstor Roulet, ex vicepresidente de CRA. En un trabajo titulado “Lo que oculta la súper cosecha de soja. Ganadores y perdedores”, comparó el resultado económico según el rinde promedio actual de la soja y el de los últimos tres años. Así, los 31 quintales de la campaña que termina arrojarían —luego de descontar costos de cosecha, flete, labores e insumos— un margen de sólo 2 quintales. Pero si se hacen los descuentos sobre los 26.5 quintales promedio de las últimas 3 cosechas se perderían 2.5 quintales por hectárea, que se sumarían al quebrando del año pasado a causa de la sequía.
En cambio, el gobierno nacional sí se beneficia, puesto que el incremento de 76% en el volumen de la campaña sojera respecto de la anterior representaría un salto de 59% en la recaudación por retenciones, que pasaría de 4.400 a 7.000 millones de dólares.
Según el asesor santafesino Norberto Lavatiatta, se trata de “el fin de la burbuja agropecuaria”. A su entender, el aumento de los rindes se lo llevan los costos fijos y, en algunos casos, el productor no contará con liquidez para afrontar el ciclo que comienza. “En el mejor de los casos se van a pagar las deudas de estas dos últimas campañas”, indicó. En el centro provincial, con alquileres de 9 quintales, la ecuación es positiva con rindes muy buenos pero casi negativa con cosecha normal: recolectando 35 quintales el productor se queda con 325 kilos por hectárea (2,75), pero trillando 27 quintales —promedio en la región— sólo se queda con 40 kilos (.8).
La explicación es simple. Por un lado el precio de la soja cayó 20% en el último año a causa de la apreciación del dólar y la abundante oferta mundial: en Chicago bajó de u$s 435.60 a 344.66 en la posición Julio, mientras que en el disponible de Rosario se retrajo de 30 a 870. Por el otro, “los insumos sufrieron una actualización —algunos en pesos, otros en dólares— de 40 al 60% en los últimos dos años”, señaló Lavatiatta.
Desde una importante cooperativa ubicada en el departamento Las Colonias confirman esta realidad. La prueba es que los productores “ya están pidiendo financiado para la cosecha de trigo; o sea que no les quedó excedente, sólo les sirvió para salvar la pérdida del año pasado”.
En la zona, tradicionalmente lechera, los alquileres rondan los 12 quintales de soja por hectárea al año y los tambos tenían serias dificultades para disputarle tierra a la agricultura. Ahora, en cambio, ese quintal mensual equivale a, bastante menos que los 100 litros de leche (que hoy valdrían entre 0/140) que toman como parámetro los productores para los arrendamientos de tambos.
Recuperación “a medias”
Las ventas de maquinaria agrícola suelen ser un termómetro confiable para evaluar “los porotos” que deja una cosecha. Es que los productores y contratistas invierten en sembradoras, cosechadoras o tolvas sobre todo cuando vienen de una buena trilla. Si no hay granos —o si los números cierran “muy finitos”— estás compras suelen postergarse, a no ser que sean indispensables, hasta que haya más margen económico para afrontar una inversión que involucra un capital importante.
Los fabricantes de maquinaria agrícola tenían muy buenas expectativas de ventas para este otoño. “El cosechón” de soja y maíz parecía que iba a terminar de consolidar la recuperación de un sector que empezó a repuntar en la primavera pasada, después de dos años muy difíciles por el conflicto campo-gobierno, la sequía y la crisis financiera internacional.
En la coyuntura actual, Campolitoral pudo confirmar que estas expectativas se cumplieron “a medias”. Algunas de las empresas que fabrican sembradoras y cosechadoras sienten que el mercado está “estancado” y con poco movimiento. En cambio, aquellos que comercializan tolvas, cabezales de maíz y embolsadoras y extractoras de granos vendieron bien en el pico estacional que terminó en mayo.
“Los productores y contratistas están bastante conservadores en sus inversiones”, plantea Raúl Díaz, gerente general de Vassalli Fabril, en diálogo con Campolitoral. Enrique Bertini, que fabrica sembradoras en Rosario, tiene una sensación parecida. “Está dura la venta, pensamos que nos iban a faltar máquinas pero la demanda está quieta”, precisa. Las dos empresas estiman que están vendiendo en el mercado interno la mitad que en el 2007.
En Las Parejas, Carlos Castellani, director de Apache, también confirma que los productores no están comprando al ritmo que se esperaba. “Creo que los productores pueden estar esperando mejores precios de los granos, lo cierto es que en el rubro sembradoras no compran tanto como se esperaba”, explica Castellani.
Es distinto lo que sucede con las embolsadoras y extractoras de granos, lo mismo que las tolvas. “Nuestro pico de trabajo estacional (enero-mayo) fue bueno, no notamos una disminución y logramos colocar una buena cantidad de tolvas, embutidoras y extractoras, y también cabezales”, asegura Danilo Gribaudo, de Ombú (Las Parejas).
El presidente del Centro Industrial de Las Parejas, Haroldo Scarpeccio, una entidad que nuclea a más de un centenar de empresas metalmecánicas, sostiene que aunque las inversiones están “algo demoradas” el escenario es mucho más favorable en comparación con la difícil coyuntura que se vivió a partir del conflicto por las retenciones.
“La sensación es que lentamente el sector se va recuperando”, opina. Y cuenta que los pequeños talleres de Las Parejas y Las Rosas, que habían sentido con fuerza el impacto recesivo, están volviendo a “moverse” a partir de la demanda de insumos de las fábricas grandes de maquinaria agrícola.
Las perspectivas de la hacienda
Otras parecen ser las perspectivas de la hacienda, de carne y de leche. Luego de años de decadencia, distintos factores confluyen para aportar firmeza a las perspectivas del negocio en el corto plazo, al menos hasta mediados de 2011. Siempre y cuando las condiciones políticas se mantengan relativamente estables, el criador y el tambero podrán trabajar con cierta tranquilidad.
Luego de haber cerrado el cupo de la Cuota Hilton, el mercado exportador está tranquilo. “Hasta mediados de 2011 el mercado seguirá con firmeza. Hoy está tranquila la exportación, y hasta que no haya novedades, los frigoríficos exportadores trabajarán a media máquina y no se va a recuperar el precio de la exportación”, analiza Miguel Romano, referente de una importante cooperativa.
“El precio de la invernada está en alza, porque muchos se guardaron los terneros, ya que el sorgo se consigue a $ 200 y el maíz a $ 300/tn. en el campo”, agrega.
Para Romano, se hace una dieta barata, con una conversión que no llega a $ 3 por kilo de carne, “y si uno lo vende a $ 7 u 8 le queda un gran margen, por lo que el criador no piensa en engordar, sino en darle valor agregado al ternero para que el feedlotero lo tome en 220 o 250 kg. y lo deje en 320 kg., que es el peso mínimo de faena”, explica.
Hay un dato revelador: El mismo ternero que el año pasado se pagaba $ 500, hoy vale el triple. Incluso el ternero Holando, que el año pasado era mala palabra, hoy vale $ 6 el kilo, y no se consigue.
Se viene más incorporación de nueva genética de toros. “Las vaquillonas no destinarán para entorar, sino para recriar y hacer futuras madres”, destaca Romano, ya que así podemos tener la posibilidad de recomponer los criaderos, que vienen muy desacomodados. “Se envejeció el rodeo, pero se están haciendo pasturas como nunca antes, gramma rodhes y braquiarias que van a ayudar a ganar rendimiento en kilos”, aclara.
Para el rematador, esta movida no impactará en el bolsillo del consumidor. “La carne seguirá igual, y de acá a un año será más barata”, dice.
Con respecto al tambo, la situación se viene recuperando lentamente. “Los precios se tenían que actualizar”, destaca, aunque precisa que se está pagando la diferencia entre la buena genética, y otro dato: el productor que tiene la vaquillona no se desprende de ella, hay una gran demanda.
Se estima que estamos a un 30 % abajo de producción de leche, sobre todo por la caída del año pasado, “no es por cierre de tambos”, aclara, sino por una caída de producción individual por vaca, que viene mal de la época de la seca. “Las perspectivas para el tambo son buenas”, pronostica.
Algunas de las empresas que fabrican sembradoras y cosechadoras sienten que el mercado está “estancado” y con poco movimiento.
No dar el brazo a torcer
El mayor problema lo tienen los arrendatarios (el 60% de los productores trabajan sobre campos alquilados), ya que los propietarios, enterados de la buena cosecha, buscan renegociar los contratos de alquiler con subas de hasta el 25% en quintales, sin tener en cuenta el resultado real del negocio.
Algunos especialistas recomiendan no avalar tales intenciones. Luis González Victorica, ex presidente de ASAGIR y Director de Cazenave & Asoc. SA, sostiene que “lo más recomendable es no tomar una decisión apresurada que pueda llegar a afectar la rentabilidad”.
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