Un medio internacional dio a conocer esta investigación realizada por especialistas europeos con el fin de salvar a las abejas de todas las adversidades a la que enfrenta hoy en día.
Los investigadores construyen casi todos los días colmenas únicas. Los paneles de cera se instalan encima de una flota de robots pequeños equipados con sensores.
Los algoritmos complejos inspirados en la biología, ayudan a estos robots a enviar diferentes estímulos físicos a los animales. Luego, los investigadores estudian la reacción de las abejas.
“En cuanto tenemos la conexión entre los animales y el ordenador, podemos observar el flujo de información mucho más cerca y descubrir cómo las abejas guardan información, cómo la comunican, cómo filtran la información y todo lo que lleva a una mayor comprensión de estas sociedades animales”, explica Thomas Schmickl, biólogo de la Universidad de Graz y coordinador del proyecto de ASSISIBF.
Los científicos de este proyecto han programado los pequeños robots para tratar de hacer que las abejas respondan a estímulos como vibraciones, cambios en los flujos de aire y, especialmente, variaciones en la temperatura.
Ziad Salem, ingeniero de sistemas del proyecto, destacó la parte en la que intervino, la cual colocó partes electrónicas dentro de los robots, que se pueden calentar a ciertas temperaturas. “Esta es la forma que usamos para que los robots se calienten. Los calentamos para que las abejas se sientan atraídas por estos puntos calientes”, sostuvo Salem.
El siguiente paso, es programar los robots para que de alguna manera imiten de forma autónoma el comportamiento social aprendido durante sus intercambios con las abejas.
Quieren que los robots desarrollen una inteligencia autónoma y colectiva de enjambre. “En los campos de temperatura como los que prevalecen en las colmenas, una sola abeja melífera a menudo no encuentra por sí misma el punto en el que necesita hacer el trabajo. Pero si tenemos más abejas trabajando en la tarea, entonces tienen éxito. Trabajan en comunidad. Intentamos reproducir en robots este ejemplo de inteligencia colectiva de enjambre”, aseguró el biólogo Martin Stefanec.
En este marco, los científicos esperan que los pequeños robots algún día puedan ayudar a proteger a las abejas, que actualmente están sufriendo una fuerte presión medioambiental.
Ven un futuro en el que pequeños robots equipados con sensores podrían vivir dentro de las colmenas e intercambiar con las abejas datos “medioambientales”, como la posible presencia de pesticidas o contaminantes en el entorno.
El bienestar, la protección y la productividad de las colonias de abejas podrían mejorar drásticamente según los investigadores. “Supongamos que tenemos un largo período de lluvia en verano o en clima frío, lo que puede significar que las abejas no tienen suficiente para comer. Si lo supiéramos de antemano, por los robots, podríamos, por ejemplo, regular a la reina para que ponga menos huevos y tener menos crías para que la descendencia que ya está allí pueda ser cuidada de una mejor manera antes de que haya canibalismo”, explicó la bióloga Martina Szopek.-
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