domingo, 14 de octubre de 2018

LA MIEL Y EL JUDAÍSMO


“Y Jehová nos sacó de Egipto con mano fuerte, con brazo extendido, con grande espanto, y con señales y con milagros; y nos trajo a este lugar, y nos dio esta tierra, tierra que fluye leche y miel” (Deuteronomio 26:8-9).
No cabe duda que elegir a Israel, como la nación escogida por Dios, como un lugar donde fluye leche y miel, alimentos que han tenido una importante presencia en las creencias de gran parte de la humanidad, fundamentalmente por el simbolismo que representan, no es algo fortuito ni reciente. Así lo han corroborado los recientes descubrimientos del yacimiento arqueológico de Tel Rehov, situado en el valle del Jordán, de la importancia de la producción apícola al encontrarse un asentamiento de colmenas del siglo IX aC, lo que viene a contradecir la antigua hipótesis de que las referencias a la miel en los textos bíblicos fueran exclusivamente de la derivada de dátiles e higos, sino que existe una evidencia de cierta producción comercial de miel en dicha época en Israel.
La miel para el judaísmo, nos lleva inmediatamente a pensar en la festividad de Rosh Hashaná o festividad del año nuevo judío, donde una de sus observancias consiste precisamente en tomar un pedazo de manzana con miel, con lo que se pretende simbolizar el anhelo de un año dulce, no podemos olvidar que la miel elaborada por las abejas ha sido el único edulcorante desde tiempos inmemoriales hasta la introducción de la remolacha y la caña de azúcar.
En referencia a esta festividad judía, hace tiempo pude leer que si bien tanto la manzana como la miel son dulces, para el judaísmo se trata de dos dulzuras diferentes. Mientras que la manzana representa aquellos momentos dulces que nos da la vida fruto de las relaciones personales, laborales y familiares, en cambio, la dulzura que nos representa la miel es totalmente distinta, es una dulzura fruto del trabajo y del esfuerzo, una dulzura que hay que luchar por ella, es la dulzura que experimentamos tras remontarnos después de sufrir una tragedia personal o un golpe en la vida, el equivalente a una picadura de abeja, y cómo sabemos enfrentarnos y gestionar, saliendo más fortalecidos. La miel, por tanto, representa la dulzura de la superación, esos últimos niveles de los que nos habla la pirámide de Maslow.
Entrando más en profundidad, la miel, que si bien es un alimento kosher, se da la paradoja de que proviene de un insecto, que no es kosher. Aquí nos encontramos aparentemente con una situación irresoluble, pues para el judaísmo, de un animal no kosher no puede surgir un alimento kosher. Sin embargo, la explicación, aparentemente sencilla, se basa en los dos estómagos que poseen las abejas, uno con el que procesa los alimentos para su propia nutrición y otro estómago con el que elabora la miel o mejor dicho donde transporta el néctar de las flores, que son kosher como todo producto vegetal, y posteriormente lo deposita en el panal donde sufrirá un proceso de aireación con el que bajará el contenido de humedad hasta convertirse en nuestra apreciada miel. Otra prueba que apoyaría la idea de que la miel es un alimento kosher lo tenemos en el hecho de que lo que realmente prohíbe la Torá es “todo insecto alado que ande sobre cuatro patas os será abominación”, sin embargo la abeja tiene seis patas, a diferencia del mosquito que anda sobre cuatro. Y así podríamos seguir encontrándonos con muchas más evidencias en este sentido de poder considerar a la miel como un alimento kosher, aunque finalmente nos vamos a fijar en una muy significativa evidencia, tal y como afirman los Proverbios 24:13 “Come miel, hijo mío, porque es buena; sí, la miel del panal es dulce a tu paladar.”
Pero si las abejas son importantes desde la vertiente religiosa, son vitales para el medioambiente y la existencia del propio hombre, pues no podemos olvidar que más del 80% de la polinización de las flores se realiza gracias a su labor pecoreadora, de tal forma que su desaparición, hasta que no se implementen procesos de polinización artificiales, podría llegar a provocar la desaparición del hombre sobre la tierra en una serie de años. De ahí la importancia que tiene, y que muchas veces no le atribuimos, de la desaparición de la población de abejas y de colmenas que se está produciendo en las últimas décadas consecuencia de una serie de amenazas que podríamos englobar en los términos varroa, vespa velutina y CCD o colapso de las colmenas.
Es por ello, que la imagen del apicultor la debemos considerar como la de una persona que lleva a cabo una heroica lucha por sobrevivir, y de este tema sabe mucho el pueblo judío, máxime si tenemos en cuenta la posición de subordinación con que se encuentra dentro del mercado como también el escenario de fragilidad ecológica y social en que desarrolla su actividad. En este sentido, la debilidad y fragilidad del pequeño apicultor, del profesional artesano, nos asemeja a esa misma fragilidad que denota la pequeña abeja alejada de su colmena. Pues así como el hombre fuera de la sociedad se vuelve más vulnerable, al igual le ocurre a la abeja fuera de la sociedad de hermanas que es su colmena.
Ejemplos de esta apicultura heroica, de apicultores artesanos y respetuosos del medio ambiente nos encontramos a lo largo de toda la cuenta mediterránea, con unas amenazas que son comunes en toda la región y con un modo de vida que pretende dar respuesta a las grandes transformaciones sociales como es la despoblación del medio rural, y también productivas, sobre todo en la falta de liquidez y endeudamiento de los pequeños agricultores, lo que les lleva a buscar algunas fórmulas magistrales con las que obtener respuestas sobre cómo sobrellevar la escasez de recursos dentro del complejo escenario medioambiental.
Una muestra de estos artesanos de la miel lo encontramos en la provincia de Zamora, más concretamente en la comarca de Aliste, donde dos familiares y amigos, Dori Prieto y Guillermo Díez, junto a sus familias y amigos, se han propuesto desde hace unos años embarcarse en esta aventura bajo el nombre comercial de Las Obreras de Aliste CB, que no es sino una explotación estante de abejas para la producción artesanal de miel natural dentro de la Reserva de la Biosfera Meseta Ibérica, extraída y envasada en la propia explotación apícola, vinculando de modo inextricable la búsqueda de alimentos de calidad, el desarrollo endógeno y la protección del medio ambiente de esta empobrecida comarca rural. Consideramos que Las Obreras de Aliste CB se puede considerar como un ejemplo de sistema productivo agropecuario con un claro enfoque de sostenibilidad medioambiental al adaptarse a las condiciones biofísicas del medio e implementar, en la medida de sus posibilidades, las relaciones socioeconómicas y el respeto a los elementos culturales de esta comarca.
Después de ver la forma de trabajo de estos artesanos, no cabe duda de que la miel no debe considerarse como una mercancía más, expuesta a los vaivenes de los mercados internacionales, sino como un alimento que necesita disponer de las garantías suficientes para que las personas tengan la certeza de que adquieren un alimento puro, sin contaminar. Debe aspirar la miel a ser un ejemplo para demostrar que la oferta y la demanda propia de cualquier mercado no puede ser el principal formato en la relación entre el hombre y la naturaleza, sino que existen otra serie de valores, polinización de los cultivos y protección del medio ambiente entre otros, que deben formar parte también de esta ecuación. Con el fomento de la apicultura sostenible se apuesta por un aprovechamiento sensato y racional de la naturaleza, tal y como se ha hecho siempre, que permite el equilibrio medioambiental, la sostenibilidad y el desarrollo de este mundo en el que nos ha tocado vivir.

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