Desde que en junio Beijing aumentó 25 puntos porcentuales el arancel a las importaciones de soja estadounidense, los agricultores brasileños se beneficiaron de manera inesperada cuando China recurrió al país sudamericano en busca del cultivo que se convierte en alimento para animales y aceite.
La voraz demanda proveniente de China hizo subir el precio de la soja brasileña, que trepó 30% este año y redujo de manera peligrosa el suministro interno.
El auge de las exportaciones de soja provocó una disminución de la actividad industrial del país dedicada al procesamiento de los granos de soja, los cuales son convertidos en aceite y harina. Y el alza del precio que deben pagar las procesadoras por la oleaginosa implica una reducción de sus márgenes.
En Brasil los inventarios de soja, que funcionan como reserva por si se produce una repentina escasez del cultivo, disminuirán a 800.000 toneladas, su nivel más bajo en 6 años, a fines de este año, según un informe de la Organización de Alimentos y Agricultura de las Naciones Unidas.
A medida que suben los rendimientos de los bonos del Tesoro norteamericano, las acciones pierden su brillo. Sin embargo, la plaza volvería a tomar impulso
Como China históricamente importó una tercera parte de su soja desde los Estados Unidos, la industria global quedó en la mira de la creciente guerra comercial entre Washington y Beijing. Los agricultores norteamericanos sienten el impacto porque los precios de la soja han caído en Chicago.
El mayor consumo de carne por parte de la clase media china ha elevado la demanda de soja, que se usa para alimentar a los cerdos. Y los consumidores chinos también ven el efecto del mayor precio de la soja brasileña porque se traslada al precio local del cerdo.
El precio de la harina de soja en la Bolsa de Commodities Dalian en China subió más de 12% desde principios de septiembre, y desde que comenzó el año el alza acumulada supera el 20%.
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