Al empezar el año todo hacía suponer que para la ganadería uruguaya sería más de lo mismo: precio de exportación en US$ 3.400 por tonelada, como en 2016, una producción de terneros estable en los niveles de destete de todos los años, y una competencia muy fuerte desde Brasil cuya producción va en aumento. Incluso la exportación en pie arrancó el año con dudas, como indicando que el año tal vez hasta sería más difícil que el 2016.
Sin embargo, ya desde el comienzo del año se vio que se prolongaba una situación que venía de la primavera: lluvias abundantes y una situación forrajera muy buena fueron características en el verano. Pero el azar climático por sí solo no es suficiente para cambiar profundamente un sector.
Y el precio de exportación hasta el momento no se ha movido de los US$ 3.400 la tonelada. Sin embargo, hay razones para suponer que el precio de exportación que Uruguay logra puede subir en el segundo semestre y consolidar un buen momento para la ganadería uruguaya en base a las desgracias ajenas.
Pero factores imprevistos se sumaron para que el panorama ganadero para la segunda mitad del año sea muy distinto a lo que se podía esperar al terminar 2016.
En primer lugar, la llegada de un inversor japonés al centro del país, comprando un frigorífico de primera línea como el BPU Uruguay envió una señal a los productores: hay quienes ven un futuro promisorio en el sector cárnico uruguayo a pesar de los altos costos y todos los demás desafíos. La mirada de largo plazo de un sector cárnico sofisticado y diferenciado pareció convalidada.
Luego vino la aparente salida de India del mercado internacional por razones religiosas. Un hecho inesperado todavía a confirmarse pero que formó parte de la campaña política del presidente nacionalista hindú, Narendra Modi.
Pero lo más sorprendente y potencialmente importante es la sucesión de hechos que dañan la imagen de Brasil, el principal competidor de Uruguay en el mercado. La sucesión de Carne débil, es decir el etiquetado adulterado para vender carne que ya estaba vencida, la grabación y posterior cruce de acusaciones entre JBS y el presidente Michel Temer y la decisión de EEUU de suspender las compras de carne refrigerada de Brasil, le dejan a Uruguay la pelota picando para acentuar la diferenciación y colocar fluidamente su carne en el exterior. Y potencialmente quebrar los US$ 3.400 por tonelada que viene recogiendo como precio desde hace más de un año.
Un buen horizonte
La situación planteada genera oportunidades de mediano plazo y la necesidad de acentuar la diferenciación de la marca país. En efecto, por un lado hay una oportunidad pero por otro lado hay un riesgo de que en los mercados de Asia se considere a la carne sudamericana como un conjunto no confiable, y Australia y EEUU recojan todos los beneficios de los problemas brasileños.
Por eso el resultado de este entore y del que viene son de enorme importancia. Es el momento de posicionar a la carne uruguaya más que nunca, bien distinta de la brasileña y la paraguaya, más confiable por trazada y porque en Uruguay se promueve una cultura de la credibilidad.
Aunque siempre se puede esperar más, Uruguay estará generando en el próximo otoño 300 mil terneros más de los que se generaron en este otoño. Lo que implica un alivio para los invernadores que vienen castigados por la competencia de la exportación de ganado en pie y la relativa escasez de reposición. Y el desbalance entre el precio por kilo de los terneros –que supera los US$ 2 y el precio por kilo del novillo gordo– que según la época del año oscila entre US$ 1,50 y US$ 1,70.
Tanto el cambio de escenario afuera como las favorables condiciones climáticas de los últimos 12 meses están generando un ambiente positivo que abre oportunidades por la certeza que brinda la exportación en pie.
Despejada esa incertidumbre, la ganadería puede estar ante un nuevo envión productivo. La elevada extracción de los últimos dos años parece asegurar una oferta moderada de ganado gordo por delante. En particular es posible que empiece un descenso estructural de la faena de vientres.
De liquidación a retención
Más allá de que a los precios actuales genera una facturación tentadora enviar una vaca preñada a frigorífico, es previsible que una mejor preñez que el año pasado y una lógica firme de precios para los terneros lleven a que la faena de vientres baje.
Eso es lo que ha pasado en las últimas cuatro semanas, tal vez anticipando que de una fase de moderada liquidación del rodeo se pase ahora a una fase de retención de vientres, que devuelva el rodeo de vacunos a los 12 millones de cabezas, o aún algo más sobre el final de esta década.
En las últimas cuatro semanas empezó a notarse un descenso significativo en la faena de vientres que puede estar indicando el comienzo de una nueva etapa. Cuatro semanas consecutivas de descenso en la cantidad de vacas faenadas, pero más importante, de descenso en la participación de las vacas en la faena parecen estar indicando el comienzo de una nueva fase. De hecho, el porcentaje de vacas faenadas la semana pasada fue el menor del año.
Todo hace pensar que si Uruguay trabaja bien la venta de carne, se abre una oportunidad importante y que se precisarán más novillos, y que los productores están actuando en consecuencia. Si se despeja la incertidumbre impositiva, podemos presenciar la persistencia de una menor oferta de vacas y de un crecimiento en la producción de terneros, ya que el próximo entore también podría ser favorable tomando en cuenta el buen estado de los rodeos.
Tras dos años en los que un poco por clima y otro poco por baja de precios y aumento de costos los productores se mantuvieron en una lógica de cautela y el stock ganadero bajó, puede estar empezando una etapa nueva.
La posibilidad de una postzafra que tenga precios más altos y que se prolongue más que la del año pasado, una buena situación forrajera que permita recriar más a las vaquillonas y expandir nuevamente los rodeos de cría y un precio de exportación que levante de los actuales niveles, pueden permitir el comienzo de una nueva etapa para la ganadería.
Si la ganadería recibe alguna señal de estabilidad en las reglas de juego y el clima se mantiene normal, es altamente probable que la producción de terneros se vuelva a acercar a los tres millones en el mediano plazo.
Si todo sigue rodando normal en materia de clima y sin cambios de reglas de juego, pueden destetarse 2,8 millones de terneros en 2018 y 2,9 millones en 2019. Y esos novillos, ¿cuánto pueden valer con un Uruguay plenamente diferenciado en carne vacuna en 2020?
Un poco por el azar del clima, otro poco por los errores de los vecinos, por las decisiones de India y por las medidas tomadas a partir de la fiebre aftosa que han generado una credibilidad diferencial, la ganadería se encuentra ante una oportunidad muy especial de crecer en volumen y precios.
Oportunidad en Brasil
Los turistas que viajen en estas vacaciones de julio a Brasil pueden encontrarse con ofertas sorprendentes en restaurantes, por ejemplo, en Buzios. En efecto, allí los turistas son abordados y se les ofrece “carne uruguaya”. Entre la rivalidad de los brasileños con los argentinos y los efectos del episodio Carne débil, las posibilidades de la carne uruguaya están latentes. Brasil ya compra picaña y carne ovina de Uruguay, como rubros principales.
En la medida en que la economía brasileña mantenga una lógica de recuperación, pueden abrirse nichos, que ya están presentes pero que pueden expresar un mayor potencial en el país norteño.
En lo que va de este año, las exportaciones ya muestran un aumento en volumen y en precio. Al 17 de junio, se colocaron 6.170 toneladas de carne vacuna, que generaron US$ 31 millones. Un aumento de 11% en volumen y de 45% en facturación, respecto al año pasado.-
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