Las leyes del genetista Gregor Mendel ayudaron al auge de esta variedad. El afán de buscar nuevas versiones de diversos frutos no se ha detenido.
La historia de las uvas sin semilla empieza hace 20 años en el estado de California (Estados Unidos). No porque se crearan entonces, pues siempre han existido, sino porque desde ese momento se les empezó a cultivar de forma extensiva.
Joaquín Gómez, presidente de la Asociación de Productores y Exportadores de Fruta (APOEXPA) de España señala que la ausencia de pepitas no afecta a la producción de la viña porque, como otros frutales, se multiplica por esquejes (fragmentos de las plantas separados con una finalidad reproductiva).
“Con la aplicación intensiva de las leyes de Mendel, se ha conseguido popularizar la uva sin pepitas –explica el especialista-; a base de cruces selectivos consigues lo que quieres. Ahora mismo hay uvas incluso con sabor a fresa o frambuesa”. Se trata, en definitiva, no de una modificación genética, sino de una minuciosa selección de ejemplares.
En Europa, España es la primera productora de uvas sin pepas. En ese país destaca especialmente la región de Murcia, que concentra el 90% de la producción nacional. La segunda mayor productora de esta variedad es Italia, seguida de Grecia.
Estos países mediterráneos no son, sin embargo, los que más consumen las uvas sin pepas. “De momento, las uvas sin pepitas solo significan el 10% de las que se comen en España. Las uvas de siempre siguen siendo las que mandan. En otros países, como Alemania, la proporción ya está al 50% para cada tipo. En los países bálticos el 80% son sin pepitas, mientras que en Reino Unido hablamos de prácticamente todas. En Estados Unidos también es la variedad dominante”, explica.
La uva no es la única fruta modificada por la intervención humana, que lleva siglos cruzando variedades para que resulte más apetecible. De hecho, antes de ser domesticados los plátanos estaban llenos de semillas y las sandías tenían huecos en su interior. Lo mismo sucede con otros alimentos, como la zanahoria, el maíz o la berenjena.
Consultado sobre si habrá alguna vez una variedad de uvas sin piel, Gómez expresa: “Eso es mucha pedir”. “No se puede conseguir de forma natural. Las uvas sin piel que se pueden comprar están en conserva. Se les retira manual o mecánicamente”.
En tanto, las uvas sin pepa son un éxito entre los niños que “cuando las prueban ya no quieren otras”.
“Poco a poco se van popularizando. Está pasando como con las sandías, que cada vez son más difíciles de encontrar con pepitas. Llegará el día en que haya más uva sin pepitas que con pepitas en nuestras Nocheviejas”, remata.
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