Crisis. La situación afecta más a 8 estados, que concentran 70% de la producción nacional.
San Juan de la Loma, Edomex .- Como todos los días desde hace 40 años, don Ascensión Navarrete se refriega las manos para ese primer contacto con la ubre de vaca. Todavía de madrugada sus dedos agrietados comienzan a frotar las tetillas. “Para irlas aflojando”, dice él, ya presto a recibir el chorro níveo de 38 grados centígrados.
—¿Qué es tocarlas… ordeñarlas?, se pregunta con ingenuidad.
—Siente uno el calorcito de los animales, se hace química con ellos.
La mirada de don Ascención es un espejo donde se descubre la zozobra: delata un fin inevitable en la peor crisis vivida en décadas por los productores lecheros, en especial los pequeños… Según la Confederación Nacional de Organizaciones Ganaderas (CNOG), el 92 por ciento de la leche producida en México proviene de establos con menos de 50 vacas.
Todo se ha conjugado en su contra: desplome del precio internacional de leche en polvo, exceso de importaciones, proliferación en el mercado de productos lácteos pirata, indiferencia de la Secretaría de Economía e incapacidad de Liconsa para surtir con producción nacional el total de su programa social, entre otros factores.
Como desenlace, miles, millones de litros sobran, quedan fuera del mercado ordinario y a la deriva. “Se tiran”, dicen unos. “Se descomponen o se pagan a precios depredados”, dicen otros.
Conforme a datos de la Coordinación Nacional de Ganadería de la Sagarpa, 2 millones de litros se encuentran en esta situación a la semana, pero según el Gremio de Productores de Leche de la República Mexicana, son al menos 6 millones. “En un país como México resulta inaceptable tal desperdicio de leche, no sólo por el gran esfuerzo para producirla y porque es uno de los alimentos más valiosos que tenemos, sino por los altos niveles de pobreza y desnutrición entre la población, principalmente en los niños”, refiere Víctor Mazzuti, presidente de la Unión Regional Ganadera del Estado de México.
El panorama afecta en mayor medida a ocho entidades: Jalisco, Coahuila, Chihuahua, Durango, Veracruz, Guanajuato, Edomex y Puebla, donde se origina más del 70 por ciento de la producción nacional.
En los últimos dos años han desaparecido entre el 5 y el 10 por ciento de los lecheros nacionales.
Desde este barrio mexiquense de mezquites y pirules, el de San Juan de la Loma, don Ascención -de 75 años- parece enfilarse al adiós. Tiene sólo cinco vacas alimentadas casi de manera silvestre y tras dos ordeñas al día recolecta sólo 50 litros de leche, un promedio de 10 por animal, cuando los ganaderos consideran que una vaca rentable debe producir al menos 30 litros diarios, para venderse a 6 pesos y generar alrededor de 180 pesos, 120 de mantenimiento y 60 de ganancia.
El viejo campesino, quien alguna vez quiso olvidar las vacas y dedicarse a la albañilería, logra apenas vender su leche en cinco pesos el litro a un quesero local. Obtiene 50 pesos por bovino.
“Hace más de dos años que no suben el precio, pero a mi edad qué puedo hacer. Así me voy a morir”…
AGONÍA. ¿Cómo es posible que en un país deficitario se desperdicie leche o haya excedentes?, ¿por qué la leche es más cara en México que en Estados Unidos?
“Hay una serie de variables que hoy se han alineado en detrimento de los lecheros: ordeñan antes de las cinco de la mañana, pero no desplazan su producto porque el comprador les dice: en lugar de pedirte 10 mil litros, mejor compro 10 toneladas de leche en polvo de Nueva Zelanda que puestas en mi bodega me cuestan 4.40 el kilo”, describe Francisco Gurría, coordinador de Ganadería de la Sagarpa.
El precio internacional de la leche en polvo bajó más de la mitad en el último año, al pasar de 5 mil 500 dólares la tonelada a 2 mil 400 dólares. El desplome se originó por el exceso de vacas en el mundo: Nueva Zelanda —líder en el mercado— subió de 4 a 8 millones de animales, y Estados Unidos de 8 a 10 millones, además de contar para 2015 con 4.6 millones de vacas que parirán por primera vez.
El repunte del hato ganadero se explica por la disponibilidad de buena comida, en especial alfalfa y otros insumos como maíz, sorgo y demás oleaginosas —en perjuicio de los productores de este ramo—, cuyo valor también descendió entre un 30 y un 50 por ciento en el último año.
—¿Qué hay de la leche en polvo mexicana?, se cuestiona a Gurría.
—Tenemos una infraestructura limitada: la leche debe recorrer muchos kilómetros para ser deshidratada… La planta más grande está en Chihuahua y donde más sobra leche es en Jalisco. Trasladarla te costaría más o menos 70 centavos por litro y deshidratarla un peso con 20 centavos más. El precio del producto final no sería atractivo para el consumidor, no podemos competir.
Acepta que “el mercado nacional de consumo no ha reaccionado al ritmo de la producción de leche, que no se está retirando de mercados y anaqueles. Empieza a darse un pico de excedentes”.
—¿Influye la mala situación económica del país?
—Sí, es un reflejo del ritmo de crecimiento.
Y a la par se desbordan las importaciones de leche, inundan el mercado sin regulación de la Secretaría de Economía…
“Tenemos la puerta abierta, empezando por 80 mil toneladas al año que carecen de arancel. Las empresas estatales y particulares salen a comprar afuera, en un mercado manipulado por países excedentarios que cuentan con muchos apoyos y subsidios tanto a la producción como a la exportación: ofertan su leche al mejor postor, incluso a menos de su valor real”, apunta Salvador Álvarez Morán, presidente del Gremio de Productores Lecheros de la República Mexicana.
“Es increíble que firmemos tratados de libre comercio con todos los países y lo primero que aceptemos es el ingreso indiscriminado de leche. En el Acuerdo de Asociación Transpacífico Nueva Zelanda exige que la leche sea el primer producto que se abra. ¿Qué les vamos a vender nosotros? Nada, y nos llenarán de leche en polvo que para ellos es un desecho. Podríamos generar empleos en México, producir la leche que requerimos con mano de obra mexicana, pero en cambio consumimos leche extranjera de dudosa calidad que ni siquiera se sabe cuántos años tiene de producida”, acusa Mario Valdés, del Consejo Regional Agropecuario de la Comarca.
—¿Qué necesitaría para crecer?, se pregunta a don Ascención, aún aferrado a las tetas de la vaca.
—Un mejor precio de leche. Pero llevo ya 40 años soñando y nunca he pasado de pobre…
Presión internacional
Nueva Zelanda: aporta más del 30 por ciento del total de la leche comercializada en el mundo, pues sólo tiene 4 millones de habitantes, y 90 de cada 100 litros que produce —en un clima lluvioso— le sobran, por lo cual los deshidrata y convierte en polvo.
Estados Unidos: un litro de leche al consumidor cuesta entre 11.40 y 12 pesos, más barata que en México —donde se ofrece a 14 o 14.50 pesos—. Tiene una gran capacidad industrial de secado y envía a Etiopia mil 500 toneladas de leche en polvo al año.
Los datos
Principales productores de
leche: Jalisco (19%), Coahuila (12%), Chihuahua y Durango (9%), Veracruz y Guanajuato (7%), Edomex y Puebla (4%)
Consumo anual de leche en el país: 14 millones de litros
(30% del consumo es importado)
Producción nacional:
11 millones de litros
Millones de litros de leche se pierden y… hay tres millones de niños desnutridos
Un quesero mexicano compite con un uruguayo, quien oferta hoy el kilo de queso a la mitad de lo que vale aquí.
Tres millones de niños desnutridos podrían alcanzar por lo menos el consumo per cápita de leche en nuestro país si se aprovecharan los seis millones de litros que cada semana tienen hoy un destino incierto.
Según la Comisión Ejecutiva Bovinos Leche —conformada por autoridades federales y organizaciones ganaderas—, el consumo por persona en México va de 300 a 360 mililitros al día, cantidad que aún así está por debajo de la recomendada por la Organización Mundial de la Salud -500 ml-.
“Es un producto básico, pero inaccesible para muchas familias, en especial las que viven en franjas pobres de pueblos, ciudades y asentamientos conurbados”, describe Salvador Álvarez Morán, presidente del Gremio de Productores Lecheros de la República Mexicana.
Según el Instituto Nacional de Salud Pública, los infantes con acceso a la leche alcanzan una talla mayor (2 centímetros, en promedio) que quienes nunca la reciben.
Pero la leche aquí se malpaga o se pierde…
La estampa es inverosímil: se requiere producir 3 mil millones de litros extra al año para responder a las necesidades nacionales, y de manera paradójica los productores se quejan de mermas.
“¿Para qué tener más si no se pueden vender, si no se cubre ni el costo de producción? –cuestiona Álvarez Morán—. No vemos una política pública congruente: Sagarpa apoya la recría, ¿pero dónde está la compra y el consumo?, ¿qué hacen la Secretaría de Economía y Liconsa?”.
De acuerdo con estudios más recientes del sector, el costo mínimo de producción de un litro de leche está entre 5.80 y 6 pesos.
“El industrial redujo las compras con el argumento de una baja en las ventas, y el productor se queda colgado de la brocha, no tiene otra que recurrir a mercados suicidas”.
—¿Cuáles?
—Va con queseros y vende la leche en la tercera parte de su valor: a peso, a dos pesos… Hay gente que dice: yo te compro a 3 pesos puesta en mi planta. Eso es regalarla, por eso prefiere tirarla como una forma de manifestar su inconformidad.
¿Y el hambre, y los niños?…
QUESOS. La desbordada importación de productos derivados acentúa los sinsabores… Como el queso: se introducen al año más de 102 mil toneladas al año, con valores y costos de producción menores a los de México.
Un quesero mexicano, por ejemplo, compite con un uruguayo, quien oferta hoy el kilo de queso a la mitad de lo que vale aquí.
Y en medio de la crisis los queseros recurren a leche en polvo o, en el peor de los casos, a sueros y proteínas de origen vegetal. En nuestro país se carece de una norma oficial que regule esta industria.
CUAJADO. “Sólo el amor supera a la leche”, se lee en la entrada de la fábrica de quesos de don Luis Godínez, quien pese a las tentaciones del mercado internacional, es de los pocos que ha insistido en comprar todos los días 15 mil litros de leche de vaca a 20 pequeños y moribundos productores de la región de Zumpango, Estado de México.
En el año, tres de sus proveedores han desaparecido: “Vendieron su ganadito y se dedicaron a otra cosa. Su producción era muy poca, el precio de venta bajo y los gastos de luz, energéticos, insumos, gasolina y diesel muy altos. No les convenía sobarse el lomo desde temprano”.
Se ofrecen aquí, entre flechazos suculentos, 28 tipos de queso que hoy han atraído a Javier Bello, ex secretario del Sindicato de Trabajadores de la Cámara de Diputados, quien ha atiborrado su camioneta de manchegos, panelas y asaderos.
—¿Los vende a diputados?, se le pregunta por curiosidad.
—Qué va, ellos no compran nada, están acostumbrados a que todo se les regale…
Don Luis paga a los lecheros entre 5 y 6 pesos el litro de leche. “Quisiera pagárselos mejor, pero el mercado no da para más”.
—¿Por qué varia el precio?
—Hay productores de más calidad que alimentan su ganado con forraje y concentrado lechero, y además enfrían la leche en un tanque, no se les puede dar lo mismo que a los de traspatio que no enfrían y producen poco.
CONTRASTES. Para la Sagarpa, el desperdicio millonario de leche es impreciso. “Si fuera tanto ya estaría llegando un río blanco al DF”, dice Francisco Gurría, coordinador nacional de Ganadería.
—¿Cómo interpretan entonces la situación?
—El comprador le dice al productor: te voy a comprar 100 litros a 6 pesos, pero del 101 al 114 a 5.50, y después del 115 a 4.80 y del 120 a 4.20, lo hace para ahorrarse una lana… El lechero lo único que quiere es que se lleven su leche, pero que le paguen su costo de producción más un margen razonable. El litro 1 y el 100 le cuestan la misma chinga y la vaca come lo mismo.
Todos los años llegan a nuestro país 200 mil toneladas de leche en polvo…
“Así que los industriales tienen también un papel que jugar, podrían sustituir parte de sus compras con leche fresca mexicana. Lo que buscamos es reunirlos para que se comprometan a eso”, comparte Gurría.
Pero más enemigos acechan, como los acaparadores. “Vivales que se quieren hacer ricos de la noche a la mañana, insensibles a la problemática de productores nacionales y que apuestan por invadir de polvo el mercado. Sólo debería permitirse importar a quienes compran leche mexicana, en la proporción en que lo hacen”, urge Mario Valdés, Presidente del Consejo Regional Agropecuario de la Comarca Lagunera.
—¿Qué están haciendo con el excedente?
—Lo vendemos a un precio muy bajo, pero ni así. Algunos lo llevan a las deshidratadoras de Liconsa y ya para cuando aceptan recibir la leche se echó a perder. La leche es una bomba, tenemos que moverla rápido porque aumenta el conteo bacteriológico y se agria. Hablamos de 400 mil litros diarios en esa condición. En los centros Liconsa hay 45 o 50 pipas dobles esperando turno para descargar. Hay lentitud en la recepción, no se cuenta con la infraestructura adecuada…
Sacrifican ganado lechero por desprecio de Liconsa
Preocupante. Doña María Almazán alista el bote de leche que será para la venta local.
Un par de mazorcas cuelgan de la casa de doña María Almazán, en el pueblo donde agua y refresco valen más que la leche.
“El maíz ahuyenta el hambre”, dice la mujer, primera en levantarse en el establo familiar. Ya alimentó las becerras, colmó un bote de leche para venta local y ahora alista el nixtamal, porque el antojo apunta a gorditas rellenas de queso.
“Le entramos todos a la chamba o tronamos”, se sincera.
En medio de la crisis de lecheros nacionales, la sobrevivencia de establos como el de la familia Godínez Almazán sólo es posible si se conjuntan las manos de abuelos y nietos, de hijos, nueras y yernos.
Entre grano y grano, se queja María:
—Nuestro producto está por los suelos y Liconsa no compra ni deja vender… Antes vendíamos a los vecinos hasta tres botes de leche, más de 100 litros, ahora apenas uno. Ellos la dan a 4.50 y nosotros no podemos bajarla de nueve.
—La de Liconsa es para los más pobres —se ataja.
—¿Qué pobres? Ni hacen estudios ni nada, están registrados los más pesudos del pueblo.
A la espera del primer bocado, Rodrigo, el hijo que encabeza la administración del establo, suelta sin más:
—No sabemos si la de Linconsa sea leche o no. Propongo un reto: alimentar a un niño con leche nuestra, de vaca buena, y a otro con la de Liconsa, a ver quién crece más.
MOCHES. Las acusaciones contra Liconsa -encargada del Programa de Abasto Social de Leche- van más allá de competencias y calidades.
“Hemos registrado casos en sus centros de acopio donde se pide dinero a productores para recogerles la leche”, denuncia Mario Valdez Berlanga, integrante del Consejo Nacional Agropecuario y Presidente del Consejo Regional de la Comarca Lagunera.
—¿Corruptelas?
—Lo que se llama moche, que se pide ya cuando están formadas las pipas. Funciona como los tránsitos, a pura mordida.
—¿Y por qué lo han permitido?
—La gente tiene que hacerlo para no tirar su producto. Por falta de mercado, muchos mueven su leche a las plantas de Liconsa: a 3.30 puesta en la planta de Lagos de Moreno, pero a pura mochada.
Las sospechas van en dirección a Chihuahua, Guanajuato, Jalisco y Aguascalientes.
—¿Qué sabe la Confederación Nacional de Organizaciones Ganaderas sobre el tema? —se pregunta a su tesorero Salvador Álvarez Morán.
—Se oyen cosas, pero nada oficial…
ESPOSA Y QUERIDA. Liconsa, sectorizada en la Sedesol, compra alrededor del 30 por ciento de la leche de su programa social en el extranjero, motivo de reproches…
“Hay que ver cómo Liconsa retira algo del excedente, cómo Sagarpa mete recursos para que nos recompre esa leche en polvo en vez de salir al mercado internacional. La discusión es cuántas toneladas de leche en polvo comprará allá que podría comprar de leche mexicana. Esa es la queja, sí necesita algo de polvo, pero a lo mejor no 30 mil toneladas”, dice Francisco Gurría, Coordinador Nacional de Ganadería de Sagarpa.
—¿Ustedes dan recursos?
—Como en otras épocas lo hemos hecho. A Liconsa el Congreso le dice aquí tienen para tantos litros y no hay más, es cuando vienen a pedirnos dinero, pero necesitamos una estrategia, no se trata sólo de que les enviemos la lana, es como a tu mujer: ¿en qué lo vas a gastar y cómo? Sólo a la querida le mandas la lana así.
—Liconsa ha dicho que Sagarpa debe resolver el problema de excedentes…
—La Secretaría no compra leche, si nos pasan a Liconsa está bien. Esperamos que en la nueva legislatura podamos abrir esa discusión.
¿Liconsa a Sagarpa? La idea es respaldada por el sector productivo.
SEÑORITAS. El año pasado Liconsa compró 778 mil litros a productores mexicanos, una participación de menos del 7 por ciento del mercado nacional.
“A finales de 2014 empezó a decir que no compraría todo y creó una falsa expectativa de precio, dejó mucha leche que provocó problemas en todos lados, porque nadie la quería. Y estos primeros meses del año amenazó con dejar más… En otros países los programas sociales se hacen con leche que tiene dificultades de comercialización, no la importan. Que sea una entidad que vea hacia la gente, pero también hacia los pequeños productores”, pide Álvarez Morán, presidente del Gremio de Lecheros de la República Mexicana.
Entre el agobio y la desesperanza, hay productores forzados al sacrificio de sus animales.
“Cuando la necesidad de dar de comer a las vacas es mucha, no tienes otra que deshacerte de algunas”, dice Rogelio Godínez, mientras acaricia a sus “señoritas rumiantes”, acostumbradas a sus manos. Y lo secunda Víctor Mazzuti, Presidente de la Unión Ganadera del Edomex: “Vacas en plenitud de producción están siendo vendidas, porque no hay quien compre leche. Los sobrantes de varios estados llegan a otras regiones del país y se abarata el mercado”.
Las historias cruzan de sur a norte y alcanzan las zonas con más producción lechera…
“En los rastros de la Comarca la mayor cantidad de ganado sacrificado es el lechero, estamos matando vacas que dan 30 litros al día, un promedio de 500 animales diarios. Sacamos lo que se puede de carne, pero acabamos con la genética. Hay establos que en un sólo día sacrificaron más de mil 500 cabezas”, narra Valdés Berlanga, del Consejo Agropecuario Lagunero.
“Algunos ordeñábamos hasta tres veces al día y ya no, el problema es que disminuye la mano de obra y las familias sin trabajo tienen que comer, no tendrán otra opción que la delincuencia, vamos a tener otra vez un problema serio de inseguridad”.
¿Hacía dónde caminar para evitar que la ruina se repita?, ¿cómo producir más leche a menor costo y depender menos de la oferta foránea? Sin cambio de viraje, según la Asociación de Ganaderos Lecheros, el 40 por ciento de los 250 mil productores nacionales desaparecerán al final de sexenio.
“Necesitamos asistencia técnica, infraestructura, bajar los costos de la energía, mejor genética, mejores dietas y prácticas de ordeña, que todo el mundo insemine, criar becerras para reemplazos y un eficaz acompañamiento al productor a través de transferencia tecnológica”, resume Gurría.
“Un precio estable, certidumbre legal en el uso de electricidad y agua y autoridades que se pongan de acuerdo, porque hoy Sagarpa te apoya y la Secretaría de Economía te golpea”, señala Mazzuti.
Al pie del Cerro de la Estrella de Zitlaltepec, donde huele a maguey, don Domingo Godínez, quien concibió hace más de 50 años el proyecto del establo hoy heredado a sus hijos, susurra apenas:
“En 1970 la gasolina estaba a 50 centavos, el diesel a 30 centavos y la leche a peso. ¿Y hoy? Queremos que las autoridades se fijen en las necesidades de la gente, nos han tenido olvidados”…
Y su mirada se pierde ya en la laguna de Zumpango y sus aves migratorias.
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