Con proyecciones de crecimiento de mil hectáreas al año, una demanda internacional creciente y estimaciones de precios récord para esta temporada, además de condiciones climáticas favorables para su desarrollo, Chile se convertirá dentro de los próximos cinco años en el tercer mayor productor mundial de este fruto seco.
Hasta hace diez años, Patricio Sandoval se dedicaba solo a la agricultura tradicional en la Región del Biobío. La inestabilidad en los precios de los cultivos anuales y su baja rentabilidad lo tenían inquieto, por lo que comenzó a buscar una opción más atractiva y que demandara poca mano de obra para reconvertirse.
Sin tener muchos conocimientos sobre la especie -como él mismo recuerda-, se aventuró a plantar tres hectáreas de avellano europeo en 2003, las que ha ido aumentando año a año, hasta llegar al huerto de 12 hectáreas que hoy tiene en su campo en la comuna de Pinto, a 12 kilómetros de Chillán. A pesar de que es uno de los pocos en Chile que no tiene riego tecnificado, ha obtenido rendimientos récord de 5 mil kilos por hectárea.
“Este año voy a crecer y todos los años pretendo seguir aumentando la superficie e ir desplazando los cultivos de trigo, remolacha y achicoria, porque no tienen comparación”, comenta, en relación con los precios estables que ha exhibido el mercado de la avellana europea en los últimos años y a que los costos de plantación son de unos $3,5 millones por hectárea sin considerar el terreno, bastante menos que otros frutales.
La decisión de Patricio Sandoval se repite en distintas zonas del país, especialmente en el área centro-sur, donde a los agricultores se les transforma en una oportunidad atractiva frente a los cultivos tradicionales, con retornos que en una temporada como la de 2014 -considerando un precio de US$ 3,5 por kilo y un rendimiento promedio de tres toneladas por hectárea- pueden superar los $6 millones.
Pese a que las cifras oficiales dan cuenta de una superficie que bordea las 9 mil hectáreas, según los catastros frutícolas del Centro de Información de Recursos Naturales (Ciren), que en su mayoría se concentran en la Región del Maule, en la industria aseguran que ya supera las 16 mil hectáreas plantadas a nivel nacional y prevén que seguirá imparable en los próximos cinco años, con tasas de crecimiento de mil hectáreas anuales.
De concretarse esa expansión, en 2020 Chile se convertirá en el tercer mayor productor del mundo de avellanas europeas, detrás de Turquía e Italia, superando a países como Georgia, Azerbaiyán, España y Estados Unidos, que actualmente se ubican dentro de los principales (ver infografía).
Si bien el despegue de este frutal fue de la mano de los fabricantes de chocolates Ferrero, que a través de la instalación de la frutícola AgriChile a comienzos de los noventa promovieron las plantaciones de avellano europeo mediante contratos de opciones de compra con los agricultores, en los últimos años las opciones de venta se han diversificado e incluso hay agricultores que están exportando directo a distintos mercados, como China e Italia, con precios tan atractivos como los que se pagan en el país.
Los expertos de la industria coinciden en que la demanda mundial por avellanas europeas -tanto para la elaboración de chocolates como para consumirlas como snack- es creciente y que distintas empresas internacionales cada vez más miran a Chile como un proveedor confiable de avellanas de calidad, frente a una oferta que no crece entre los actuales mayores productores (ver infografía).
Ese cuadro genera precios atractivos en el país los que, sumados a las buenas condiciones climáticas que se dan para la especie y al mayor conocimiento de la industria a nivel externo, proyectan que el crecimiento del avellano europeo en Chile siga como avión.
Precios récord
El principal poder comprador de avellanas en el país son, por lejos, los italianos del grupo Ferrero, a través de AgriChile, quienes tienen unas 3.200 hectáreas propias y a las que este año añadirán 900 más en la VIII Región; además de las 8.500 hectáreas que suman los 200 proveedores que tienen entre El Maule y Los Lagos. Es decir, la firma maneja en torno al 75% de la producción nacional de avellanas.
Desde su llegada a Chile, la empresa había funcionado con contratos de opción de compra, en los que apoyaban a los agricultores para realizar la plantación con la condición de tener la primera opción de compra de las frutas. La que mejor pagan es la variedad Tonda di Giffoni, que es la más demandada para el mercado de los chocolates por sus características organolépticas y su facilidad de descascarado, que se conoce como blanching.
En la última temporada, ese tipo de avellanas tuvo un precio en torno a US$ 3,5 el kilo, puestas en la planta de AgriChile, mientras que la otra variedad más plantada, la Barcelona -con cáscara y que se destina mayormente a snack-, se cotizó en unos US$ 2,6 el kilo, precios que se han mantenido estables en las últimas tres temporadas y que los agricultores consideran atractivos.
Sin embargo, el 2015 podría ser aún más dulce. Pese a que Ferrero aún no ha dado a conocer su pauta de precios -la cosecha se realiza en marzo-, problemas de heladas en Turquía hacen prever a los productores que los precios estarán cercanos a los US$ 5 el kilo, que sumados al alza que ha tenido el tipo de cambio a nivel local, hacen el panorama aún más auspicioso. Y es algo que se mantendría también para 2016.
“Los precios van a estar sustancialmente mejores que los del año pasado y creo que posiblemente se van a mantener así por un tiempo más, porque el avellano se había quedado atrás respecto de otros frutos secos, como las almendras, nueces y pistachos”, comenta el propietario y gerente comercial de Agrícola La Campana, Jaime Armengolli, quien comenzó con el desarrollo del avellano en Chile en los años ochenta y que actualmente trabaja con unos 50 proveedores.
Otros poderes de compra
De hecho, Agrícola La Campana es otro de los poderes compradores importantes de avellanas en el país. La empresa, ubicada en Longaví, lleva más de 26 años en el rubro. En ella han optado por el valor agregado en productos como avellanas tostadas y saladas, y pasta de avellanas, un nicho que ya representa en torno al 30% de sus exportaciones, las que van principalmente a Latinoamérica y, a partir de este año, a España.
Es por eso que, frente al temor de algunos agricultores a que exista una dependencia con el Grupo Ferrero para obtener buenos precios y un poder de compra atractivo, Jaime Armengolli llama a la calma y asegura que existe mucho interés desde otros países por la producción chilena de avellanas europeas.
“Todos los días me llegan mails de interesados en cotizarlas… Creo que para armar un proyecto los productores deben hacerlo basados en los precios internacionales. Si por cualquier motivo Ferrero algún día dejara de comprar en Chile, algo que no creo que ocurra, las avellanas van a comercializarse igual, sin problemas”, asegura. Aclara que esa compañía es un actor relevante del mercado, pero que en ningún caso determina los precios a nivel internacional.
Una visión similar tiene Francisco Lobo, jefe agrícola de Avellanas del Sur, empresa formada por 65 productores entre Mulchén y Osorno, en asociación con Pacific Nuts, quienes están buscando diversificar la comercialización de las avellanas: “El mercado internacional va en constante aumento, porque todavía hay mucha demanda insatisfecha y en el sur de Chile se están plantando muchos huertos nuevos porque existe el mercado afuera como para seguir creciendo”.
De hecho, el 95% de la producción que reúne Avellanas del Sur -provenientes de unas tres mil hectáreas en total- se envía a China con cáscara, a través de Hong Kong, ya que aún no se ha negociado el protocolo fitosanitario para su acceso directo.
Francisco Lobo explica que en ese mercado comen la avellana europea como un snack similar al pistacho, por eso las prefieren con cáscara. Para eso envían principalmente la variedad Barcelona, ya que hasta ahora es más atractivo entregar la Tonda di Giffoni a AgriChile.
Problemas productivos
Si bien el potencial comercial y productivo del avellano es promisorio, quienes tienen huertos aseguran que es fundamental asesorarse bien para alcanzar su máximo potencial productivo, que es más alto en zonas como la Región del Maule, debido a que tiene primaveras más cálidas que las de La Araucanía.
En el estado de Oregon, que produce el 99% de las avellanas de Estados Unidos, llaman a este cultivo el part time job, por lo fácil que es su manejo y porque permite hacerlo los fines de semana. Una de sus grandes ventajas es que requiere muy poca mano de obra -se necesita una persona por cada 10 a 15 há-, ya que las labores anuales son sencillas y la cosecha es 100% mecanizable, con dos recolecciones por temporada, según explica el investigador de Inia Quilamapu y productor de avellanas Pablo Grau.
Además, asegura que Chile es el único país productor donde los huertos cuentan con riego tecnificado, lo que le da estabilidad a la planta y hace romper el añerismo que se da en regiones como Oregon.
Sin embargo, el aspecto que más ha complicado a los productores locales en el área agronómica es la polinización (mañana martes y el miércoles, el sitio web El Mercurio Campo publicará un artículo sobre los aspectos técnicos más importantes para plantar un huerto de avellano europeo), que requiere especies específicas según cada variedad.
El productor del Biobío Patricio Sandoval comenta que ha visitado huertos de ocho años de antigüedad que no han dado frutos debido a que no tienen los polinizantes correctos, mientras que en condiciones normales el avellano comienza a producir a los tres años.
A eso se suma que en algunos casos han plantado huertos en zonas muy altas de la cordillera, por lo que han sufrido problemas de heladas en época de fecundación, hacia fines de la primavera, y que hay productores que compran plantas de mala calidad.
“Ese ha sido uno de los problemas que ha tenido el desarrollo del avellano. Sin embargo, teniendo eso solucionado, esta especie tiene una de las raíces más superficiales que hay, por lo que aún teniendo suelos con problemas de humedad se puede solucionar. Es mucho más rústica que otras plantas, como el nogal”, detalla Pablo Grau, quien también es socio del vivero El Avellano.
Por su parte, Jaime Armengolli -quien introdujo desde Italia algunas variedades cuando comenzó el desarrollo del frutal en Chile- explica que, más allá de contar con los polinizantes correctos para cada variedad, se debe tener en cuenta la zona donde se planea instalar el huerto, por las condiciones de viento en el invierno y de temperaturas en la primavera, donde se necesita un promedio en torno a 20 grados.
“Todas las zonas producen avellanas, pero donde más se va a potenciar creo que es en la Región del Maule, porque hay una combinación de frío de invierno que es muy necesaria, hay una pluviometría adecuada y una primavera y verano que, en general, son rigurosos”, explica.
También reclama que las autoridades todavía estén analizando las posibilidades que tiene el avellano en Chile, cuando ya existen 16 mil hectáreas plantadas. “Hay mucha gente que es nueva y cree que esto es nuevo, pero llevo más de 26 años en el tema y es bueno destacar que el avellano ya es una realidad, es algo que camina, que tiene compradores serios, que se exporta y tiene una calidad reconocida”, recalca el propietario de Agrícola La Campana.
El nuevo contrato de Ferrero
En los encuentros realizados con productores a mediados de febrero en Talca y Temuco, AgriChile dio a conocer un nuevo contrato de compra de avellanas que considera plazos de tres, cinco, siete y diez años, y que ofrece un precio mínimo garantizado para la producción que cumpla con los estándares de calidad -que considera aspectos como la humedad del grano, límites a la presencia de hongos y enfermedades, y que corresponda efectivamente a la variedad acordada- y el pago de precios de mercado, tomando como referencia a Turquía.
“Estimamos que existe un potencial de crecimiento muy grande por el lado de la demanda, por lo cual, como poder de compra, queremos incrementar lo más posible la posibilidad de adquirir la fruta producida en Chile”, explica el gerente frutícola de AgriChile, Eugenio Ulrici.
El nuevo contrato considera penalizaciones de US$ 0,5 por kilo si alguna de las partes no cumple con las condiciones, ya que fuentes cercanas a la empresa aseguran que han tenido algunos problemas en la recepción de la fruta, por la entrega de variedades mezcladas y de fruta partida por mal secado.
También se contempla que AgriChile puede comprar fruta proveniente de plantaciones no incluidas en el contrato con un productor, aunque no necesariamente bajo las mismas condiciones del contrato.
“Nosotros queremos asegurar el volumen para el funcionamiento de la planta de descascarado, para asegurar los volúmenes de contraestacionalidad que los productores chilenos nos han entregado con excelente calidad”, asegura Eugenio Ulrici.
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