La incertidumbre es uno de los principales enemigos psicológicos del ser humano. Por ello, en economía, algunos de los tópicos que se han tratado de modelar son precisamente la incertidumbre y el riesgo. La incertidumbre vuelve difusos los horizontes y pone un manto de dudas sobre los mecanismos decisorios. Cuando uno tiene manera de conocer […]
La incertidumbre es uno de los principales enemigos psicológicos del ser humano. Por ello, en economía, algunos de los tópicos que se han tratado de modelar son precisamente la incertidumbre y el riesgo. La incertidumbre vuelve difusos los horizontes y pone un manto de dudas sobre los mecanismos decisorios. Cuando uno tiene manera de conocer algunos aspectos del futuro, por más que éste aparezca sombrío, puede resguardarse o tomar decisiones tendientes a atenuar los efectos negativos.
Gestionar una empresa agropecuaria requiere convivir todos los días con la incertidumbre. Las campañas de producción son prolongadas y la variación del clima es un factor decisivo en el rendimiento. Los últimos años nos han mostrado un pronunciado cambio en los patrones climáticos. Hoy sabemos algo con más certeza: existe una mayor variabilidad en los ciclos del tiempo, una mayor frecuencia de acontecimientos climáticos que antes eran extraordinarios y dichos eventos climáticos son cada vez más intensos.
A esto hay que agregarle la incertidumbre proveniente de la actual coyuntura económica general y particular del sector agropecuario.
El contexto económico tiene un alto grado de incertidumbre producto del cambio en el comportamiento de algunas variables de política económica. La inflación doméstica ha acelerado su ritmo y en los últimos tres meses ha mostrado cómo la emisión monetaria -al no acompañar el ritmo de crecimiento económico real- genera presiones inflacionarias. En los últimos años el país creció a razón del 4.5% anual promedio. Sin embargo, la Base Monetaria se expandió alrededor del 30% anual. De este modo, la relación entre aquella variable real (PBI real) y ésta variable nominal (BM) se deterioró y el resultado es una aceleración en el ritmo de crecimiento de los precios. A esto hay que sumarle otros factores que inciden al respecto, como por ejemplo, ciertas fricciones relacionadas con los mercados de trabajo.
Otro factor que genera incertidumbre es el comportamiento del tipo de cambio respecto al dólar. El salto devaluatorio de enero generó un aumento de expectativas al respecto y los resultados comerciales esperados -aumento en la competitividad de los sectores exportadores- se vieron notablemente resentidos por la especulación. Gran parte del mercado descuenta una nueva devaluación y esto provoca retaceos de todo tipo.
Las reservas del BCRA -fusible financiero de la última crisis- cayeron alrededor de U$S 3.000 millones durante 2014 y sólo se recuperaron en los últimos 10 días a raíz de la liquidación de los exportadores, pero el escenario esperado para el segundo semestre es más bien sombrío. Por este motivo, algunos analistas piensan que el gobierno debería quitar las retenciones al trigo y así descomprimir la presión esperada sobre la Balanza de Pagos hacia fin de año. Una medida de este tipo generaría mayor expectativa y un aumento probable de la superficie cultivada de trigo, con el consecuente ingreso de divisas al finalizar la campaña.
Si tenemos en cuenta todo esto, el grado de incertidumbre que se cierne sobre la producción agropecuaria es un agravante importante de la situación. La postura tomada por parte del gobierno parece estar muy radicalizada y los cambios que se esperan para dar certidumbre al productor no llegan. Se suman así factores de incertidumbre que ponen a la economía en una delicada situación y que no resuelven problemas.
Es imprescindible delinear el horizonte y esto requiere operar sobre un factor fundamental: la confianza. La incertidumbre puede esquilmar el cada vez menor poder de política económica que tiene el gobierno, aunque, como siempre, los perjudicados somos todos. La reducción de retenciones puede ser una medida que allane el camino a la recuperación.
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