El alojamiento individual de terneros está asociado a dificultades para aprender.
Cuando los terneros se alojan junto a compañeros, en lugar de individualmente, se adaptan mejor a nuevos piensos complejos o tecnologías de ordeño en las granjas modernas.
Tal y como publica Science Daily, un estudio de la Universidad de Bristish Columbia ha puesto de manifiesto que las novillas que se alojan juntas aprenden mejor ciertos comportamientos, lo que puede resultarles muy útil para adaptarse a los cambios que se producen en la explotación (de ambiente, de alimentación, de tecnología, etc.).
Este trabajo de investigación, que se ha publicado en Plos One, ha demostrado que los terneros lecheros aprenden mejor en un sistema de crianza con un compañero. Además, el estudio evidencia por primera vez que la práctica estándar de alojar individualmente a los terneros se asocia con algunas dificultades de aprendizaje.
Cuando los terneros se crían por pares, parece ser que cambian la forma en la que procesan la información, por lo que lo recomendable es que los ganaderos utilicen alguna forma de alojamiento social para los terneros durante el periodo de lactancia.
Las explotaciones lecheras cada vez son más complejas y el ganado interactúa con ordeñadores robóticos, sistemas de alimentación automáticos y otras tecnologías, por lo que si la adaptación a estos mecanismos es lenta puede ser muy frustrante tanto para el animal como para el ganadero.
Estos problemas de adaptación a los cambios de rutinas y en el ambiente que aparecen cuando los terneros crecen solos en un corral, en ocasiones son tan fáciles de solucionar como quitar un simple muro de separación.
La cuestión es que los ganaderos mantienen a los terneros en corrales individuales porque creen que así la diseminación de enfermedades es menor, pero los investigadores afirman que este pensamiento es injustificado, ya que el riesgo de que un animal enferme y afecte a los demás si los grupos son pequeños, de dos a tres individuos, es mucho menor que si se trata de grupos grandes.
En el estudio se llevaron a cabo dos test cognitivos en dos grupos de terneros Holstein alojados en corrales individuales o alojados por parejas.
En el primer test los investigadores introdujeron un objeto nuevo (un cubo rojo de plástico) en el corral. Como era de esperar, en la primera exposición al objeto nuevo todos los terneros parecieron interesados. Pero después de múltiples encuentros con el cubo, los terneros que se alojaron individualmente reaccionaban como si siempre fuera la primera vez que veían el cubo, mientras que los que se alojaban de dos en dos se fueron mostrando habituados al cubo y empezaron a ignorarlo.
En el segundo test, se enseñó a los terneros a acercarse a una botella negra llena de leche y a evitar una botella blanca vacía. Después de que los terneros aprendieran que la botella negra era la que tenía leche, los investigadores cambiaron las reglas para determinar si los terneros eran capaces o no de adaptarse a este cambio.
Los resultados sugirieron que los terneros que se crían alojados individualmente son más sensibles a las novedades y, por lo tanto, menos capaces de habituarse a los cambios de su entorno, por lo que les puede resultar difícil hacer cosas tan sencillas como andar por caminos o exponerse a una luz brillante o un ruido nuevo.
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