La primera estimación de los daños causados por DVB e IBR marca la importancia de contar con un sistema de información a nivel nacional que permita desarrollar programas de control efectivos.
Las pérdidas causadas por enfermedades reproductivas en el país equivalen anualmente a unos 168 mil terneros no nacidos, 128 millones de litros de leche que se dejan de producir y a una caída del 25% de las utilidades del feedlot”, tal es la conclusión del Estudio económico de pérdidas por diarrea viral bovina (DVB) y rinotrequeitis infecciosa bovina (IBR), realizado por los médicos veterinarios Diego Sabatini, Federico Santángelo y Carlos Pacífico. La investigación fue presentada en el seminario Sustentabilidad y Modernización de la Ganadería Argentina, organizado por el Programa de Agronegocios de la UBA, la Universidad de Lomas de Zamora y la Fundación Gestión y Estrategia Agraria (GEA).
Según lo cuantificado en el trabajo, primero en su género a nivel nacional, esto equivaldría a una pérdida total para la ganadería vacuna argentina -a valores de junio de 2013- de $ 812 millones, con un desvío de ± 150 millones, de los cuales el sector de la cría representa el 40%, el tambo el 33% y el feedlot el 27%.
La actualización de ese monto, calculada por Valor Carne en función de la evolución del dólar oficial, el dólar paralelo y el novillo en Liniers entre julio y fines de enero, arroja $ 1.170 millones, ± 218 millones, suma semejante al total de las retenciones a la exportación de carnes pagadas durante un año.
Menores preñeces
Para los veterinarios, “las enfermedades reproductivas tienen un grado significativo de responsabilidad en los bajos índices de procreo del país, estancados desde hace décadas, independientemente de los avances tecnológicos y de la mejora en la utilización de los recursos”.
Sin embargo, la Argentina no dispone de información precisa y actualizada de la magnitud de los daños. Para salvar el bache, los profesionales construyeron un modelo de simulación para la cría, el tambo y el feedlot que permite poner en números problemáticas tan complejas como las bajas preñeces, los abortos y la disminución de las defensas.
El método se basa en la identificación de variables claves que hacen a la probabilidad de ocurrencia de distintos eventos de carácter reproductivo en cada una de las actividades – asumiendo valores y supuestos de partida- y tomando como antecedente los casos reportados a campo en el país y el mundo y la prevalencia de estas enfermedades.
Pérdidas poco visibles
“La diarrea viral bovina tiene un nombre muy engañoso porque lo que provoca en realidad es una baja en las defensas y un montón de enfermedades se prenden de esto. Por eso, muchos la consideran el sida de las vacas”, dijo Eduardo Puente, especialista del laboratorio Zoetis. Y agregó que “cuando el virus ingresa en hembras gestantes, va al embrión y puede producir abortos o malformaciones congénitas y dar origen a animales persistentemente infectados (PI), que en etapas reproductivas darán invariablemente una cría PI”.
A nivel internacional, se reportan sólo un 1 a 2% de ejemplares PI en un campo infectado, “pero lo más preocupante es que estos pueden pasar desapercibidos y llegar a ser vistos por los ganaderos como un buen toro o la mejor vaca”, alertó.
El gran problema es que cada uno de estos ejemplares elimina de 1 a 10 millones de partículas virales activas por mililitro de fluido corporal por día y con sólo 10 partículas puede infectar a otro animal a través de moscas, agujas hipodérmicas o guantes para tacto rectal. Esto provoca una inmunosupresión que puede llevar a que la vaca no se preñe, se presenten abortos, se atrase la edad del primer servicio y que el toro tenga problemas de fertilidad, con semen de menor calidad.
Para Puente, “el gran desafío para enfrentar estas enfermedades está en identificar y eliminar los animales PI, tal como se hace en muchos países. Pero es como buscar una aguja en un pajar, habría que muestrear todo el rodeo, algo que en Latinoamérica todavía resulta muy costoso”. La otra posibilidad, es aumentar la inmunidad mediante la vacunación. “Existen nuevas tecnologías a nivel mundial e incluso en la Argentinapara ello”, sostuvo.
En cada eslabón
En cada eslabón
Para calcular las pérdidas en la cría, los especialistas tomaron en cuenta que la Argentina tiene 23 millones de vacas, el destete ronda el 60% y anualmente se reporta un 10% de abortos. “Sabemos que el 10% de los abortos es atribuible a estas enfermedades, o sea que la incidencia es alta. Además, si bien el porcentaje de toros PI es muy bajo en los rodeos infectados, pueden provocar una pérdida de la preñez futura del orden del 50%”, planteó Santángelo.
Volcando los supuestos al modelo de simulación estimaron los resultados. “Las pérdidas por abortos y toros PI, entre otros, nos indican que en el país dejan de nacer 168 mil cabezas, con un desvío de ± 50.700 cabezas. Teniendo en cuenta que se logran unos 12 millones de terneros por año, la merma por estas enfermedades está en el orden del 2 al 3%”, aseguró.
En el feedlot, tanto los trabajos nacionales como los internacionales sostienen que la prevalencia es del 14%, causando mortandad y menores ganancias de peso. “La mortandad no es tan significativa, llega al 1%, y no se debería sólo al síndrome respiratorio causado por los virus. Por eso, tomamos como valor más probable un nivel del 0,50%”, indicó.
En cuanto a la disminución de la ganancia de peso de los animales infectados, se tomó como valor más probable un promedio de 140 gr por día, más del 10% de los niveles habituales. “Es lo que más afecta. Si se consideran encierres de 90 o 120 días, da la pauta de lo que se deja de ganar”, subrayó. En ese sentido, la simulación arrojó una pérdida de $ 74 por cabeza, a junio de 2013, cuando la utilidad era de $ 300. “Estamos hablando del 25% del beneficio potencial, lo cual tiene una alta repercusión a nivel nacional ya que la faena de animales provenientes de feedlot ronda el 25% del total”, precisó.
Por último, en el tambo la pérdida más importante en los rodeos infectados no es el aborto en sí mismo sino el atraso en la siguiente parición, calculado en 120 días promedio, por lo que se dejaría de obtener 120 días de leche por vaca. “A mayor producción de leche por vaca más elevadas serán las pérdidas por lo que los tambos más afectados son los de alta productividad”, puntualizó Santángelo. Sobre esta base, el modelo de simulación permitió calcular que el país estaría perdiendo 128 millones de litros de leche, ± 42 millones, o sea el 1,5% de la producción nacional.
“Estos resultados surgieron de plantear escenarios muy conservadores para las diferentes actividades por lo cual debieran tomarse como el piso de las pérdidas. Además, no se consideraron gastos como, por ejemplo, el forraje que implicó producir un animal que murió”, sostuvo Santángelo.
“El modelo virtual busca simplificar la lectura de la realidad. Sus estimaciones indican la necesidad de generar una agenda de trabajo para desarrollar un sistema de información epidemiológico de buena calidad, que permita mejorar la toma de decisiones y crear programas de gestión público-privados para el control efectivo de las enfermedades”, finalizó.
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