La retirada argentina del mercado internacional de cortes bovinos de alta calidad –producto de la intervención oficial– hizo que la nación se consolide como proveedor de menudencias y vísceras vacunas.
En enero pasado, según datos oficiales del Senasa, Argentina exportó 20.814 toneladas de productos cárnicos bovinos, de los cuales casi un 60% correspondieron a menudencias. Los cortes frescos –la parte más jugosa del negocio– representaron el otro 40%.
En el ranking de exportación se ubica el mondongo en primer lugar con colocaciones en enero pasado por 4086 toneladas (en su mayor parte destinadas a China, Congo, Angola y Ghana). En segundo y tercer lugar están el hígado y los tendones. Recién en cuarto lugar aparece el bife angosto Hilton destinado al mercado europeo (ver planilla).
En apenas tres años la matriz comercial argentina del sector cárnico bovino se pauperizó de manera notable. En enero de 2011 –siempre según datos del Senasa– las exportaciones cárnicas bovinas fueron de 23.819 toneladas. El dato es que entonces un 50% de esas colocaciones correspondían a cortes frescos, un 42% a menudencias y casi el 8% restante a productos procesados.
Además de las dificultades para exportar cortes frescos bovinos (enfriados y congelados) presentes, entre otras causas, por el derecho de exportación del 15% que se aplica sobre el valor FOB del embarque, la Argentina desapareció del mercado internacional de productos cárnicos termoprocesados (como el alguna vez famoso corned beef local).
El corned beef era un producto cárnico bovino que permitía generar una alta demanda de mano de obra al integrar a la industria frigorífica con la de la hojalata, además de promover la valorización de una categoría (la vaca conserva) crucial para mejorar los ingresos de los criadores (primer eslabón de la cadena de valor cárnica).
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