De lo que cuesta un sachet o una botella de leche fresca, al productor le llegan solamente 2 pesos. Una porción de los tambos, los más eficientes y tecnificados, sobrevive y hasta puede ganar dinero con ese precio. Pero hay una enorme fracción del sector lechero que no resiste y está a punto de quebranto. Para ellos, la Federación Agraria reclamó ayer un subsidio de 60 centavos por litro.
“Atento a las crecientes dificultades que atraviesan los pequeños y medianos tamberos, la FAA exigió al Gobierno que arbitre los mecanismos necesarios para devolverle la rentabilidad a la actividad y frenar el proceso de desaparición de productores”, señaló la entidad, que reclamó una compensación de 0,60 pesos por litro (hasta los primeros 3.000 litros), semejante a la que ya se pagó a través de la ex ONCCA hace unos años. La entidad integra la Mesa Nacional de Productores de Leche, crítica del Gobierno, que ya amenaza lanzar nuevas medidas de protesta.
Al reclamó de subsidios para los más chicos, el Gobierno respondió con préstamos. El ministro de Agricultura, Norberto Yauhar, anunció ayer una línea de crédito del Banco Nación, con subsidios oficiales que reducen la tasa al 9% anual. “Los productores van a seguir teniendo todo nuestro apoyo”, remarcó el funcionario, frente a una platea integrada sobre todo por industriales, cooperativistas y algún que otro dirigente tambero, como el ultrakirchnerista Ider Peretti, de Morteros y ladero de Guillermo Moreno.
La presión de los productores –en especial los más chicos– para que se recompongan los valores que cobran de la industria láctea no es novedosa: desde hace años denuncian una caída de su participación histórica en el precio final del producto. De acuerdo con un informe reciente, en junio el sector comercial obtuvo el 28,29% del precio al consumidor, mientras que la industria, el 26,6% y el productor, un 30,43%.
Los precios al tambero siguen rezagados a pesar de que subieron 30% respecto de julio de 2012, por arriba de la inflación general. Pero esa recomposición, según FAA y otras entidades, ha sido inferior al aumento de muchos costos de producción, y no llega a permitir que los productores más pequeños y menos tecnificados se suban al tren de la rentabilidad.
La situación de la industria a la que le reclaman mejoras, sin embargo, no sería mucho mejor: en su último balance Sancor, la mayor láctea del país, reconoció pérdidas por 142 millones de pesos.
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