Los anuncios del Gobierno nacional para la revisión del andamiaje tributario que impacta sobre los salarios (cambios en los mínimos imponibles del Impuesto a las Ganancias) colocan a las empresas y sectores productivos a la cola de futuros y potenciales incentivos.
Pero, en el caso del agro, hay una muy baja expectativa de obtener señales oficiales pro competitivas. De haberlas, más bien podrían hasta jugar en contra del actual posicionamiento de los productores, se admite puertas adentro del sector.
En medio de una carrera electoral y con un revés en los recientes comicios primarios, los anuncios de esta semana encajan en la lógica de mover algunas variables para evitar un traspié mayor de la Casa Rosada en octubre. Por eso, muchos actores económicos califican de electoralista la intervención sobre los salarios.
Por lo pronto, el agro y sus representantes se declararon excluidos del convite que la Casa Rosada consumó con las organizaciones empresarias y sindicales más afines al Gobierno.
El signo de alivio económico sobre una amplia franja de asalariados dará estímulo a la demanda agregada interna y, por carácter transitivo, beneficiaría en principio a los productores e industrias de diferentes ramas que sirven al mercado doméstico.
El punto de riesgo es que el componente inflacionario terminará fagocitándose en el corto plazo tales incentivos.
Entre tanto, el motor del agro, con un fuerte perfil exportador y generador de divisas para la balanza comercial y de pagos, sigue impactado por una fuerte presión fiscal. Los tributos se multiplican y superponen en los distintos escalones (nacional, provincial, municipal). Esto, sin contar con los manifiestos problemas de competitividad cambiaria, que han situado en punto de crisis al modelo, con una paradoja: los beneficios para estimular el salario real comienzan a diluirse en un menor caudal de inversiones productivas y menor generación de empleos.
En otras palabras, las mejoras en los ingresos de las familias por las quitas en el Impuesto a las Ganancias irán a parar a menos bolsillos; la presión sobre las cadenas productivas más competitivas ha ido limando ese potencial tanto en las economías regionales como en la rica geografía pampeana.
Lo que viene
En el arranque de la nueva campaña, los productores locales avizoran que continuará el corrimiento cambiario, forzado no sólo por el escenario interno, sino también por el contexto internacional y el de la economía brasileña y la devaluación del real. Si la política económica local no computa esta variable, algunas producciones podrían enfrentar de nuevo los fantasmas del pasado. No está muy lejana en el tiempo la invasión de carne de pollo o de porcino brasileña para no tenerlo en cuenta.
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