En biotecnología, la decisión es del productor
La Argentina quedó a la cola de la incorporación de eventos biotecnológicos. La propiedad intelectual sigue siendo una tarea pendiente. “Es hora de completar el círculo virtuoso entre productores y obtentores”, dijeron en Mundo Soja Maíz. Para algunos, la decisión la tiene el productor.
El Congreso que abarca a los dos principales cultivos llenó dos salas. Con más de 1300 asistentes, la mañana de la primera jornada de Mundo Soja Maíz 2011, organizado por la consultora SEMA, tuvo que disponer otra sala para que los asistentes pudieran ver, en pantalla, las disertaciones de los máximos referentes en biotecnología del país. Con la coordinación de Héctor Huergo, editor de Clarín Rural, los panelistas Rodolfo Rossi, de Nidera, Gerardo Bartolomé, de Don Mario, y Pablo Vaquero, de Monsanto, hablaron de la historia de las investigaciones biotecnológicas y se preguntaron hacia dónde apuntan hoy los nuevos eventos y de qué depende su disponibilidad para los productores argentinos.
El gran tema que sobrevoló el módulo 2 fue cómo afecta al desarrollo de la innovación y, por ende, de la producción, el hecho de que aún no esté resuelta la problemática de la propiedad intelectual. “Hay un círculo virtuoso entre los productores y los proveedores de tecnología que genera mayor inversión en tecnología y que vuelve a los productores en mayor rendimiento y mayores soluciones, es el reaseguro que tienen los agricultores para un cultivo tan importante como la soja. Tenemos que trabajar en eso aún”, remarcó Bartolomé.
Según sus datos, la comparación entre Argentina y el resto de los países sojeros sudamericanos, en lo que hace al reintegro por la propiedad intelectual al germoplasma y a la biotecnología, muestra una realidad difícil de creer hoy, para la actitud pionera que el país tuvo en investigación.
El año pasado, el pago de regalías por uso propio fue del 16 %, que se sumó al 22% por semilla fiscalizada, lo que da el 38% de reconocimiento a la propiedad intelectual. Entonces, en Argentina, el reconocimiento al germoplasma asciende al 38% y es de un 0% para la biotecnología. Estos datos, traspolados a los países de la región hablan de un 6% de reintegro por germoplasma en Brasil y un 95% para la biotecnología. En el caso de Uruguay las cifras son de 95% y 0%, en Paraguay, 40 y 95 y Bolivia, 65 y 0% respectivamente.
Estos datos sirven para argumentar el liderazgo de Brasil en materia de soja y las razones por las cuales los productores de ese país ya disponen de 4 eventos biotecnológicos y esperan el lanzamiento del RR2BT para 2012. Uruguay y Paraguay lo tendrán en 2013.
Hoy, Bolivia y la Argentina han quedado atrás de la carrera biotecnológica. Estados Unidos tiene 9 eventos liberados, Brasil 4 y Argentina sólo 1. “La distancia cada vez es más grande y es una luz amarilla para todos los que participamos del negocio agrícola”, dijo el ejecutivo de Don Mario.
“Somos la reserva para las próximas décadas de lo que se va a producir en el mundo”, dijo Rossi y mostró la inversión en herramientas que buscan acelerar los procesos de mejoramiento a partir del uso de marcadores moleculares, por ejemplo. El breeder de Nidera enumeró una larga lista de objetivos detrás de los cuales se orienta el trabajo en soja: tolerancia a sequía, tolerancia a roya, resistencia a herbicidas, adaptación, mejor uso del agua, resistencias a insectos y nematodes, respuestas a fertilizantes, incremento de rendimientos, entre otros. “Pero el ritmo de crecimiento de la soja depende de los procesos regulatorios”, expresó.
Sobre este tema, el aporte lo hizo Pablo Vaquero, de Monsanto: “Brasil estuvo mucho tiempo dormido, hasta que no hace mucho tiempo atrás instaló un sistema regulatorio eficiente y empezó a aprobar eventos en forma acelerada y superó rápidamente a la Argentina”, dijo. En los que se aprobaron más eventos fue en soja y algodón, con esto crecieron exponencialmente.
Pero Vaquero también abonó la idea de círculo vicioso de Bartolomé con un ejemplo: “En Brasil, con la incorporación del evento RR2BT se viene ganando entre el 15 y el 20 % más de rendimiento. De eso se trata la mejora en biotecnología”, apuntó.
¿Que cambió de 2003 a la fecha? Para Vaquero hay una luz a partir del debate regional y la decisión de avanzar en materia de biotecnología para todos los cultivos. Ya se empezaron a entregar patentes a quienes trabajan en biotecnología. Es el caso de Monsanto por el RR2.
Para la compañía americana, el consenso es la forma de avanzar. De allí, la instrumentación de una serie de cartas acuerdos que ya fueron firmadas por productores del norte del país, basadas en el compromiso de pagar por el uso de la tecnología BTRR2Y. “Más del 50 % dijo que sí pagaría en el norte y comenzamos a trabajar en el sur. Es una forma de darle una solución final a este tema y en un par de años lanzar la tecnología. Esto se basa en una expresión de voluntad de los productores y en el compromiso de Monsanto. La compañía busca duplicar los rendimientos hacia 2030 usando un 1/3 menos de los recursos que hoy se utilizan, esto se logra con herramientas como la biotecnología. Pero, en definitiva, la decisión de las nuevas tecnologías las tiene el productor”, expresó Vaquero.
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