Después de que el año pasado emitieran varias directivas prohibiendo, entre otras cosas, llevar un velo que cubra totalmente el rostro o lucir una barba “anormalmente” larga, las autoridades chinas de la provincia de Xinjiang lanzaron esta semana una campaña contra la “propagación del halal” (alimentos y productos aceptados por la ley islámica), ya que consideran que la oferta cada vez mayor de este tipo de productos fomenta el extremismo religioso.
Para ello, los oficiales del Partido Comunista chino (PCCh) en Urumqi, la capital de esta provincia que alberga a unos 12 millones de personas de la minoría uigur (la etnia de religión musulmana originaria de esta región noroccidental china), pidieron el lunes a los funcionarios del Estado que fortalezcan la “lucha ideológica” y hagan frente a la “halificación” o la “tendencia pro halal”, según recogía un texto colgado en la cuenta oficial de la ciudad en Wechat. La medida incluye a todos los productos cotidianos, desde alimentos a pasta de dientes, que se producen de acuerdo con la ley islámica.
La provincia de Xinjiang alberga a unos 12 millones de personas de la minoría uigur
Según los funcionarios y los medios estatales, el creciente número de productos innecesariamente etiquetados como halal permite que los rituales islámicos penetren en la vida secular china. “Esta tendencia desdibuja el límite entre la religión y la vida secular. Así es fácil caer en el fango del extremismo religioso”, aseguró el diario estatal Global Times, portavoz de las posturas más consevadoras del PCCh.
Los oficiales también hicieron un llamamiento para que todos los funcionarios estatales y miembros del Partido en Urumqi hablen en mandarín tanto en el trabajo como en el ámbito público, y que reafirmen su compromiso con la ideología del PCCh. “Mi creencia es el marxismo-leninismo. No creo en ninguna religión. Debo luchar decididamente contra la halificación hasta el final”, aseguró ante los presentes en la reunión Liu Ming, secretario de un grupo de miembros del partido, según el texto colgado en Wechat.
Como parte de esta campaña, un oficial llamado Ilshati Wusman escribió un artículo titulado Amigo, no tienes por qué buscar un restaurante halal para mí, un texto en el que anima a sus compañeros uigures que también son miembros del Partido a comer en compañía de sus colegas de la etnia han (la mayoritaria en China) en vez de hacerlo solos en las cantinas halal. “Cambiar los hábitos de comida tiene un impacto significativo y de gran alcance para contrarrestar al extremismo”, aseguró.
Esta nueva campaña se produce en un momento en el que las políticas antiterrroristas de Pekín en Xinjiang están siendo criticadas con dureza. Durante los últimos meses, organizaciones de derechos humanos, investigadores y medios de comunicación han documentado cómo las autoridades hacen un uso extensivo de medios de vigilancia para controlar a las masas y han recluido hasta un millón de personas (la inmensa mayoría de ellos uigures) en los llamados “campos de reeducación”, en donde son sometidos a un programa de reeducación política forzosa que incluye el aprendizaje del mandarín o cantar himnos de alabanza al Partido Comunista.
Precisamente hoy, el diario hongkonés South China Morning Post informó de una reforma en la legislación que permite a los gobiernos locales “educar y transformar” a las personas influenciadas por el extremismo a través de “centros de formación vocacional”. Para los expertos, en la práctica esto supone la legalización de esos mismos campos de reeducación cuya existencia hasta ahora negaban o minimizaban las autoridades.
Una reforma en la legislación que permite a los gobiernos locales “educar y transformar” a las personas influenciadas por el extremismo.-
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