lunes, 1 de agosto de 2016

Perú : Reforma negativa para el agro


He leído con interés los dos artículos del señor Manrique sobre reforma agraria publicados en La República. Me interesa comentar aquel en el que se pregunta si la reforma agraria destruyó el agro peruano (“¿Destruyó la reforma agraria el agro peruano?” La República, 28/junio/2016).
Como participante en el Instituto de Estudios Peruanos –IEP- de uno de los estudios más extensos que sobre la reforma agraria se haya hecho en el Perú, puedo decir que la reforma fue muy negativa para el agro peruano debido a una pobre implementación y a su sesgo pro-urbano. Es decir, fue muy desfavorable para los campesinos y trabajadores del agro en general pues si bien se les dio acceso a tierra, en la práctica, las políticas económicas y el fuerte control estatal les deterioraron sus ingresos.
El gran problema con la reforma agraria de 1969 es que generó muchos problemas en el agro y sumió a la agricultura en una crisis de por lo menos dos décadas.  En este sentido, usando las cifras del trabajo reciente de Bruno Seminario El Desarrollo de La Economía Peruana en la Era Moderna. (Lima: Fondo Editorial de la Universidad del Pacifico 2015) se puede calcular que el PIB agropecuario creció a una tasa anual de 2.8% entre 1900 y 1950, 3.8% entre 1950 y 1970, 0.1% entre 1970 y 1980, 1.8% entre 1980 y 1990, y 4.9% entre 1990 y 2012. El relativo estancamiento del agro sólo existió durante las dos décadas de reforma agraria y la época de terrorismo.
Agricultura abastecía mercado externo y mercado interno (consumo directo, agroindustria y consumo campesino serrano)
Una de las contribuciones del proyecto del IEP fue entender la agricultura de manera desagregada.  Se identificaron diversos mercados dentro de la agricultura para abastecer el mercado interno y el externo. Esto permitió ver más claramente cuál era la dinámica de ese sector. Se distinguió entre mercado externo (o de exportación) que efectivamente estaba decreciendo y mercado interno. En el mercado interno se producía para el consumo urbano directo, para el sector agroindustrial y para el consumo campesino de la sierra (o restringido).  Se vio que la agricultura abastecía fundamentalmente al mercado urbano. El análisis de Manrique pareciera considerar que la agricultura antes de la reforma agraria era solo de exportaciones y mercado tradicional (o restringido).  Sin embargo el sector agropecuario producía ya fundamentalmente para el mercado interno, y esencialmente para el mercado urbano.  Por esto, la política agraria de los militares fue mantener el abastecimiento urbano mediante control de precios y monopolio de la comercialización.
Las Caps y las SAISs
Las empresas que la reforma creó en la costa, las CAPs (o Cooperativas Agrarias de Producción) y las SAISs en la sierra (Sociedades Agrícolas de Interés Social) tuvieron muchos problemas para funcionar en la práctica.  Las CAPs, copiadas del caso cubano y que tampoco funcionaron en ese país, eran organizaciones tan rígidas y complejas que impedían que sus administradores pudieran manejarlas.  Lo mismo sucedió con las SAISs, que eran una combinación de ex hacienda con comunidad campesina.  En algunos casos eran demasiado grandes para poder ser manejables, en otros se juntaron instituciones que fueron rivales o enemigas endémicas durante y después la época de la hacienda.  Es decir, los entes colectivos creados por los militares hubieran requerido, entre otras cosas, un fuerte sentimiento de solidaridad y de confianza entre los miembros, lo que ciertamente no existía ni en las CAPs ni en las SAISs.  En suma, las empresas creadas por la reforma agraria fueron su talón de Aquiles.  Si se hubieran diseñado de otra manera y el Estado hubiera dado prioridad a los campesinos y no al sector urbano, la historia podría haber sido otra.
Control de Precios, monopolio de la comercialización
Por otra parte, las empresas reformadas estuvieron fuertemente controladas por el estado, con lo cual se les pudo extraer sus recursos vía proceso de comercialización y control de precios y así les deterioraron los ingresos. Todo eso está minuciosamente detallado en mi estudio publicado por el IEP en 1983.
El Estudio del IEP
Entre 1978-1980, el economista español José María Caballero (1944-2010) dirigió en el Instituto de Estudios Peruanos un proyecto de investigación para evaluar la reforma agraria peruana de 1969. Este estudio se hizo como parte del Proyecto Reforma Agraria y Desarrollo Rural en el Perú. Como parte de ese esfuerzo se produjeron seis libros, y se hizo  un trabajo de campo de varias semanas entre julio y octubre de 1978. Se visitaron 179 empresas en las tres regiones naturales.
Caballero diseñó el proyecto para estudiar los patrones de crecimiento de la agricultura por tipo de mercados antes y después de la reforma agraria (Hopkins 1981, Álvarez 1980), también se analizó los retos del desarrollo agrario en la agricultura andina antes de la reforma (Caballero 1981), los aspectos cuantitativos de la reforma agraria (Caballero & Álvarez 1980), y las políticas económicas que acompañaron al proceso de reforma agraria (Álvarez 1983).  Es decir, identificamos la estructura agraria del Perú antes y después de la reforma. (Véase www.iep.org.pe.)
La reforma agraria de Velasco cambió al país porque cambió las relaciones de poder.  Lo hizo de modo tal que destruyó la capacidad empresarial moderna que predominaba en la costa, así como muchas de las formas tradicionales en la sierra.
Velasco Alvarado estaba convencido de que la tenencia de la tierra en el Perú era injusta y había que cambiarla; mejorar la tenencia ya era el consenso en esa época .  Esa reforma agraria tuvo un gran objetivo político que fue romper la estructura de poder en el Perú,  y posibilitar una reorientación profunda del sector agropecuario, económica y socialmente.
Hay que admitir que el gobierno militar cometió fuertes errores en su intento de hacer una revolución desde arriba para beneficiar a la mayoría. Sin embargo, también hay que reconocer que contribuyó, sin proponérselo, a liberalizar las relaciones sociales, valorizando la figura del individuo y propiciando la formación de actores con intereses y objetivos novedosos

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