Los mercados de exportación son exigentes con los productos que demandan. Frutas casi perfectas, colores intensos, calibres específicos, y cuando se trata de cítricos, la tendencia sin semilla es inevitable.
Si bien existen variedades sin semillas, este no es el caso de las clementinas, las cuales son muy propensas a crecer con semillas.
Sin embargo, una nueva técnica, está cambiando esta situación, dando resultados extraordinarios. Sobre esto, hablamos con Andrés Link, gerente técnico de Subsole para paltas y cítricos, y frutales de hojas persistentes, quien nos contó la experiencia de la empresa con el enmallado de clementinas.
“Los últimos 10 o 15 años ha sido masiva la plantación de W. Murcott entre la región de Coquimbo y Valparaíso. Normalmente en la región de Coquimbo predominan las clementinas, que es una mandarina temprana”, explica Link.
“Cuando empiezas a plantar W. Murcott, tienes polen viable, que es capaz de polinizar la clementina y ésta se llena de semillas. Es muy fácil que una clementina se polinice con polen de otros cítricos y en los mercados una mandarina o clementina con semillas no son aceptadas hoy en día”.
En forma paulatina se ha ido plantando W. Murcott ya que es muy rentable, pero eso ha provocado que en todas las zonas de clementinas hayan empezado a aparecer muchas semillas. “Este año la situación empeoró”, indicó.
Link comentó que estaban identificados cuáles eran los sectores con mayor presencia de semillas, sin embargo, este año en huertos donde incluso no había una alta aparición de semilla en años anteriores, este año si las hubo. Por lo tanto, se decidió usar mallas.
“Las mallas y otras técnicas que evaluamos para evitar la polinización de clementinas, las venimos evaluando ya hace 4 o 5 años, y lo único que nos dio buenos resultados fueron las mallas. Gracias al enmallado, se logró reducir la presencia de semillas a cero”.
Para esta técnica, se tuvo en cuenta también otros factores como pruebas con mallas en superficie reducida, aplicación por pera, de giberélico, evaluación de producción por hectárea, calibre, etcétera, “llegando a tener los mismos resultados en términos productivos, por lo que decidimos enmallar”.
Según señaló Link, para instalar las mallas, se requiere una maquinaria especial la cual fue importada desde Estados Unidos.
Se estima que la tecnología tiene una amortización de entre 1.500 y 1.800 dólares por hectárea y se adquiere a través de proveedores en Estados Unidos. Para Andrés Link, resulta una técnica muy rentable para lograr enviar los mejores calibres sin semillas a los mercados extranjeros.
Según cifras oficiales de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (Odepa), en la Región de Coquimbo se encuentra más de un 70% de las hectáreas destinadas al cultivo de clementinas y mandarinas del país.
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