Los datos fueron vertidos durante una jornada de cambio climático.
Los números son auspiciosos, el sector agropecuario de la Argentina es responsable de la contaminación de la atmósfera por gases de efecto invernadero (GEIs) solo del 28 por ciento en el país.
Los datos fueron vertidos a lo largo de una extensa jornada sobre cambio climático en el auditorio principal del predio de Palermo, en el marco de la edición aniversario 130° de la Exposición Rural Internacional que tuvo lugar durante 16 días.
Los gases efecto invernadero generados por el sector agropecuario, la agricultura y ganadería son de tres clases, dióxido de carbono, oxido nitroso (surgen del manejo agrícola del suelo) y metano.
El metano se produce el 14 por ciento por residuos de cosecha, los sistemas pastoriles el 33 y ganadería en pastoreo por los rumiantes, el 58 por ciento, mientras que es responsable en el 6 por ciento el fertilizante nitrogenado y un poco los arrozales inundados.
Las plantas vivas en tanto, al contrario, son secuestrantes de carbono, pero los pastizales sí emiten GEIs.
Cuando los residuos de cosechas provienen más de leguminosas y de celulosa, mayor es la emisión de metano, al igual que cuanto más lignina tiene la alimentación de los animales (por su boca sale el metano) y es menor su digestibilidad.
El director del Instituto de Suelos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), Miguel Taboada, dejó en su disertación un mensaje fuerte y tranquilizador: “Teniendo en cuenta los índices de producción (ganadera) en la Argentina es que todavía son bajos con toda la heterogeneidad posible, creo que tenemos un largo camino a recorrer para mitigar la emisión de metano”.
Dijo que no era necesario tomar medidas sofisticadas, ni caras, sino mejorar la productividad del agro.
Luego, se refirió al aumento de los almacenes de carbono y precisó: “Uno puede incrementarlos dentro del suelo, lo que se llama el secuestro de carbono, a través de la intensificación de la agricultura, dobles cultivos, pasturas consociadas, combinación de producciones silvo-pastoril y el uso de abonos orgánicos y reciclados de residuos, todo lo que es meter carbono en el suelo”.
En un momento mostró una foto de los efectos del monocultivo de soja en el suelo, es decir, la sojización que tanto mal causa a la agricultura argentina, y señaló que el “solo hecho de rotar la soja con cultivos de cobertura de gramíneas mete carbono en el suelo”, en vez de transformarlos en GEIs.
Sobre la silvicultura y la deforestación (sale el 21% de carbono), aconsejó “limitar el desmonte y la desaparición de las pasturas”.
“Mejorando los índice de procreo, porcentajes de preñez, parición, de destete evitamos tener vacas secas que no producen nada y emiten metano”, manifestó Taboada.
El gas oil, combustible que también se utiliza en el transporte de granos y animales es el mayor emisor de dióxido de carbono (54%).
Los últimos datos provienen de 2012 cuando en emisiones totales la Argentina lanzó 430 millones de toneladas de dióxido de carbono, 43 por ciento, o sea, 200 millones son del sector energético.
En tanto, las proyecciones oficiales de las emisiones son crecientes, 560 a 570 millones de toneladas es el compromiso asumido por la Argentina en la reunión de París del COP21, para emitir.
Estados Unidos (24%) y China (25%) son los responsables de la contaminación mundial.
La Argentina finalmente está entre los 25 mayores contaminantes del mundo, con el 1 % de la contaminación global, más que España, y quedó en claro que el balance energético argentino hay que reverlo y rediseñarlo con participación de energías renovables.
Justamente en Palermo se entregaron los premios CITA a la innovación tecnológica y el “oro” fue para un establecimiento, “La Micaela”, que, desde los residuos ganaderos genera energía eléctrica por medio de biogas y la inyecta en la red de luz de la ciudad de Carlos Tejedor en Buenos Aires, toda una innovación.
Nora Capello, subsecretaria de Negociaciones Económicas Internacionales de la Cancillería argentina, expresó que “La estabilización de emisiones de gases de efecto invernadero se tiene que hacer sin amenazar la producción de alimentos”.
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