domingo, 28 de abril de 2013


Lechos Biológicos: la tecnología que evita la contaminación con plaguicidas

A través de una mezcla de suelo, paja picada y que se instala en un foso impermeabilizado con hormigon. Ahí se manipulan los agroquímicos, así cualquier derrame se degrada evitando que se filtre al suelo o quede en el aire. Ya hay cuatro funcionando en la Región de La Araucanía, impulsados por investigadores de la Universidad de la Frontera.
El impacto de los plaguicidas es indiscutible. Por una parte son los responsables de intentar evitar el daño que tienen las plagas sobre los cultivos.
Según un reciente informe de la Secretaría de la Convención Internacional de Protección Fitosanitaria de la FAO, éstas, junto con las enfermedades de las plantas, son la causa de que el rendimiento de los cultivos a nivel mundial se reduzca cada año entre 20 y 40%, arriesgando la seguridad alimentaria y provocando graves pérdidas económicas a los países y productores. Por ello resulta clave controlarlas y ahí es donde juegan un rol importante los agroquímicos.
Pero, al mismo tiempo, el uso indiscriminado o el mal manejo de estos productos no sólo puede significar perder efectividad, generar resistencia en las mismas plagas, o dañar la salud humana sino que incluso puede afectar recursos básicos como el agua y el suelo.
Esto porque el mal manejo o el uso en volúmenes o concentraciones inadecuadas provoca filtraciones que contaminan las napas subterráneas, pozos e incluso el aire.
Por ello, las empresas de agroquímicos vienen trabajando en fórmulas más amigables con el medio ambiente, y en incentivar el uso de buenas prácticas agrícolas que lleven al agricultor a utilizar estos productos de manera de minimizar sus eventuales riesgos.
Aún así, los riesgos siguen existiendo.
Una de las causas de contaminación más comunes es cuando el plaguicida se derrama durante el proceso de carga del estanque.
Al prepararlos, es común que se produzca un rebalse porque se activan los químicos, los que forman una espuma similar a la que produce un detergente.
“Los residuos o restos del componente se dispersan en el ambiente y se convierten en contaminantes para los animales, plantas, suelo, aire y agua, lo que significa un gran riesgo para la salud de la población”, explica la doctora María Cristina Diez, investigadora de la Universidad de la Frontera que encabeza un proyecto para la implementación de la tecnología denominada lechos biológicos en La Araucanía, financiado por un Fondef de Conicyt.
La tecnología fue impulsada en Chile hace más de 30 años por la doctora María del Pilar Castillo, miembro del Swedish Institute of Agricultural and Environmental Engineering de Uppsala, sin embargo recién está siendo incorporada.
Un lecho biolóico consiste en una excavación a nivel de suelo, similar a la rampa de un taller mecánico. Este foso se rellena con lo que se llama una biomezcla, compuesta por un 25% de suelo, un 50% de paja picada y un 25% de turba, actúa mediante procesos simultáneos de adsorción y por la degradación microbiológica que producen hongos y bacterias.
La idea es que cuando hay que hacer una acción como cargar el estanque del tractor o lavar la maquinaria se realice sobre la fosa para que así cualquier derrame del producto sea retenido por esa biomezcla para luego degradarlo hasta dejarlo inocuo. Incluso se le puede incluir un pozo de recirculación, que sirve para descontaminar y reciclar el agua que se ocupa, lo que es cada vez más importante ante la creciente escasez del recurso hídrico. 
También existen lechos biológicos a escala, diseñado para equipos manuales, como mochilas. El sistema es el mismo, solo que más pequeño y se instala al nivel del suelo.
Sirven para cualquier parte
Los lechos pueden ser instalados en cualquier tipo de predio, porque no existen condiciones de terreno especiales. El único requisito es que la superficie sea plana. Y si en la zona donde será implementado llueve mucho, como ocurre en el sur del país, debe ser instalado bajo techo para evitar que se inunde. En contraste, si se implementa en zonas áridas, hay que preocuparse de que la biomezcla siempre se mantenga húmeda.
“Los suelos de Chile presentan una gran variabilidad en el contenido de materia orgánica y pH entre la zona norte, centro y sur del país. Sin embargo, en un lecho biológico se utiliza solo un 25% de suelo, por lo cual este efecto no altera su eficiencia. Estudios realizados por nuestro grupo de investigación así lo demuestran”, explica Diez.
Como recomendación, el lecho debe instalarse cerca de las bodegas donde se guardan los productos químicos, la biomezcla se debe preparar al menos con treinta días de anticipación y debe estar siempre húmeda.
Hasta ahora en Chile existen cuatro lechos biológicos en función, todos ubicados en la Región de La Araucanía.
 El fundo experimental Maquehue, que pertenece a la Universidad de la Frontera; INIA-Carillanca; el Fundo Santa Olga, que pertenece Agrícola San Clemente y San José Farms, donde se cultivan arándanos, son los primeros predios que implementaron esta tecnología.
Pero, los impulsores no quieren que se quede restringido a la región.
“Si bien nació acá, es importante que sea difundido en todo el país, para así poder minimizar al máximo la contaminación por plaguicidas. La Araucanía tomó la decisión de apoyar este proyecto con recursos del Fondo de Innovación para la Competitividad (FIC), porque tiene un gran interés en proteger el medio ambiente e incrementar la competitividad de la región”, comenta la doctora.
Experiencia pionera
El Fundo Santa Olga, dedicado al cultivo de manzanas, fue uno de los primeros en implementar un lecho biológico para la carga y posterior lavado del tractor nebulizador.
“La idea de nosotros como empresa es estar pendiente de las tecnologías que nos permitan producir en forma más limpia y segura. Los mercados también están siendo cada vez más exigentes en este punto. Con esta iniciativa, además de aportar con la descontaminación ambiental, mejoramos la calidad laboral de nuestros trabajadores”, comenta Octavio Salazar, administrador del predio.
Según destaca, el ahorro de tiempo y de recursos, en contraste con el sistema tradicional de carga, es notorio.
 ”Nosotros partimos con un predio como plan piloto, pero la idea es replicarlo en todos los otros. Hemos tenido una experiencia muy satisfactoria. En vez de sacrificar una parte del campo para dejar los residuos y que quede como zona contaminada, inoculamos los químicos dañinos y reciclamos el agua con que se limpia el tractor”, agrega.
  50 mil toneladasde plaguicidas se comercializan al año en Chile según datos del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), uno de los índices más altos de Latinoamérica, según estadísticas de la OCDE.
2 mil toneladasde plaguicidas se compran anualmente en la Región de La Araucanía.
58.051 zonasde explotación silvoagropecuarias hay en la IX Región.
$3 millones costaría instalar el sistema para máquinas de tracción.
$50 milpuede costar un lecho para trabajar con equipos manuales.

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