Agricultura / Diversificación y agregado de valor

Oportunidad para las legumbres

El desafío es revertir el atraso en inversiones en genética y manejo en producciones de lentejas, arvejas ygarbanzos, aunque en este último cultivo se observa un crecimiento a partir del desarrollo de nuevas variedades.

l sector agrícola nacional es sin duda un jugador de clase mundial. El desafío futuro es la diversificación y el agregado de valor. Y en estos puntos, las legumbres de invierno juegan un papel fundamental.

El país es un jugador de clase mundial primero en trigo, maíz, soja y en un segundo nivel, pero en aumento, en girasol, sorgo y cebada. Y especialidades, como poroto, maní, algodón, maíz pisingallo y girasol confitero también tuvieron su desarrollo nacional.
Inversiones públicas y privadas en genética y manejo son los pilares del éxito productivo de todos estos cultivos, ya que aseguran la calidad del producto.
Pero, según un trabajo realizado por el ingeniero Adrián Poletti, de Incrementar Consultoría Agropecuaria, donde más atraso hay es en las "legumbres de invierno", como arvejas, lentejas y garbanzos, aunque este último tiene un desarrollo de nuevas variedades realizadas por instituciones públicas como la Universidad Nacional de Córdoba, la Estación Experimental del INTA Cerrillos y la Estación Experimental Obispo Colombres, en Tucumán.
Y no es casualidad, dice el trabajo, que este cultivo sea el que más haya crecido en los últimos años, tanto en área sembrada como en volumen exportado. De no haber sido por la sequía otoñal que afectó al norte de Córdoba, hoy la Argentina hubiera superado a Canadá en área de siembra para la presente campaña.
Pero tampoco es casualidad, advierte el análisis, que tanto lentejas como arvejas sean los cultivos donde la inversión en nueva genética es mínima o nula y que por lo tanto sean los productos donde mayor atraso se ve en la inserción mundial del país como origen confiable a lo largo de los años.
El caso del garbanzo
Según Poletti, el garbanzo es exitoso en su producción desde el noroeste argentino (NOA) hasta el sudeste bonaerense, pasando por Córdoba y la zona núcleo maicera y sojera, dando comienzo a su cosecha en octubre y finalizando en enero.
El garbanzo tiene una producción mundial de unas diez millones de toneladas y un comercio que ronda el millón de toneladas.
El único país que presenta una fuerte tendencia a aumentar volúmenes es la Argentina. De acuerdo con los datos aportados por Incrementar, el área cultivada subió a 25.000 hectáreas aproximadamente para la campaña 2009-10, aumentando a 35.000 para el ciclo 2010-2011 y se espera que esté alrededor de las 50.000 hectáreas para la actual temporada.
Sin pensar en desarrollar áreas nuevas de siembra, como ser la zona del valle medio de Río Negro, y abocándose sólo a dar una alternativa de rotación al cultivo de trigo en el centro-oeste, sudoeste y sudeste bonaerense y sudeste de La Pampa, que signifique reemplazar el 7 por ciento del área por garbanzo, se podría llegar a sembrar unas 350.000 hectáreas, con lo que pondría al país a la altura de Australia en producción y volúmenes exportados.
La producción, según proyecciones de Incrementar, se estiman en unas 50.000 a 55.000 toneladas.
Asimismo, la Argentina está aumentando fuertemente los volúmenes de exportación, llegando durante el presente ciclo comercial, hasta junio, a exportar un 80 por ciento de todo lo exportado en 2010.
En efecto, a junio de 2011 se exportaron 26.000 toneladas con tendencia a que lleguen a las 35.000 a 40.000 toneladas antes de que entre la cosecha nueva.

Márgenes
Hasta el momento, las pruebas realizadas con el cultivo de garbanzo en distintos escenarios del sur bonaerense han sido sumamente exitosas, tanto en productividad como en calidad.
Los rendimientos variaron según la zona y manejo desde los 1800 a los 3000 kilos por hectárea, teniendo como principal desafío, según el análisis de Poletti, mejorar todo lo referido al control de malezas; paquete sanitario; registro de insumos para agricultura responsable; ajuste de fechas de siembra y pago de la propiedad intelectual en toda la cadena como soporte de genética.