Rhades, L. C. (1); Aguilar, N. (2); Villanueva, R. E. (3); Schreyer, H. E. (4) Estamos transitando un proceso que nos está llevando hacia una ganadería de precisión. Esta evolución impulsa al sector ganadero a adoptar una agricultura animal altamente especializada en la producción de carne. Por lo tanto, es imperativo poner en uso criterios de buenas prácticas ganaderas y bienestar animal. Al adoptar estas prácticas, las mismas se irán transformando en parámetros de calidad, las que se volverán ventajas competitivas a la hora de satisfacer las exigencias de los mercados. La preocupación de los consumidores acerca del bienestar de los animales ha ido en aumento y cada vez son mayores las exigencias del público general respecto a la cría, transporte y faena de manera humanitaria. En este sentido, la definición de bienestar animal comprende “el estado del individuo en relación a sus intentos de adaptarse a su ambiente, en un momento determinado de sus vida, lo que implica mucho más que el animal se sienta bien”. En términos productivos, el tema es mucho más amplio y se impone el concepto de cadena agroalimentaria, en la cual se están produciendo alimentos. Dado que esta involucra a todos los actores de la misma, debemos tomar conciencia que en cada uno de sus eslabones hay protagonistas que deben asumir una responsabilidad; comprometidos en los procesos de producción. Incluye a todos los sistemas del proceso productivo como a un todo; criadores, invernadores, consignatarios, transportistas, frigoríficos, mercado interno y externo. En términos comerciales, la implementación de normativas legales y la observación de indicadores de cómo se deben manejar los animales durante todo el proceso de producción, adquieren mayor relevancia, para poder acceder a los mercados de alto poder adquisitivo cada vez más exigentes. Un punto muy importante de reflexión a la hora de evaluar la implementación de las pautas de buenas prácticas ganaderas y de bienestar animal en las empresas del sector, es la gestión de la salud y seguridad ocupacional del personal. Factores que permitirán reducir los riesgos a los que está expuesto un trabajador agropecuario. Al hablar de gestión nos estamos refiriendo al control de las variables que podrían ocasionar un siniestro, reduciéndolas a un mínimo tolerable según una matriz de identificación de riesgo por actividad. Este escenario impone tomarse un tiempo para evaluar los costos que significan dentro de la rentabilidad de la producción, el hecho de tener un siniestro en una empresa. Los costos que se afrontan mientras dure la incapacidad del personal accidentado, el reemplazo de una persona capacitada en esta tarea, además de los costos materiales si los hubiera. Las leyes laborales habilitan a los empleados a demandar a sus empleadores frente a los accidentes laborales por fuera de la Ley de Riesgos de Trabajo. Los juicios devenidos por estos motivos, además de ser un dolor de cabeza, son onerosos, en algunos casos tan onerosos, que las empresas tienen que desprenderse, a veces, de parte de su patrimonio, para hacer frente a dichos reclamos. Estas aseveraciones se basan en hechos que han sentado jurisprudencia en la actualidad, a pesar de tener el respaldo de una ART ante un accidente laboral (Ejemplo: Caso “Aquino, Isacio c/ Cargo Servicios Industriales S.A. s/ accidentes ley 9688” (Resuelto el 21/9/2004) Este tendría que ser uno de los puntos a esgrimir, para empezar a tomar conciencia sobre los riesgos que las prácticas ganaderas cotidianas implican. En tal sentido, se dispone de las herramientas, que al adoptarlas, permitirán, en conjunto, poder implementar un sistema de producción intensivo y racional, altamente eficiente. La adopción de estas herramientas requiere de cambios y estos llevan tiempo. Requieren un esfuerzo desde la dirección empresaria, tanto en la selección como en la formación del personal. Recordemos que, cuando se les piden CAMBIOS muy rápidos a las personas que desde siempre, durante años y años, nunca tuvieron que modificar sus hábitos de trabajo, se produce en ellas una fuerte resistencia a esos CAMBIOS. Radica aquí y refuerza una de las cuestiones básicas a implementar en las buenas prácticas, la capacitación del personal. La capacitación es imprescindible: los recursos humanos capacitados representan una diferencia competitiva dentro de las empresas, que demanda humanos con recursos que se integren y compartan los objetivos fijados. La diferencia radicará en aquellos que saben porque se hacen las cosas, frente a aquellos que solo hacen las cosas. El bienestar animal aplica la etología, disciplina que estudia el comportamiento y las costumbres de los animales. Se basa en dejar que los animales se desplacen por su propio impulso y necesidades a donde nosotros queremos que se dirijan. Para lograrlo, previamente es necesario comenzar por erradicar los malos hábitos, tan arraigados en el campo; practicados por el personal y tolerados por la administración. A partir de aquí, con la adopción, primero de las buenas prácticas, como herramienta para mejorar la seguridad y eficiencia en las tareas, vamos a poder conseguir el bienestar animal, para lograr animales más dóciles, con menos estrés y por ende más fáciles de manejar. Porque las buenas prácticas, como herramienta, mejoran la seguridad laboral, por el simple hecho de que el trabajador rural está en contacto con animales que tienen entre 3 y 10 veces su masa corporal; y un animal nervioso, alterado, del cual uno no puede predecir su reacción, puede y lo hace, ocasionar accidentes con consecuencias graves para las personas. Todo el folklore de la yerra, la diversión, las muestras de hombría de los participantes, que si bien forman parte de la idiosincrasia del campo, hoy por hoy, está comprobado que su práctica, lejos de mejorar el bienestar animal, genera un clima permanente de estrés en los animales. Tengamos en cuenta que las experiencias traumáticas provocan un recuerdo duradero de hasta 3 años y que por cada 20 a 30 minutos de trabajo estresante, se produce un 0,5 % de desbaste en los animales; además de retrasarse el desarrollo de los que participan de estos eventos y de producir carne de baja calidad. A su vez la incidencia de golpes y traumatismos, producto de estas costumbres, repercuten desfavorablemente en el sistema inmunitario de los terneros, favoreciendo la entrada de diversos patógenos, tales como la flora clostridial que está siempre presente, aguardando por la oportunidad de poder expresarse con su máxima potencia. Nos referimos a la mancha y a la gangrena. Para implementar un proceso de ganadería de precisión es necesario reemplazar estas prácticas por aquellas que lleven a la transformación del sistema, aplicando las pautas del bienestar animal en toda la cadena de producción. Por otro lado, el aspecto sanitario de la atención del parto en las vacas, adquiere una vital relevancia, ya que se está tratando con seres vivos. Los procesos relacionados con los mismos deben ser realizados con responsabilidad, por personal competente, debidamente capacitado y supervisado por un profesional de las ciencias veterinarias. A modo de ejemplo y sin duda alguna, tal como lo muestra la foto, el momento del parto es trascendental para la futura vida reproductiva de una vaca. La premisa es obtener un ternero por vaca y por año. Si se trata de esta manera a los animales (el capital de la empresa), no solamente se está atentando contra su bienestar, sino también contra el bolsillo del productor. Foto: gentileza Dr. Bruno Rutter A su vez, viéndolo desde el punto de vista de la seguridad y salud ocupacional, el mal manejo sanitario de la hacienda también atenta contra la gestión de la seguridad del personal, porque aumenta el riesgo de contraer enfermedades zoonoticas. En estos casos es importante tomar conciencia del uso de los elementos de protección personal (según publicación de la SRT: Es importante la protección facial, ya que según informes del Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos, el 75 % de las personas infectadas por brucelosis, lo fueron por vía conjuntival). Otro aspecto importante en la sanidad de los animales es el manejo de la jeringa. Un instrumento infaltable en cualquier explotación pecuaria, que requiere de una particular atención y cuidados. La inoculación o inyección de un zooterápico, implica de por sí, un acto quirúrgico. Por lo tanto es necesario hacerlo con responsabilidad. La correcta limpieza e higiene, su lubricación con productos adecuados y el debido mantenimiento periódico es imprescindible. Con el recambio de las piezas desgastadas evitaremos su mal funcionamiento, evitando sobre o sub dosificar medicamentos, generando así una correcta respuesta a los tratamientos aplicados. La formación de abscesos, por falta de higiene adecuada de las jeringas, produce mal estar y mucho dolor en los animales, por lo que dejan de comer. Si no comen, no ganan kilos. Esto lleva a ser poco o nada eficientes en cuanto a la calidad del trabajo sanitario. Se están cometiendo errores, los cuales acarrean perjuicios económicos. La falta de protocolos de trabajo aumenta el riesgo biológico en estas tareas, ya que en muchos casos se están manipulando agentes vivos. Aquí el personal está expuesto a autovacunaciones, o en casos de jeringas en mal estado de conservación o mantenimiento, a que los líquidos se escapen de las mismas y se pongan en contacto directo con el vacunador; con el riesgo de ser absorbidos por vía conjuntival, respiratoria o dérmica. El uso de protectores faciales, guantes, overol y botas como elementos de protección individual se hacen de uso obligatorio para estas tareas. Otro elemento de uso cotidiano en toda la cadena productiva es la picana eléctrica sobre los animales. La utilización de este instrumento debe ser restringido, pudiéndose aplicar corriente a los animales solo en contadas ocasiones, a la altura de los garrones o en zonas poco sensibles. Mientras tanto debe mantenerse guardada en un lugar seguro y a buen recaudo. Su empleo indiscriminado se traduce en animales intranquilos y difíciles de manejar, producto del dolor y del miedo, atribuibles los shocks eléctricos. Más aún, si su hábito se implementa desde edad temprana. Las lesiones que produce a nivel muscular en animales terminados, listos para la faena, provoca decomisos, debido a las hemorragias y la ineptitud de la carne para su posterior procesamiento. Se observa a diario que se aplica picana en aquellos lugares que guardan los cortes de mayor calidad y mejor valor, como lomos y cuartos traseros; por lo que es inconcebible e inaceptable que se tolere su utilización en los establecimientos, transporte y locales de remate feria, especialmente en aquella hacienda que va a faena. En cuanto a las instalaciones, en la manga es donde se producen la mayoría de los accidentes de trabajo. Es imprescindible generar un ámbito laboral adecuado, por lo que el mantenimiento de las mismas debe ser una tarea importante y rutinaria, siguiendo las recomendaciones de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo.(Vaca, C.; SRT) Cuidar que no haya salientes punzantes, tablas rotas, alambres o tornillos que puedan producir lesiones, no solo a los animales sino también al personal, debe ser una de las actividades que no deben dejarse de lado. Se aconseja revisar el funcionamiento del yugo, las partes que tienen movimiento deben estar perfectas, sin desgastes, bien engrasadas, sin roturas. Las puertas laterales,deben abrir y cerrar fácil y bien. Verificar que las puertas tranca abran y cierren perfectamente. El toril, de elección debe ser de paredes laterales ciegas, para evitar la distracción, quedando un espacio inferior de drenaje para la salida de la materia fecal y el barro. Controlar el funcionamiento de las tranqueras, que el cierre sea fácil y seguro. De ser necesaria la entrada de un "hombre de a caballo" para evitar accidentes, deberá cruzar los estribos por arriba del recado y trabajar desestribado. Esto evita que se trabe con los estribos ante la urgencia de retirar rápidamente las piernas; pero lo ideal sería no hacerlo, implementando el uso de las banderas. Colocar en la manga los animales justos, para que no se den vuelta o salten, exponiendo al trabajador a posibles traumatismos. La manga tendrá una zona de escape de no menos de 5 metros entre ésta y el alambrado perimetral, de tal forma que si salta un animal nervioso, el personal que está trabajando puede escapar. La zona de escape debe contar con 2 salidas, por donde el animal pueda salir sin ser azuzado. Al comprar o realizar una reparación importante en la manga, pensar en las personas que trabajan allí y consultarlas. Para finalizar, el productor debe tener en cuenta que el trabajo y el esfuerzo realizado, fruto de la inversión en alimentación y genética, pueden perderse durante el transporte, para lo cual debe prever como van a viajar sus animales. Los animales no pueden llegar golpeados, ni mucho menos muertos a destino. Para lo cual debería asegurarse que el conductor conozca los conceptos generales de bienestar animal y que el estado del camión y de la jaula estén en condiciones de prestar el servicio por el que se paga. Sería conveniente que el productor convenga con el camionero la ruta a seguir y las paradas que tenga previsto realizar. Hoy la tecnología en comunicaciones disponible, permite la posibilidad que el transportista esté comunicado con el productor, para solucionar cualquier problema imprevisto lo antes posible, evitando así el desgaste y sufrimiento innecesario de la hacienda transportada. CONCLUSIONES Estas son algunas de las premisas básicas que se deben conocer y estar dispuestos a adoptar, para poder implementar los principios de bienestar animal. Hay que entender que dentro de este bienestar también está en juego el bienestar del trabajador, que es un eslabón/variable importante dentro de la cadena de producción. Que los mercados internacionales son cada vez más exigentes en la calidad/trazabilidad del alimento que se ofrece. Por eso el trabajador no debe ser la variable de ajuste dentro de la cadena de producción; al contrario, el personal capacitado es la mayor garantía de que la planificación culmine con el éxito de los objetivos fijados. Para esto, es indispensable capacitarnos, concientizarnos y asumirlas responsabilidades que nos correspondan dentro de cada uno de los eslabones de la cadena agroalimentaria de la carne. EL ESFUERZO BIEN VALE LA PENA - NUESTROS ANIMALES Y EL MERCADO NOS LO AGRADECERÁN (1) Méd. Vet. Luis Carlos Rhades. Jefe AER INTA San Salvador. EEA INTA Concepción del Uruguay. INTA Centro Regional Entre Ríos Av. Colón 25, (E3218ANA) San Salvador - Entre Ríos. Tel 0345 491 0608 Cel 03442 15 51 38 07 E-mail: lrhades@concepcion.inta.gov.ar (2) Msc (MV) Natalia María Aguilar. Coordinación de Proyecto Nacional de Bienestar Animal. EEA INTA Colonia Benítez. INTA Centro Regional Chaco Formosa. Tel 54 3722 493005/009 int 222 o 218 E-mail: naguilar@correo.inta.gov.ar (3) Ing. Roberto E. Villanueva. Referente de Higiene y Seguridad en el Trabajo. INTA Centro Regional Chaco Formosa. Tel 03722 493044 int 116 Cel 03783 15 755558 E-mail: rvillanueva@correo.inta.gov.ar (4) Méd. Vet. Héctor E. Schreyer. Profesional AER INTA San Salvador. EEA INTA Concepción del Uruguay. INTA Centro Regional Entre Ríos Av. Colón 25, (E3218ANA) San Salvador - Entre Ríos. Tel 0345 491 0608 Cel 03442 15 41 61 65 E-mail: hschreyer@concepcion.inta.gov. Más información: lrhades@concepcion.inta.gov.ar |
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miércoles, 17 de agosto de 2011
Herramientas valiosas para implementar una ganadería de precisión
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