sábado, 11 de septiembre de 2010

Un plan de nutrición basado en los análisis de suelo

Un trabajo afirma que se pueden mejorar los rindes en soja con un plan integral de manejo del cultivo

La soja es el cultivo de mayor índice de cosecha de nutrientes. En este contexto, un trabajo liderado por técnicos de INTA Rafaela propone un modelo nutricional basado en el análisis de suelo.

La soja crece en nuestro país en superficie y rendimiento. De hecho, los rendimientos promedios de Argentina aumentaron de 2445 kg/ha en 1998/99 a 2823 kg/ha en la campaña 2007/08, con una tasa de incremento anual de 38 kg/ha. Las razones no sólo están en el mejoramiento genético, también en las mejores prácticas de manejo del suelo y del cultivo.

Un trabajo aportado por Fertilizar sobre Manejo de la Fertilización de la Soja en la Región Pampeana Norte y en el NOA Argentino, de Hugo Fontanetto y Oscar Keller, de INTA Rafaela, Julio Albrecht, de AFA María Juana, y los asesores Dino Giailevra, Carlos Negro y Leandro Belotti, indica que en condiciones mejoradas de manejo se observan rendimientos que llegan a duplicar los promedios regionales. Son el empleo de la siembra directa, las adecuadas rotaciones y el manejo integral de la nutrición mineral los elementos que más contribuyen para ese incremento de la producción unitaria.

Pero, en cuanto a la nutrición mineral, "la soja es el cultivo de más altas exigencias y el de mayor índice de cosecha de nutrientes", sostienen los técnicos.

Los elementos que más limitan la producción de la soja en la zona pampeana norte de la Argentina son el nitrógeno, el fósforo y el azufre y, en menor medida, el calcio, cobalto, molibdeno y boro. Estas últimas son menos frecuentes y no presentan la importancia de los primeros tres nutrientes.

De acuerdo con una serie de ensayos y estudios realizados por los autores de la investigación, existen diferentes áreas, en cuanto a la fertilidad química de los suelos, que provocan diferentes respuestas de los cultivos a la fertilización.

A su vez, está comprobado que la inoculación eficiente permite abastecer gran parte de las demandas de nitrógeno del cultivo y se verifican aumentos en los rendimientos por esta práctica.

Por su parte, la información disponible respecto a la fertilización nitrogenada es muy escasa y para nada muestra una tendencia definida, y podría recomendársela en ambientes sin nodulación o en ocasiones en que se detecten síntomas de deficiencias de Nitrógeno durante el desarrollo del cultivo.

En relación al Fósforo (P), los técnicos sostienen que las recomendaciones que se realizaban hasta el presente sobre la conveniencia de efectuar aplicaciones localizadas de este elemento ya no son tan contundentes en lotes con más de 8 años de siembra directa; situaciones en que la aplicación de dosis superiores de 25 kg/ha de P al voleo o incorporadas no demuestran diferencias entre sí.

Los especialistas destacan que se debe evitar en lo posible la aplicación de fertilizantes en contacto directo con las semillas por altos problemas de fitotoxicidad registrados y los posibles daños a los rizobios de los inoculantes.

También ponen de relieve que las deficiencias de azufre son cada vez más reiteradas en suelos con tenores de materia orgánica inferiores al 2%, en los de texturas arenosas o francas, con elevada historia agrícola sin el agregado de este elemento y donde se logró optimizar el agregado de N y de P. Por lo tanto, recomiendan su corrección empleando fuentes azufradas directamente en el cultivo de soja o en los cultivos previos que integran las secuencias o rotaciones, dada la residualidad encontrada.

La punta del ovillo está de todas formas en el análisis del suelo. A partir de allí es que se debe decidir cualquier manejo nutricional de los cultivos de la rotación.

Según los técnicos, para realizar una fertilización eficiente de la soja se deben tener en cuenta diferentes parámetros: el análisis químico de los suelos y el rendimiento objetivo, los que se complementarán con otras características relevantes como historia del lote, cultivo antecesor, intensidad de las secuencias de cultivos, sistema de manejo, fuente y método de aplicación de nutrientes, etcétera

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