domingo, 29 de septiembre de 2013

El poroto, en estado de alerta



El descenso en los niveles de proteína y de aceite en la soja argentina preocupa a toda la cadena del cultivo. En un taller realizado por Acsoja, especialistas de los sectores público y privado coincidieron en que el problema genera importantes pérdidas y acordaron trabajar en forma conjunta.-

Recientemente, en la Bolsa de Comercio de Rosario, la Asociación de la Cadena de la Soja Argentina (Acsoja) llevó a cabo el 3° Taller de Proteína, durante el cual se debatió sobre un problema que preocupa al sector y que tiene que ver con una baja de calidad en la producción de soja en relación a su contenido de proteínas. El objetivo de este encuentro fue elaborar un cronograma de trabajo para aportar posibles soluciones y aunar esfuerzos para revertir esta situación que hoy genera pérdidas económicas y hace que la producción industrial encuentre dificultades para alcanzar los estándares exigidos por los mercados internacionales.
Los diferentes actores públicos y privados de la cadena que participaron del encuentro coincidieron en que el problema a nivel proteico es significativo, más aun cuando el 80% de lo producido por la soja es harina y solo el 20% restante es aceite. “Lo atractivo fue que en el diagnóstico hubo una gran coincidencia y se trazaron líneas de acción concretas. Se conformó un grupo de trabajo con sectores representados por la industria, la producción y de investigaciones de universidades, para iniciar una búsqueda de distintas mejoras en cuanto a proteínas”, dijo el presidente de Acsoja, Miguel Calvo, quien además destacó la participación del sector público en el taller: “Esto es un extraordinario ejemplo de lo que puede ser una colaboración público-privada, en la que tratamos de buscar la solución a un problema que nos afecta a todos”.
Por su parte, Martha Cuniberti, del INTA Marcos Juárez, expuso en el taller el interrogante sobre la influencia del ambiente en la cantidad de proteína contenida en la soja argentina. “En un estudio que realizamos sobre 20.000 muestras, el resultado fue que el ambiente influye en un 56% en la expresión de la calidad, ya sea de la proteína como del aceite”, explicó la especialista.
Por otro lado, dejó en claro que la búsqueda de lograr rendimientos más altos también provoca una caída sensible de la proteína.
“Lo que ocurrió este año históricamente no había pasado nunca, porque no sólo cayó la proteína sino que el aceite no estuvo a los niveles esperados. Por lo tanto, el “profat” (proteína + aceite) de este año también fue el más bajo de los últimos 16 años. De allí viene el problema que observa la industria, ya que no se alcanzan los estándares internacionales y estamos teniendo descuentos importantes en la comercialización”, explicó Cuniberti.
Lo que sucedió se debió, según la especialista, a la muy alta producción en la zona núcleo, ya que prácticamente toda la producción de esa región fue soja de primera y las temperaturas medias de la época estival fueron menores de las habituales, lo que ayudó en la baja de proteína y aceite. Por su parte, la producción del norte, usualmente de mayor tenor proteico, prácticamente no existió.
“Hay variedades de soja que se pueden utilizar y que son de buena productividad y de alta proteína. Sucede que a veces no se transmite este conocimiento. Habría que impulsar más la siembra de esas variedades”, explicó Cuniberti.
Uno de los representantes del sector industrial que estuvo presente en el taller fue Adrián Gómez, presidente de la Asociación Argentina de Grasas y Aceites (ASAGA), quien coincidió con Cuniberti en la caída de los niveles indicados.
“A partir del cambio del estándar de comercialización, que se dio en junio de este año, nuestras harinas valen entre unos 10 y 15 dólares menos que las harinas del año pasado en el mercado internacional, y esto está directamente relacionado con el contenido de proteínas”, expresó.
Igualmente, reconoció que la industria viene sufriendo desde hace muchos años la pérdida de proteína, pero que nunca se llegó a una situación límite como la de este año. “En este debate, la participación que podría tener la industria es justamente la de difundir aún más esta situación, para que todo el mundo tome real conciencia y quien pueda aportar algo, desde el mejoramiento genético, manejo de suelo, clima y demás, lo haga”, dijo Gómez.
Como resultado final del encuentro se decidió realizar un análisis económico de cuánto representa para la industria la pérdida de proteína, conformar una comisión para llevar adelante nuevas investigaciones e interiorizar más al sector productivo sobre esta sensible problemática.

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