Detrás de cada tonelada de soja que se exporta hay una amplia cadena industrial.
La presidenta Cristina Kirchner dijo que se va a “desojizar la relación” entre Argentina y China. En un esfuerzo por minimizar el grave conflicto generado por la suspensión de las compras de aceite de soja argentino por parte de China, la mandataria lanzó conceptos que vale la pena analizar.
Lo primero que conviene recordar es que el aceite de soja es el principal producto que Argentina exporta a China, por un valor de 2.000 millones de dólares en el 2009, sobre un total de embarques de US$ 3.500 millones, donde otros 1.000 fueron de poroto de soja. Y que no ha parado de crecer desde los años 90, cuando el país asiático comenzó a perder su capacidad de autoabastecimiento de productos de soja.
También es útil saber que la soja es originaria de la China. Hasta 1989, precisamente el año del levantamiento estudiantil de la plaza de Tiananmen, y la posterior reforma económica que dio nacimiento a la nueva China, el gigante asiático era exportador neto de soja. Los chicos de Tiananmen, recordemos también, se reunían en un local de Kentucky Fried Chicken, donde el pollo sale con fritas.
Por entonces producía 15 millones de toneladas, el doble de la cosecha argentina. Ese fue el último año que exportó. A partir de 1990, se convierte en importador neto de poroto de soja, que molía para obtener aceite y harina de alto contenido proteico. Ambos productos van de la mano: crecen exponencialmente, al ritmo de la expansión económica y sus efectos sobre los ingresos de la población.
Los chinos transitaron de una dieta vegetariana a una con cada vez mayor participación de proteínas animales, fundamentalmente carne porcina y aviar. La experiencia dice que de eso no se vuelve.
Las carnes, incluyendo la de pescado de piscifactoría (también en voluptuosa expansión, desde que colapsaron los caladeros de pesca en mar abierto) se producen con alimentos balanceados formulados con harina de soja y cereales forrajeros (maíz, trigo, cebada). Pudieron incrementar la producción de estos últimos, pero no dieron abasto con la soja. Siguen produciendo 15 millones de toneladas, pero ahora necesitan...70 millones de toneladas. Y además, 3 millones de toneladas de aceite, la mayor parte made in Argentina.
En apenas 20 años, y cuando solo la tercera parte de la población ha recibido el influjo de la urbanización y la consecuente transición dietética, China importa productos de soja por 30.000 millones de dólares. La mayor parte desde Sudamérica. Encima, este año el clima les está jugando en contra...
Según la Presidenta, se necesita un vínculo “comercial diferente” con el país asiático y por esa razón “si tenemos una relación sólo por la soja estaríamos en problemas, porque no se trataría de una relación estratégica” con China, argumentó, dando lugar para el disenso. Error conceptual. ¿Hay algo más estratégico para la Argentina que atender una demanda tan explosiva e imparable de la segunda potencia económica mundial? ¿Se puede minimizar que el país más poblado del planeta, que demostró resolver todas sus necesidades, haya abdicado en esta cuestión clave en manos de Sudamérica?
Para la Presidenta, “necesitamos hacer una relación comercial diferente” con China, ya que “el 82% de nuestras exportaciones son solamente cuatro productos y de bajo valor agregado, y el 98% de las exportaciones chinas a la Argentina son muchísimos productos, con mucho valor agregado”, señaló. Es otro error de concepto. La soja en sí misma, y mucho más el aceite, son productos de altísimo valor agregado. No hay que confundir valor agregado con grado de elaboración. Adentro de una tonelada de soja, hay tractores, camiones, neumáticos, fertilizantes, agroquímicos, gasoil, polietileno, cosechadoras, chapa, pintura y plásticos elaborados en el país. Que con trabajo argentino inteligente se exportan a todo el mundo.
En este superávit comercial generado por el complejo soja hay mucha industria involucrada.
Por suerte, Cristina terminó contradiciéndose antes de ayer, cuando dijo que los chinos igual van a volver a comprar aceite. Que la relación no se va a “desojizar”. La realidad siempre se subleva.
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