La sequía en el norte de Chile es un tema constante entre los actores de la industria frutícola. Y es que cada año, cientos de productores deben arreglárselas para mantener sus cultivos con la mínima disponibilidad de agua, situación que parece estar lejos de mejorar.
En relación a esto, el Centro de Estudios de Zonas Áridas (CEZA) de la Universidad de Chile tiene como principal objetivo dar alternativas para desarrollar una agricultura sustentable en estas zonas, teniendo en cuenta que la principal limitante es la disponibilidad de agua.
Para conocer más sobre la actual situación en esta zona del país, hablamos con Víctor Muñoz, Ingeniero Agrónomo del CEZA, quien indicó que hasta comienzos de 2014 los embalses estaban al 5% de su capacidad, y este año el panorama no es más alentador.
“Las lluvias de este año también han sido muy bajas -bajo el promedio normal a la fecha-, por lo tanto, la situación este año va a ser más crítica aún”, aseveró.
De acuerdo a Muñoz, en la Región de Coquimbo (IV Región), el valle más afectado es el Valle del Limarí, zona en la cual, el año pasado los agricultores recibieron aproximadamente el 10% del agua de un año normal.
“Realmente es un escenario muy difícil… imagínate lo que significa que te reduzcan el 90% de la cantidad de agua que pensabas tener. Hay turnos de riego cada 15-20 días, es un riego al mes, lo que hace complicado el negocio frutícola”, comentó.
En ese sentido, destacó que frutales como el palto y los cítricos son los más afectados ya que requieren mucha agua y la disponibilidad no da para regar tanta superficie.
Alternativas para enfrentar la sequía en el norte de Chile
El CEZA está trabajando en dos proyectos para descubrir la forma más viable de mantener los cultivos frutales en el norte de Chile.
Uno de los trabajos se enfoca en los cultivos tradicionales, específicamente en tres frutales que representan aproximadamente el 70% de la superficie de la Región de Coquimbo: vid, olivo y palto.
“Lo que buscamos a través de ese proyecto es, mediante prácticas de manejo agronómico, lograr mantener los rendimientos con menos agua, lo que en el fondo es aumentar la eficiencia del uso del agua y en situaciones más extremas lograr la supervivencia de las plantas”, comentó Muñoz.
Para esto el equipo se planteó dos escenarios, uno de sequía moderada, donde hay menor disponibilidad de agua que un año normal, con lo cual intentan mantener los rendimientos, identificando aquellos momentos dentro de la temporada en que una baja del agua produzca el menor daño posible a la planta.
El otro escenario es de una sequía severa, como lo que ocurre actualmente en el Valle del Limarí, donde la idea es buscar de qué forma se puede producir fruta y con qué manejos es posible asegurar la supervivencia de la plantación.
“Hay prácticas que los agricultores han tenido que hacer, como por ejemplo, el podado a tocón en el caso de los paltos. Esto significa que cortan todo el árbol hasta el tronco, sin dejar hojas y nuestra idea era cuantificar cuál es el daño, qué es lo que está pasando en la planta al hacer este tipo de prácticas y cuán sustentable esto puede ser en el tiempo”, detalló.
Por otro lado se encuentra el proyecto de diversificación, el cual era la línea principal del CEZA.
“Como centro, estamos en busca del desarrollo de una agricultura sustentable en zonas áridas y lo que hemos recomendado es el cultivo de frutales que requieran menos agua o que sean tolerantes a la sequía. En ese sentido, llevamos 25 años trabajando con frutales que cumplan estas características como la jojoba, el granado, la higuera, la tuna y otros como el tamarillo y la pitahaya, que aún no tienen un desarrollo comercial en el país, pero que pueden tenerlo en un futuro”, detalló el ingeniero agrónomo.
“La idea es que con estos frutales, con la misma cantidad de agua, puedas cultivar una mayor superficie. Por otro lado, son especies que aguantan la sequía por lo cual estás protegiendo la inversión que se ha hecho en términos de las plantas”, añadió.
De esta manera, lo que buscan los investigadores mediante este proyecto es validar distintas variedades de cinco frutales específicos: 8 variedades de granado, 6 de higuera, 5 de tuna y 4 clones de pitahaya y 2 de tamarillo.
“Esto lo estamos evaluando en el Valle del Limarí y en el Valle de Elqui, específicamente en Ovalle y Vicuña, donde estamos viendo si alguna de las variedades o especies se da en mejores condiciones”, comentó.
Para realizar lo anterior, el centro cuenta con plantaciones experimentales donde también realizan “días de campo”, instancia en la cual reciben a los agricultores que están interesados en estos frutales.
“Les contamos sobre el manejo agronómico de los cultivos, cómo ha sido el crecimiento, el rendimiento por temporada, entre otras cosas”, dijo.
Cabe señalar que, de forma paralela, los investigadores están desarrollando prototipos de subproductos agroindustriales, con la finalidad de agregar valor a la producción, tarea a cargo del Departamento de Agroindustria y Enología de la misma universidad.
“Para cada una de estas especies elegimos un subproducto, evaluamos distintas fórmulas para producirlo hasta llegar a la que consideramos más apropiada en términos de la calidad del producto. El objetivo de esto es aumentar la vida útil de la fruta fresca y así darle un valor agregado”, indicó Muñoz.
El potencial de la diversificación de frutales
Pese a las ventajas que pueden ofrecer los frutales que requieren menos cantidad de agua para su cultivo, uno de los principales frenos para los agricultores es la comercialización y los mercados de destino de la fruta.
En relación a esto, Muñoz indicó que existe una “dualidad”, donde entran en juego el manejo de los cultivos y el potencial de comercialización de las frutas.
“El tema del manejo es una parte y por otra está la comercialización, es decir, ver si existen realmente mercados para estos productos, cuáles son los mejores, las barreras fitosanitarias que exigen algunos países y también la presencia de agroquímicos que estén validados para ser utilizados en estos frutales nuevos”, añadió.
Sin embargo, Muñoz destacó que este último punto es, precisamente, una de las principales dificultades que presentan estos cultivos.
“Para la uva de mesa hay cientos de productos que controlan prácticamente todas las plagas y enfermedades, pero en el caso de la tuna, por ejemplo, no hay productos registrados. En granado creo que hay tres, en la higuera hay sólo dos y eso también es un freno porque no están las herramientas para poder producir una fruta de buena calidad y con la seguridad de que no tienen algún tipo de enfermedad o plaga”, aseveró.
El ingeniero agrónomo del CEZA señaló que –pese a lo anterior- lo principal es el desarrollo de los mercados, tema que están comenzando abordar en el centro.
“El centro siempre ha estado enfocado en la parte científico-técnica, pero claro, el tema comercial es algo que también comenzamos a ver. Estamos desarrollando estudios de mercado, viendo cuáles son los canales de comercialización y cuáles son los países donde se puede posicionar la fruta”, dijo.
“Actualmente se hacen exportaciones de granada y también de higos. En los últimos años ha habido exportaciones, entonces hay mercados interesantes, pero falta desarrollarlos un poco más y que los agricultores se empiecen a atrever con estas especies nuevas”, añadió.
En octubre, el CEZA realizará tres seminarios relacionados con las líneas de investigación descritas, donde se abordarán temas como el manejo agronómico en situaciones de sequía y experiencias en Chile (frutales tradicionales), y el manejo agronómico de frutales de bajo requerimiento hídrico y agregación de valor a través de la agroindustria.
“Principalmente nos enfocaremos en la parte técnica, de manejo agronómico y la agregación de valor con el desarrollo de subproductos (…) Por el contexto de la sequia, existe una necesidad o inquietud por parte de los agricultores de pasarse de frutales tradicionales -que requieren mucha agua- a frutales que requieren menos, pero no saben el tema del manejo, cuáles son las variedades, en qué zonas se dan mejor”, comentó Muñoz.
“La idea de este proyecto es entregarles dicha información, lo cual es parte de los objetivos del centro”, concluyó.
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