El último tramo de la cosecha fue muy afectado por las altas temperaturas, las plagas y las enfermedades
Sin duda, el curso de la campaña 2010/2011 se vino pareciendo bastante a un viaje en avión con turbulencias. Hasta mediados de enero pasado, la cosecha andaba sin rumbo seguro, por la falta de lluvias. Pero desde la segunda quincena de enero una ráfaga de precipitaciones puso a los cultivos otra vez en la ruta correcta, aunque dejó secuelas en el maíz. Sin embargo, sobre el final de la campaña, dos semanas de altas temperaturas y la falta de control adecuado en algunas enfermedades y plagas recortaron rindes e hicieron perder plata al productor. Todo eso está influyendo en los resultados de hoy, en mayor o menor intensidad según las regiones y los cultivos, y hace que en algunos lugares el "aterrizaje" de la cosecha sea de emergencia. Una decena de técnicos consultados por LA NACION pusieron bajo la lupa los factores que influyeron sobre los cultivos. Como en un ranking, ubicaron en el primer lugar la sequía, seguida por las enfermedades, plagas y, en las últimas semanas, altas temperaturas.
"En general, en todas las zonas del centro de la provincia de Buenos Aires hacia el oeste, inclusive La Pampa, los factores que más afectaron al final de la campaña fueron las altas temperaturas y los ataques de isocas defoliadoras de mitad del ciclo en adelante", comentó Leonardo Zino, técnico de Red Surcos.
Puntualmente en la zona núcleo, la soja de segunda viene de días de altas temperaturas. "Diez días de temperaturas extremas y escasas lluvias en la zona núcleo, ubicados entre el 4 y el 10 de marzo, generaron estrés hídrico en los cultivos, principalmente en lotes de segunda o de siembras tardías", dijo la Bolsa de Comercio de Rosario en su informe GEA. Y agregó: "Los lotes sufrieron importantes pérdidas de hojas y aborto de vainas, con mermas de rinde superiores al 50%".
En este contexto, el técnico Juan Juárez señaló que en el departamento Unión, Córdoba, la sequía de marzo afectó el potencial de la soja de segunda, con pérdidas de más del 50 por ciento.
Julio Lieutier, consultor en el norte bonaerense, destacó que allí la falta de agua en noviembre, diciembre y parte de enero fue el principal factor que marcó la campaña. "En la soja de primera, La Niña fue el principal factor, pero como el período crítico ocurrió casi terminando la falta de lluvias, sólo los lotes con un antecesor inadecuado o barbechos enmalezados o mal manejados sufrieron un mayor impacto", dijo.
El maíz fue el más afectado, aunque la situación no es igual según lotes y fechas de siembra. "En el maíz temprano, la sequía afectó el rinde. Las lluvias después del 15 de enero produjeron un efecto sobre el peso del grano y esto explica la variabilidad que empiezan a verse con el arranque de la cosecha", afirmó. "Los maíces tardíos escaparon al agujero negro de la falta de lluvias. No hubo helminthosporium como el año pasado, pero sí roya. Y es enorme el ataque de isoca de la espiga, con daños a cuantificar. La bibliografía habla de mermas de hasta cinco quintales", agregó.
En el noroeste bonaerense, según el consultor Gustavo Duarte, la soja sufrió excesos térmicos en floración y llenado de granos. Y puntualmente en la soja de segunda la falta de agua inicial generó pérdidas de plántulas y caídas en el rinde de 800 kilos.
Para Duarte, por el estrés hídrico en el período crítico en el maíz los lotes con menor aporte de agua están llegando con 3000 a 4000 kilos menos. En soja esa pérdida ronda los 1000 kilos. Por el lado del estrés térmico, en maíz se produjo una asincronía floral que provocó fallas en la formación de espigas y 1500 kilos de caída en el rendimiento.
En girasol, por la pérdida de plantas debido a la falta inicial de agua las mermas en el rinde ya rondan los 300 kilos.
Respecto de las enfermedades, el fitopatólogo Marcelo Carmona, de la Facultad de Agronomía de la UBA, dio detalles sobre la situación del maíz en los últimos tramos de la campaña. Señaló que se destacaron la roya común, que no necesita lluvias, y el carbón común, que se registró en forma muy frecuente en este ciclo.
En la actualidad, las pudriciones de espiga y tallo terminan marcando el escenario maicero. "Hubo bastante roya del maíz. Se fumigaron con fungicida muchos lotes", indicó, por su parte, el consultor Lieutier.
Para Carmona, en maíz, la roya tuvo un impacto de mediano a alto, en carbón común el impacto fue mediano y lo mismo fue para las pudriciones de raíz tallo y espiga.
En soja de primera, la ocurrencia de enfermedades fue tardía, pero golpearon. "Luego de las lluvias de febrero, la mancha marrón, cercóspora y la mancha ojo de rana (MOR) protagonizaron el escenario fúngico", expresó Carmona. "Las sojas de segunda, además de la MOR, sufrieron ataques de un ex hongo que genera el midiu, enfermedad que sorpresivamente y con la temperaturas nocturnas frescas de febrero colonizó gran parte de los lotes", agregó.
Para Carmona, para enfermedades de fin de ciclo se hicieron "controles oportunos y guiados por el monitoreo", pero donde no se pulverizó las pérdidas serían del 30%. Un dato: según el técnico, el hongo Phyllosticta sp (mancha foliar) creció en importancia en soja.
Los intensos calores se llevaron kilos de rinde y generaron, según Carmona, que en suelos heterogéneos haya manchones de plantas muertas, marchitas y secas.
"Varios manchones fueron provocados por especies de fusarium que causan la muerte súbita en la soja. En estos últimos días también aparecieron plantas muertas cuya senescencia fue acelerada por macrophomina, que se asocia a altas temperaturas y sequedad en los suelos", explicó.
Los insectosPara Daniel Igarzábal, consultor, en soja se hizo sentir la arañuela roja. "Pocos individuos por hoja ya eran suficientes para decidir tratamientos, pero la mayoría dejó pasar el ataque inicial y después fue tarde. Muchos quintales se perdieron", indicó.
Los trips también hicieron de las suyas. "La arañuela y los trips ocuparon la atención de técnicos y productores en toda el área sojera central de argentina", contó.
En Entre Ríos muchos lotes se secaron de una semana para la otra luego de días de alta temperatura con viento desecante. Según Igarzábal, de no haber ocurrido este fenómeno nadie se hubiera enterado del ataque de trips. "Han hecho un daño considerable", añadió Enrique Fernández, técnico en Entre Ríos para Red Surcos.
Según zonas, los trips le sacaron hasta 1000 kilos a la soja. La arañuela ya se llevó más de 500 kilos.
Según Igarzábal, en el centro norte del país hubo ataques de orugas medidoras. A nivel general, lo que queda de la campaña va a estar caracterizada, de acuerdo al técnico, por el ataque de orugas a las chauchas y granos, sobre todo anticarsia y la oruga bolillera.
Nota gentileza de LA NACIÓN.
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