¿Qué hacer con la reposición, si se recurre a cruzamientos para mejorar la producción?
“No hace brasa cualquier leña” “Contrapunteando”, del disco “Historias”, canción con texto y música de Mario Carrero, que canta el dúo Larbanois–Carrero ¿Vender o retener la reposición producto de cruzamientos? Retener la hembra cruza parece lógico, cuando el objetivo del cruzamiento es absorber; caso típico si se pretende mejorar la producción de lana (y en [...]
“No hace brasa cualquier leña”
“Contrapunteando”, del disco “Historias”, canción con texto y música de Mario Carrero, que canta el dúo Larbanois–Carrero
“Contrapunteando”, del disco “Historias”, canción con texto y música de Mario Carrero, que canta el dúo Larbanois–Carrero
¿Vender o retener la reposición producto de cruzamientos? Retener la hembra cruza parece lógico, cuando el objetivo del cruzamiento es absorber; caso típico si se pretende mejorar la producción de lana (y en particular la característica más importante, que, sin dudas, es el diámetro en el caso de las lanas para vestimenta). Mantenemos reparos respecto a la retención y posterior utilización de los medios hermanos machos aun en estos casos.
Sin embargo, para los casos en que se trata de mejorar en forma significativa la producción de carne y, salvo honrosas excepciones, el cruzamiento debería ser terminal para ambos sexos. Generalmente no se discute dicha aseveración cuando se piensa en los machos; es más, de hecho es el producto comercializable.
No obstante, en más de una oportunidad hemos visto (y se nos ha consultado al respecto) que las hembras producto del cruzamiento (si son de lana blanca) tienden a retenerse, particularmente si el rebaño es chico. Nuestra experiencia y el cúmulo de información generado en la EEMAC desde mediados de la década de los 90 nos permiten afirmar -con razonable grado de precisiónque, salvo que se trate de las razas Milchschaf o Finnish Landrace, no sólo no tiene sentido retener la reposición, sino que –además– se pierde plata.
En el transcurso de los 90 y principios de los 2000 desarrollamos un experimento de largo aliento cuyo objetivo central era estudiar el comportamiento (reproducción, carne, leche, lana y consumo de forraje) de las tres razas de lana blanca no tradicionales y disponibles en el país que podrían llegar a utilizarse (o al menos pensar en ellas) como madres F1 en sistemas carniceros. Las razas referidas, se insiste a fines de los 90, eran sólo tres: Île de France, Texel y Milchschaf. La base de comparación fue la oveja Corriedale pura, entre otras cosas por ser la raza dominante en el país.
Para poder evaluar dichas razas como madres, necesariamente, como resulta obvio, es imprescindible utilizar la misma raza paterna para todas, descartando carneros de las razas involucradas en la comparación. Por diferentes razones se eligió la raza carnicera Southdown. De más está decir que todas las demás variables –edad de la madre, carnero, alimentación, sanidad, manejo, etc.– resultaron idénticas (o corregidas estadísticamente) para los cuatro biotipos maternos en evaluación.
¿Cuál era la hipótesis principal? Pues que una de esas razas (con gran probabilidad de precoque lo fuera la Milchschaf, por sus antecedentes internacionales de excelente lechera y buena prolificidad) podría cumplir, no sólo con el requisito de presentar el mayor registro en la variable número de corderos destetados/ hembra encarnerada (producto de una alta prolificidad, pero también de una alta capacidad para criar los corderos engendrados), sino, además, con la restricción de no aumentar sus necesidades en la misma proporción que su mayor productividad (además del color blanco de su lana, conforme estas hembras, a diferencia de sus medios hermanos, permanecen en el rebaño al menos cinco años).
¿Qué ocurrió luego de evaluar tres generaciones en la EEMAC?
En el Cuadro 1 se resume parte de la información generada al respecto. Vale la pena señalar que toda la información referida a este trabajo fue financiada por el INIA. Los resultados no sólo confirman la hipótesis planteada respecto al Milchschaf, sino que además muestran claramente que, después de la raza lechera, ninguna de las otras dos razas carniceras supera estadísticamente al Corriedale puro como madre.
En el Cuadro 1 se resume parte de la información generada al respecto. Vale la pena señalar que toda la información referida a este trabajo fue financiada por el INIA. Los resultados no sólo confirman la hipótesis planteada respecto al Milchschaf, sino que además muestran claramente que, después de la raza lechera, ninguna de las otras dos razas carniceras supera estadísticamente al Corriedale puro como madre.
Vale decir que si bien tanto el Texel como el Île de France son excelente razas para usar como carneros en cruzamientos terminales (obviamente que superando al Corriedale puro y también al Milchschaf), no constituyen una alternativa económicamente rentable para utilizarlas como madres cruza, salvo que el objetivo sea absorber para generar un plantel puro por cruza y dedicarse a vender reproductores.
¿Por qué afirmamos esto? Porque ninguna de las dos supera la de por sí baja precocidad reproductiva del Corriedale. Tampoco en el indicador reproductivo global (% de destete), más allá de tendencias que no dejan de ser sólo eso. No obstante, tanto las madres cruza Île de France como Milchschaf resultan más pesadas que la oveja Corriedale pura, lo cual, a la hora de analizar los resultados en términos de consumo de forraje, claramente es perjudicial, traduciéndose en mayor consumo y, por ende, en la necesidad de más campo para criar la misma oveja.
Sin embargo, mientras la Milchschaf contrarresta su mayor consumo con más precocidad y bastante más corderos, la Île de France no lo hace y la Texel queda a mitad de camino, pero produciendo (al igual que cualquiera de las otras dos alternativas de madres cruza) menos cantidad de lana que la raza Corriedale pura.
La calidad no incide mayormente en estas razas, ya que todos los valores absolutos de diámetro son demasiado altos, con la excepción del Île de France. Raza que, además, presenta –de acuerdo a nuestros estudios– restricciones (comparando con las otras) para criar más de un cordero.
Más cerca en el tiempo, y de nuevo con la financiación del BID (fondos FPTA gerenciados por el INIA), realizamos otra experiencia similar, pero introduciendo en la comparación a la raza prolífica Finnish Landrace y contemplando como testigo al Merino Australiano, particularmente porque no sólo nos interesaba realizar este estudio en la mejor estación de servicio, como –sin dudas– es el otoño, sino también porque nos parecía que –de adaptarse a reproducirse en primavera– podría levantar la restricción más importante que tienen los servicios de noviembre: pocos corderos y ausencia de mellizos.
Por otro lado, podría convertirse en una ventaja, dado que la propia época oficiaría de “techo biológico” a una expresión quizás “desmedida” en cuanto al carácter mellicero (y aun trillicero, o más) que manifiesta la raza pura en el exterior.
Salvo el consumo de forraje (que por distintas razones, ajenas a nuestra voluntad, no se pudo medir directamente; aunque sí en forma indirecta), se estudiaron, también durante tres años, el desempeño reproductivo, lana y carne de los dos biotipos: Merino Australiano puro vs Finnish Landrace x Merino Australiano. De nuevo los carneros utilizados fueron de la misma raza para ambos biotipos maternos y se volvió a recurrir a carneros Southdown.
Precisamente en el Cuadro 2 se presenta un resumen de algunas variables evaluadas durante el período experimental de tres años, culminada recientemente su etapa de campo. Vale la pena señalar que, al menos en nuestro estudio, no fue posible cubrir las ovejas en primavera, conforme la baja actividad ovárica de las ovejas cruza Finnish Landrace, primero, y la falta de libido de los carneros Southdown, después. Sabido es que la estacionalidad es mucho menos marcada en carneros que en ovejas; sin embargo, existen reportes que señalan que dicha aseveración sólo es válida para las razas de lana o doble propósito.
Comentarios finales
En buen romance, así como el camino para el Corriedale es el cruzamiento con Dohne o la especialización en producción de carne, el Merino Australiano debería “apuntar” en forma masiva al superfino y, “lo que no dé la medida”, destinarlo a cruzamientos terminales, o a generar madres híbridas de lana media que produzcan muchos corderos.
En buen romance, así como el camino para el Corriedale es el cruzamiento con Dohne o la especialización en producción de carne, el Merino Australiano debería “apuntar” en forma masiva al superfino y, “lo que no dé la medida”, destinarlo a cruzamientos terminales, o a generar madres híbridas de lana media que produzcan muchos corderos.
Existen en el país sistemas más intensivos (particularmente aquellos que siempre compran la reposición, porque venden la unidad hembra cría al final del ciclo), dispuestos a pagar muy bien esas madres híbridas.
Nada dijimos de la opción de retener algunos (los mejores) medios hermanos machos, para que trabajen como carneros en otras majadas (sin ir más lejos, en Nueva Zelanda pueden observarse corderos que son, por ejemplo, 1/4 Finnish o Milchschaf, 1/4 Romney y 1/2 Texel).
Ciertamente, la heterosis paterna no ha sido tan estudiada como la materna y, aunque la bibliografía señala valores relativamente bajos de heterosis, puede resultar conveniente el uso de padres cruza para explotar los efectos aditivos de razas prolíficas.
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