El impacto de la sequía se empieza a reflejar en el mercado. En un juego de tire y afloje, entre la demanda y la oferta, el valor de la soja busca quedarse en los u$s300 la tonelada. El poco margen de la exportación es uno de los motivos por el cual el valor no supera su valor que quiere el productor para empezar a vender.
Hasta la semana pasada, la oleaginosa supo estar en el disponible en $6.300 la tonelada esto es u$s310 mientras que el contrato mayo se pago a u$s305. La mejora de 5 dólares generó negocios por casi 500.000 toneladas.
Pero ese plus ofrecido por la exportación parece que llego a su fin. Ahora la demanda entiende que ya es hora que se empalmen y presionan para eso.
Esto se puede observar ayer en donde se pagaba $6.100 con entrega al 31 de marzo. La baja es del 3,2 por ciento. Mientras que por la cosecha nueva se pactaba en u$s290.
Desde la corredora Pinelli y Asociados, su director Luciano Pinelli hay dos situaciones: “Una tiene que ver con el poco margen de las fábricas y otra es que la exportación sabe que si sale a ofrecer un mayor precio, éste cada vez se va a correr y el productor no venderá”.
Esto quiere decir que hoy el mercado espera los $6.400 para comercializar sus casi 10 millones de toneladas que aún tiene en el campo. Pero esto está lejos de verse, y más aún cuando “la posición mayo 2019 ya empieza a tener el mismo valor de este año, eso marca un piso de lo que está por venir”, dijo Pinelli.
Sin embargo también hay una incertidumbre por lo que vendrá. Y es que no sabe lo que va a cosechar. Una cosa es seguro: los rendimientos caerán.
Es decir que su capacidad de pago será mínima. No por algo las entidades del campo evalúan pedirle al Gobierno un mecanismo para prorrogar el pago de tarjetas de crédito a fines de junio por el lapso de un año.
Además también buscarán la posibilidad de que no se les cobre por retenciones a los afectados por la sequía. Pero fuentes oficiales lo ven prácticamente imposible, primero el alto costo fiscal y segundo, por lo inviable que sería su implementación.
Por lo pronto la situación de la falta de lluvias en el campo sigue dando que hablar.
Ayer la Bolsa de Cereales de Córdoba, señaló en un informe que el 45% de la superficie sembrada en esta provincia atraviesa su período “crítico” frente a un “estrés hídrico con posibles mermas en el rendimiento final”.
En el trabajo, la entidad expresó que la situación viene de la segunda quincena de febrero cuando se agravó el estado general de los cultivos debido a las escasas o nulas precipitaciones registradas en toda la provincia.
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