Para los analistas, una merma en el precio de las materias primas importadas, no significa que esa misma proporción le llegue a los consumidores finales. Experiencias, han dado cuenta de que los grandes beneficiados son los importadores y comerciantes. El agro queda en la mitad y es el gran desfavorecido
La reciente medida del Gobierno nacional de quitarle el arancel a productos agropecuarios (ajo, fríjol, lenteja y aceites vegetales) para frenar la galopante inflación, no ha encontrado eco en ningún sector del agro y mucho menos, en los analistas económicos del país.
Todos concluyen que esa reducción de precios nunca se trasladará al consumidor y sí se le amplia la renta, las ganancias, al importador o comercializador; y de paso, se le regala espacios del mercado interno a productos que en el peor de los casos estarán llegando al país a través del dumping.
De acuerdo con Aurelio Suárez Montoya, analista económico e ingeniero industrial de la Universidad de los Andes, la medida es a todas luces incoherente, máxime cuando a los renglones a los que les están quitando los aranceles, a excepción de los aceites vegetales, están siendo importados desde hace tiempo: Colombia está importando el 33% del fríjol, 50% del ajo y 100% de la lenteja.
En su concepto, lo que “hicieron fue quitar un costo fiscal, porque en general cuando ese tipo de productos se importan, ese bajo costo no se traslada al consumidor, pero sí lo que se hace es generarle una utilidad mayor al importador”.
Suárez Montoya expresó que en el caso de los aceites vegetales, la situación es mucho más delicada, porque esa industria fundamentalmente en Colombia atiende su propio mercado (autosuficiente) y lo que ocurre al bajar los aranceles a los aceites vegetales en aras del consumidor, es “apoyar el dumping de esos aceites vegetales, sobretodo de EE.UU y que son base de soya, girasol y canola. Lo que se va a hacer, vía dumping, es entregarle el mercado a nacional de los aceites vegetales”, agregó.
Para el analista, Colombia con ese tipo de disposiciones no está pensando en los consumidores, sino adecuando su sistema arancelario a los compromisos que tiene adquiridos en los Tratados de Libre Comercio, TLC, y en lo que eventualmente tiene que adherirse como el acuerdo Transpacífico.
“Al bajar los aranceles a los aceites vegetales, se puede trasladar a Transpacífico y de paso beneficiará a Malasia, que en el acuerdo es el más beneficiado”, agregó.
Al referirse al fríjol, dijo que la porción que se produce en Colombia es de economía campesina, porque en el país no existe explotación industrial.
“En este caso es un atentado contra los campesinos más pobres del país, como por ejemplo, los que trabajan con ese grano en Antioquia y Santander. Y en aceites vegetales, Colombia es autosuficiente, y lo que se va a hacer es permitir el ingreso a excedentes de aceites de soya, canola y girasol en detrimento de la producción nacional”, sentenció.
Apertura hacia adentro
Según el consultor privado Mauricio Cabrera Galvis, la incidencia de los productos (a los que se les bajó el arancel) sobre la variación de la inflación es mínima, pues son otros los de mayor peso como por ejemplo, cereales, hortalizas, frutas y carne.
Según Cabrera Galvis, es un error pretender “resolver problemas coyunturales y transitorios (como la inflación causada por ‘El Niño’ y la devaluación del peso) con medidas estructurales y de impacto en el largo plazo, como la reducción de aranceles”.
Estimó, en una reciente columna de opinión, que la baja del costo de la materia prima importada no es garantía para en esa misma proporción se baje el precio al consumidor, “ya que lo que puede suceder es que aumenten las utilidades de la industria procesadora”.
Para el caso de los agricultores nacionales esa medida trae inmerso un contrasentido, pues no solo verán reducidos sus ingresos en cuantías importantes, sino que desestimula las nuevas siembras como las que les propuso ‘Colombia Siembra’.
“Sería correcto tener un arancel flexible que compense el impacto de la tasa de cambio sobre los precios de los productos importados”, estimó el consultor.
Cabrera Galvis consideró que existe sesgos parcializados frente a la preocupación por la inflación: “se propone bajar aranceles, pero se insiste en subir el IVA para toda la canasta familiar”.
Una baja incidencia
De acuerdo con un estudio efectuado por el gremio palmero, la incidencia de los aceites en la inflación (frente a la medida del Gobierno de quitar los aranceles), literalmente, es nula.
De acuerdo con León Darío Uribe, directivo gremial y gerente de una compañía palmera en el Magdalena Medio, en febrero la inflación fue de 1.28% y de esa incidencia los aceites vegetales aportaron el 0.03%.
“Lo que pasa es que hubo lobby de los industriales de la grasa y como este Gobierno es tan político, tomó decisiones de ese calibre. Esa rebaja no le llegará al consumidor, se quedará en el industrial y supermercados”, agregó.
Para el directivo, la decisión del Gobierno es totalmente política y no se detuvo un instante a mirar que el cultivo de palma se encuentra en las zonas marginales de Colombia, que es el único motor de desarrollo en muchas regiones del país, que genera empleo formal, y que atraviesa y afronta el problema fitosanitario más fuerte del país.
“Duramos una década muy golpeados por la devaluación del peso y ahora, que tomamos un fresquito, vienen y nos tumban el arancel, medida excesiva e innecesaria, si se tiene en cuenta que dentro de la inflación total ni siquiera tenemos relevancia”, agregó.
Mercado en bandeja de plata
Para Andrés Valencia Pinzón, director Ejecutivo de la Federación Nacional de Avicultores, Fenavi, y economista de la Universidad de los Andes, reducir a cero los aranceles de importación para algunos productos agropecuarios con el fin de torcerle el cuello a la inflación, es una determinación que tendrá un efecto antiinflacionario nulo.
En concepto del especialista, el “espiral inflacionario que se viene presentando por cuenta de la devaluación del peso”, no se detendrá dejando en cero el arancel para el ajo, por ejemplo.
“Me imagino la compleja discusión de orden técnico frente a la eliminación de los aranceles al ajo, un producto que no aparece individualizado en el IPC y cuya ponderación dentro la inflación es desconocida. Como igual de desconocido será el efecto antiinflacionario de dicha medida, el cual me atrevo a suponer será nulo”, agregó en su editorial.
Valencia Pinzón dijo que en Comité Triple A, se contempló quitarle el arancel de protección a la carne de pollo, aduciendo precio alto, los cuales han estado por debajo de la inflación y no es ocasionado por un déficit de oferta del producto final.
En concepto del especialista, se pretendía bajar el precio del pollo, abriéndole en bandeja de plata una parte del mercado a los brasileros, los mayores productores del mundo de ese producto.
Se pretendía castigar la generación de valor nacional, en pos de lo importado, tal y como acontecerá con el sector palmero, gremio que fue cobijado con dicha medida
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.