ESPAÑA : La directora del instituto que otorga esa acreditación asegura que el turismo y la hostelería de Murcia pierden mercado por no adaptarse a los clientes musulmanes. «Por la ciudad pasan cada año millones de personas de camino al Magreb que se van sin pena ni gloria»; no hay ni restaurantes ni hoteles ‘Muslim-Friendly’
En España hay 300 empresas de bienes y servicios con certificación Halal, una marca de garantía que acredita la adecuación de productos y establecimientos a los estándares Halal, es decir, que son aptos para el consumo de los musulmanes. La Región, con 19, es la tercera comunidad española con mayor número de certificaciones, la mayoría relacionadas con la producción de alimentos: mataderos -entre ellos Mercamurcia-, procesados cárnicos, dulces y bebidas desalcoholizadas.
DE INTERÉS
¿Qué es halal? Todos los alimentos son Halal (saludables), exceptuando aquellos prohibidos por la Sharia, como el cerdo y los animales sacrificados incorrectamente.
Certificación. El proceso de certificación garantiza la trazabilidad completa de la cadena de producción, y no solo cubre la verificación de los ingredientes, sino el proceso de producción, la higiene, la manipulación, los materiales de embalaje, el almacenamiento, los transportes y la distribución.
Profesionales cualificados. Auditores, veterinarios, economistas, tecnólogos de la alimentación y expertos en la Sharia integran el equipo de certificación Halal.
Potenciales clientes. El certificado Halal permite acceder a un mercado de 57 países emergentes y a más de 1.700 millones de potenciales clientes en el mundo. Dos millones de ciudadanos musulmanes residen en España y hay dos millones de turistas musulmanes cada año que visitan nuestro país que utilizan la marca Halal.
La directora del Instituto Halal, Mariam Isabel Romero, que es también presidenta de la Junta Islámica de España y vicepresidenta de la Plataforma Ciudadana contra la Islamofobia, participó ayer en la Escuela de Hostelería y Turismo de La Flota, en un seminario organizado por el Campus Mare Nostrum y Norvamed para dar a conocer los beneficios de esta certificación Halal, que permite acceder a un mercado potencial «gigantesco» de 1.700 millones de clientes, «un cuarto de la humanidad», para los que el consumo de cerdo, e incluso la manipulación, está prohibido. Para 2030 se estima que habrá 220 millones, por lo que este distintivo reconocido a nivel mundial es un trampolín para que las empresas murcianas puedan acceder a los mercados de 57 países emergentes. No solo se aplica al sector de la alimentación, sino a otros segmentos como hoteles, restaurantes y laboratorios.
«La principal dificultad la encontramos en los productos elaborados, porque España es productora neta de porcino, y para las exportaciones tiene que haber una línea de producción separada, diferente, no puede haber riesgo de contaminación cruzada de cerdo», aclara Romero, que asegura que muchas de las primeras empresas certificadas que arrancaron en 2010 con la crisis económica han podido crecer gracias a este posicionamiento en el mercado como ‘Muslim-Friendly’ (amigo de los musulmanes). «En cordero y caprino han pasado de facturar 300.000 euros a facturar 3 millones, y eso es un crecimiento muy importante. Hay que apostar por ello, no andarse en aguas tibias, hay que trabajarse el mercado, hacer ‘marketing’ y conocer al cliente porque no es igual un árabe que un asiático o un sudafricano. Estamos en todas las ferias internacionales».
Tienen prohibido el consumo de cerdo y los procesos de producción deben tener una línea diferenciada
La directora del Instituto Halal, musulmana conversa, señala que el desconocimiento y los prejuicios son las principales barreras que encuentran a la hora de convencer a las empresarios de que consideren que el certificado Halal es una oportunidad: «Esta marca solo trae beneficios».
Romero insiste en la posición geográfica privilegiada de Murcia, ya que cada año viajan desde otros países de Europa hasta el Magreb alrededor de 6 millones de turistas musulmanes, que tradicionalmente se consideraban gente de paso durante el Ramadán o en periodos de vacaciones, pero que cada vez aprovechan esos viajes por carretera para hacer turismo en las ciudades españolas que atraviesan. En este sentido, lamenta que todavía no haya en Murcia ni un hotel ni un restaurante con esta garantía.
«Es terrible, porque viene el cliente y no tienen donde ir», lamenta. «Ganarían clientes y volumen de negocio. La gente se harta de comer ensalada y pescado a la plancha, pero tienen miedo de comer otra cosa porque las freidoras no están separadas y hay riesgo de contaminación. Lo que está pasando es que se esta perdiendo cuota de negocio, y eso no se lo puede permitir una ciudad como Murcia, que tiene un alto nivel de población musulmana y está en un lugar de tránsito de millones de personas que van y vienen del Magreb a Europa, y se van sin pena ni gloria. Habría que ofrecerles otras oportunidades, porque ahora quieren sentarse en los restaurantes con su familia, y comer paella, pero Halal. El consumidor lo identifica, tanto en la calidad del producto como en la elaboración. No es lo mismo una cecina de León Halal que una mortadela, con todos mis respetos. Ser Halal supone una mejora de la calidad».
Supermercados de barrio
Ni siquiera las grandes cadenas de distribución se han adaptado a estos clientes musulmanes. «En España hay todavía una cierta timidez, se piensa que por tener clientes musulmanes pierden al resto de consumidores, pero es un error, porque tenemos los mismos hábitos, y pierden una opción de tener una fidelización. Ahora se empiezan a interesar las cadenas en barrios con mayor concentración de ciudadanía musulmana. Ahora ya encontramos algo de carne fresca o algún embutido, por ejemplo la leche de soja de Pascual está certificada, y una docena de productos de Conservas Isabel. Pero aún no están diferenciados».
La Junta Islámica tiene una trayectoria de 26 años trabajando por la normalización de la diversidad religiosa: «Se hizo una transición política en España, pero nos falta una en materia de diversidad. Eso nos va a ayudar a construir un futuro común. Las sociedades son plurales, somos de muchos orígenes y formas de vida, y ni unos ni otros podemos vernos como seres diferentes». Respecto a la Plataforma contra la Islamofobia, incide en que la sociedad española es muy sensata: «Ya tuvo que aprender a diferenciar entre vascos y terroristas, y un musulmán no es un terrorista. Esa visión causa mucho daño, abre la brecha de que somos diferentes. Es verdad que hay ideologías y políticas de Estado distintas, pero el discurso del odio y del rechazo al otro no se puede tolerar aprovechando un contexto de crisis. Eso es muy grave porque se aprovechan unos y otros y eso es lo que ayudamos a combatir. La sociedad que tiene que venir tenemos que construirla sin exclusiones, entre todos».
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.