lunes, 2 de febrero de 2015

CHILE: El viñatero que apostó por las tunas en Casablanca


CHILE : Jorge Morandé ya tiene siete hectáreas de la fruta en el valle costero, famoso por sus vinos blancos. El clima más fresco le permite lograr altos precios, en un rubro en que la demanda supera a la oferta.
La primera vez que el agrónomo Jorge Morandé se aventuró con el cultivo de tunas fue en Cauquenes, en la Región del Maule. Era una zona relativamente barata para poder plantar y necesitaba diversificar su oferta agrícola, que consistía principalmente en 170 hectáreas de uva vinífera en Casablanca, que fue adquiriendo con familiares desde 1983.
En la Región del Maule partió con cinco hectáreas de tunas, en 2009. Le atrajo de esa fruta que el mercado era más interesante de lo que se podría pensar a simple vista.
“Me dí cuenta que la oferta era poca y la gente buscaba mucho ese producto. No solo porque es muy agradable y fresco para el verano, sino porque tiene mucílago, que protege el estómago. Es ideal para la gente que tiene tendencia a las úlceras”, detalla el agricultor.
Morandé explica que la producción nacional de tunas se ha mantenido alrededor de las 1.500 hectáreas plantadas, principalmente en lugares como Rapel o Tiltil.
Según la experiencia de Morandé, dependiendo de la cantidad de riego que se les pueda dar a las plantas, cada hectárea produce entre 15 mil y 25 mil kilos de tunas al quinto año de plantadas.
“Es un negocio bastante rentable cuando las plantas están en plena producción”, reconoce el agrónomo de la Universidad Católica.
Eso sí aclara que las plantaciones de tuna roja, que en Europa se consumen mucho por lo atractivo de su color, no le dieron buenos resultados acá.


Diversificar Casablanca
Dado que les fue tan bien con su producción en Cauquenes, que se extiende desde febrero a abril, Jorge Morandé decidió dar un salto en producción. En 2010 destinó una de las hectáreas familiares en Casablanca, en la Región de Valparaíso, a plantar más tunas.
Ahora Morandé tiene siete hectáreas en ese valle costero. Un emprendimiento no menor considerando que es una zona de alto valor, y reconocida como uno de los epicentros de la viticultura en el país, especialmente en cepajes blancos.
¿Por qué introducir tunas en un valle famoso por sus vinos?
“El negocio de estas frutas es bastante bueno. Además, ¿qué se puede poner en Casablanca que no sea viña, cuando estamos sobresaturados de parras? Hay una oferta mucho mayor a la demanda. Por eso busqué un cultivo que fuera rentable”, afirma.
El valle costero, gracias a la influencia del gélido Océano Pacífico, tiene una ventaja adicional para la producción de tunas, pues su ventana de cosecha es más tardía que en los cálidos valles interiores.
“Nuestras tunas salen a partir de mediados de marzo, que es cuando los precios repuntan en el mercado”, afirma.
De hecho, están intentando tener producción en invierno, pero han advertido que las plantas producen hasta 40% menos en ese período.
Además, una gran ventaja de las plantas de tunas es que pueden pasar hasta un año sin riego, sin que sufran mayores daños.
“Puede bajar el nivel de producción, pero en el contexto actual, una menor necesidad de agua es algo muy bueno. Sobre todo en Casablanca, donde el agua no solo es escasa sino que también cara”, señala Morandé.
Otra de las ventajas de las tunas es que una vez cosechada puede durar un mes sin que se eche a perder si está con cáscara o casi 20 días si fue pelada.
Aún más interesante es que la venta ha caminado en forma expedita. Con las tunas que ya produce logró un contrato con una cadena de supermercado y consiguen hasta $600 por kilo. Eso sí, también comercializa en Lo Valledor y en la Vega Central de Santiago.


La cosecha es solo manual
El productor de tunas advierte, eso sí, que como especie también tiene sus desventajas. Por un lado los frutos no maduran de forma uniforme y la planta tiene muchas espinas, por lo que no se puede cosechar de forma mecanizada.
“Sin embargo, el trabajo es relativamente sencillo y existen todos los mecanismos de seguridad para los trabajadores. Por ejemplo, hay rodillos para limpiar las espinas. En un día un trabajador pueden cosechar hasta mil kilos por hectárea”, sostiene el agrónomo.
Morandé le tiene tanta fe al cultivo, que afirma que cuando las nuevas plantaciones entren en plena producción, en dos años más, seguirá creciendo en superficie.
A diferencia de otras frutas, cree que en el caso de las tunas, el horizonte está en el mercado interno, más que en la exportación.
De hecho, a nivel internacional, comenta Morandé, es poco lo que se exporta. Actualmente el líder es México, que vende parte de su fruta a Estados Unidos, aunque la mayoría la consumen a nivel interno, junto con las paletas de la planta para los famosos nopalitos, que se comen fritos o con ensalada.
“Hay ciertas cosas que se podrían mejorar para incentivar el consumo y hacer que este negocio crezca más rápido, como venderlas peladas por el tema de las espinas. En realidad, es un fruto bastante fácil de pelar, pero hay que aprender a hacerlo”, sostiene el agricultor.


 Partió con espárragos
Jorge Morandé reconoce que siempre buscó nuevos productos agrícolas. De hecho, apenas compró tierras en Casablanca, se resistió a plantar solo parras. En ese valle puso duraznos, uva de mesa e incluso espárragos. Este último cultivo, para su sorpresa, fue el que le permitió dar un gran salto como agricultor.
“Llegamos a producir el 10% de los espárragos que el país exportaba a Estados Unidos, vendiendo a US$ 45 la caja. Alcanzamos a tener 40 hectáreas, hasta que Perú se consolidó como el líder, por las facilidades que tiene para sacar dos cosechas en el año”, cuenta Morandé

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