lunes, 2 de febrero de 2015

CHILE: Cómo sacarle provecho al potencial bovino de Aysén


CHILE : Es una zona que ofrece condiciones muy favorables para el desarrollo de este sector, pero la falta de una planta faenadora en la región, la alta estacionalidad de la producción, los problemas de conectividad y el nulo desarrollo de una marca de identidad de la región son tareas pendientes para dar un salto productivo.
Si Chile es reconocido a nivel mundial como una isla en materia fitosanitaria, la Región de Aysén vendría a ser una isla dentro de la isla, ya que posee condiciones geográficas y climáticas aún más ventajosas para el sector agrícola, sobre todo para el desarrollo de la ganadería bovina.
De hecho, es una zona que ha sido líder en materia de trazabilidad animal, ya que hace algunos años fue piloto en la implementación de los sistemas para exportar carne del Servicio Agrícola y Ganadero, SAG. Las razones estuvieron en su aislación del resto de la producción del país y en la alimentación de pradera de los animales, entre otros factores. De hecho, varios ganaderos de la zona se enfocaron a producir carne de exportación certificada como natural, antes de que se generaran los problemas en el Sistema de Información Pecuaria (Sipec) que congelaron los envíos de carne al exterior.
Los productores de la zona también destacan que el ganado bovino de Aysén tiene una baja contaminación genética con razas lecheras, ya que el 99% es para producción de carne, lo que los beneficia en la calidad del producto final.
Sin embargo, a pesar de estas condiciones y de la disponibilidad de praderas aptas para la producción de la región, en los últimos seis años la masa ganadera ha disminuido 28%, pasando de 199.284 cabezas en 2007 a un total de 144.037 al cierre de 2013, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Odepa.
Más allá de los vaivenes de los precios en los mercados, son factores locales los que explican la caída en el volumen. Uno de los principales es la falta de una planta faenadora que les evite transportar a los animales vivos en camiones hasta Osorno. A eso se suma la alta estacionalidad de la producción, que se traduce en precios bajos para los productores y en una competencia por acceder a los servicios de flete. También complica la inexistencia de una marca regional o sello de calidad que informe a los consumidores de las características especiales de sanidad y calidad de la carne de Aysén.
Esos elementos, que se vislumbran al mismo tiempo como los principales desafíos para la ganadería de la región, son los que tienen a los productores con una mirada gris sobre el panorama para el corto y mediano plazo. Un escenario que podría comenzar a cambiar si se construye la anhelada planta faenadora, un proyecto que el actual Gobierno tiene en carpeta como parte del plan de desarrollo de las zonas extremas del país.


Faenar en casa
La idea de contar con una planta faenadora de carne bovina, un matadero, viene dando vueltas desde hace más de 50 años en Aysén. Al conversar con cualquier ganadero o alguien cercano al sector agrícola de la región el tema salta inmediatamente.
Sin embargo, el proyecto nunca ha logrado concretarse y es visto como el mayor cuello de botella del sector ganadero. El punto más cercano para ver concretado el viejo anhelo ocurrió en 2009, cuando el grupo Pérez Companc incluso llegó a construir los cimientos de una planta que implicaba una inversión de US$ 17 millones y que se suspendió debido a la crisis económica internacional.
Y el próximo paso que hace soñar a los ayseninos es el anuncio de la evaluación del proyecto para construir el matadero como parte del Plan de Desarrollo de Zonas Extremas del actual Gobierno, que fue anunciado en junio y lo considera como uno de los puntos claves para la XI Región.
“Cuando hay una planta local se puede generar un montón de modalidades de comercialización, como lo hacen las plantas lecheras, lo que facilita que los productores puedan romper la estacionalidad. Eso es algo que está comprobado y creo que la planta sería un gran incentivo”, asegura el ex presidente y director de la Organización Agrícola y Ganadera Austral (Ogana), Marcos Peede.
Una visión similar tiene el productor Sergio de Amesti, quien dice estar entusiasmado con que el proyecto pueda plantearse en los términos que ha propuesto el Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet. Pese a eso, advierte que el sector público debe asegurar que la planta cumpla con los requerimientos técnicos del sector y tenga un modelo de negocio que funcione de acuerdo con las características de Aysén.
“Ya hemos tenido experiencias negativas en cuanto a elefantes blancos, de los cuales la comunidad después no recibe prácticamente ningún beneficio, por lo que creo que quien se presente (para construirla y operarla) debe cumplir con un cierto protocolo u objetivos del Gobierno que permitan generar la fluidez que la producción local hoy no tiene”, plantea.
Hasta ahora, el gobierno regional -a través de la Seremi de Agricultura- está realizando un estudio para evaluar el potencial productivo y comercial de la ganadería regional, con la idea de establecer un modelo de negocio de articulación vertical en la cadena de la carne, para establecer un modelo económico, de gestión y administración para la planta faenadora.
Sin embargo, el seremi de Agricultura, Horacio Velásquez , no se aventura con tamaños de la planta, montos de inversión ni plazos por ahora, aunque adelanta que la entrega del análisis que están realizando debe concluir este año. “Todo va a depender de ese estudio, que nos va a dar las distintas alternativas, y a partir de eso lo vamos a consensuar de forma transparente y en conjunto con los agricultores”, afirma.


Tareas pendientes
Si tener un matadero es el gran sueño de los ganaderos de Aysén, la principal valla que deben saltar para que el negocio de faenar la carne sea rentable durante la mayor parte del año es romper la alta estacionalidad que hoy tiene la producción. Actualmente, la venta de terneros y de novillos gordos se concentra entre abril y junio, traduciéndose en precios más bajos y en una verdadera batalla por conseguir transporte para llevar los animales a la X Región.
“La estacionalidad se da por varios factores, entre ellos la curva natural de crecimiento de los pastos y el que la comercialización no dé un estímulo para hacer otra cosa, por lo que se produce un círculo vicioso… No vamos a entrar nunca en un círculo virtuoso mientras algo no rompa esta estacionalidad, como la existencia de una planta faenadora local”, asegura Marcos Peede.
Sin embargo, Sergio de Amesti cree que se ha avanzado en los últimos años, mediante la recuperación de las praderas, aunque quedan tareas pendientes que se deberían estimular mediante los precios. “La iniciativa privada responde muy bien a los estímulos económicos, por lo que si preguntas quiénes estarían dispuestos a producir a un valor de $2.200 la vara, pero entregando en invierno, muchos van a sacar sus cuentas y lo van a hacer, pero debe ser vía precios”, propone.
Otro aspecto relevante es optimizar los costos y la oportunidad que ofrecería para ello el matadero local. Como productor a cargo del área de reproducción y crianza de la empresa familiar donde maneja alrededor de mil vacas madre, Marcos Peede comenta que para enviar al matadero a los animales necesita reunir a lo menos cuarenta cabezas, ya que es la cantidad que cabe en un traslado con camión y carro hacia la Región de Los Lagos, donde están las plantas más cercanas. Esos animales están listos, en términos de peso, en distintas semanas, por lo que para completar la carga requiere de cerca de un mes de preparación.
Además, detalla que serían más eficientes los costos, ya que trasladar un animal de 500 kilos les cuesta alrededor de $50 mil para llegar a Osorno, pero esto incluye contenido intestinal, sangre y otros kilos que debieran quedarse en la región. “Nosotros deberíamos estar llevando cajas con carne selladas, con una certificación”, plantea.
Marcos Peede explica que los costos adicionales e ineficiencias del negocio también se notan en el ámbito productivo, en el campo, porque deben seguir alimentando a los primeros diez o cinco animales que están listos, en vez de empezar a engordar a otros con esos recursos. “Si existiera la planta en Aysén podría faenar diez o cinco animales a medida que los voy sacando, y así hacer mucho más eficiente la producción”, detalla.
Uno de los puntos pendientes a nivel regional, tanto de los privados como del sector público, es resaltar las cualidades naturales que tiene Aysén para la producción de carne, a través de algún sello o distintivo que informe a los consumidores. Si bien el seremi Horacio Velásquez asegura que ya está funcionando un programa para desarrollar una marca regional, para lo cual están intentando obtener la marca Calidad Aysén Patagonia Chile, los productores ganaderos afirman que no es algo que esté operativo para la carne, aunque reconocen que les podría traer beneficios en el mediano y largo plazo.

$50.000
cuesta trasladar un animal de 500 kilos desde Aysén a Osorno
28%
disminuyó la masa ganadera en la XI Región entre 2007 y 2013, según el INE y Odepa

99%
de los animales de la región están orientados a la producción de carne, lo que beneficia la calidad final

 El SIPEC, la gran piedra de tope
Más allá de las ventajas que traería la construcción de un matadero regional, los ganaderos ayseninos coinciden en que la complejidad y poca eficiencia del SIPEC es, tal vez, el mayor problema que tienen como sector, ya que el volumen de la producción local y sus características de sanidad y calidad la hacen ideal para exportarla fuera del Mercosur. Algo para lo cual no hay productores habilitados en este momento, de acuerdo con los datos de Odepa.
“El problema con la trazabilidad del ganado es clave para acceder a los mercados que pagan más. Si bien es un problema nacional, a nosotros nos golpea con más fuerza, porque fuimos una región piloto por mucho tiempo en este tema y habíamos avanzado un montón en inversiones para la habilitación de predios como Pabco A, pero muchos hemos tenido que ir volviendo a las prácticas antiguas”, reclama Sergio de Amesti.
El productor insiste en que todos están disconformes con el lento avance de la instalación de un sistema que sea amigable y funcione adecuadamente. “Optamos por el camino más engorroso, pensando que a largo plazo nos iba a generar retribuciones, pero hemos tenido que volver al sistema tradicional ya que el sistema está fallando a nivel del SAG”, concluye De Amesti.

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