viernes, 23 de junio de 2017

El Silicon Valley apuesta a las cadenas agrointeligentes


La mayor compra de la historia de Amazon apunta a la empresa Whole Foods, que comercializa frutas y verduras.
Da la impresión que en Uruguay al sector de agricultura y alimentos orgánicos no se lo tomara muy en serio. Generalmente es visto como un sector “hippie”, un sistema de producción artesanal, imposible de realizar en escalas relevantes. Pero en muchas partes del mundo es tendencia.
Por ejemplo en el Silicon Valley y en las zonas “hippies” de la próspera California, donde casi no se consumen frutas y verduras que no tengan garantías de ausencia de residuos en el producto e inclusive de su uso durante el proceso de producción.
Aunque sus productos son decididamente caros, la clase media culta de muchos estados de EEUU elige los productos de Whole Foods que necesariamente deben cumplir los estándares que los califiquen como orgánicos.
Y la semana pasada ese crecimiento de lo orgánico tuvo un hito que posiblemente cambie al sector alimentos para siempre: Amazon, la empresa que empezó como librería y es actualmente un gigante de las ventas minoristas por Internet, compró este 16 de junio a Whole Foods en US$ 13.700 millones, cash, pagando US$ 42 por acción, 27% más del valor de cierre del día anterior.
Whole Foods fue fundada en Austin, Texas, en 1978 bajo el nombre “Safer way”, denominación que era una burla a la empresa Safeway. Ha crecido en base a sus patrones de calidad y sus requerimientos éticos a lo largo del proceso productivo, pero no sin antes pasar por momentos de zozobra.
Es el típico caso de emprendimiento estadounidense surgido de un garaje, del que tuvieron que salir los muchachos fundadores por no tener habilitación para almacenar alimentos. En 1980 Safer way adoptó el nombre Whole Foods tras fusionarse con otra verdulería.Un año después casi desaparece cuando una inundación sin precedentes en Austin les arruinó las heladeras y la mercadería, pero sobrevivieron y se expandieron por EEUU, ingresando también en el Reino Unido en 2004.
Aunque su especialidad son frutas y verduras certificadas, la empresa vende todo tipo de alimentos.
“La carne seguirá proviniendo de animales engordados sin aditivos ni hormonas, siempre. Esos estándares son el corazón de Whole Foods Market y seguiremos apegados a ellos. Los sabores, colorantes, conservantes y edulcorantes artificiales o las grasas hidrogenadas jamás estarán presentes en los alimentos que vendemos”, aclaró la empresa una vez concretada la venta. No venden huevos producidos por gallinas enjauladas ni paté de foi por los criterios de bienestar animal aplicados a los proveedores.
La noticia, que conmocionó por varias razones a Wall Street y los portales empresariales de Estados Unidos, llega en un momento en el que se anuncia que en Uruguay se tirarán millones de kilos de manzana porque la cosecha fue muy buena y supera a la demanda y también en un momento en el que se anuncia un ajuste en la plantilla laboral de Tienda Inglesa, uno de los supermercados emblemáticos del país.
En Uruguay el consumo de frutas y verduras no crece y para la venta en supermercados esta operación puede marcar el comienzo de una revolución. Amazon apuesta a hacerse cada vez más fuerte en la venta de productos real, aterrizando desde Internet, pero apostando a un cambio radical en el comercio minorista: los consumidores simplemente entrarán y se llevarán las cosas sin pasar por caja, porque no habrá más cajas.
Apuesta a ganarle la competencia a las grandes cadenas de venta minorista de Estados Unidos, como Walmart, y para eso apuesta a valores y tecnología. Whole Foods tiene por ahora sólo el 1,2% del mercado de alimentos, muy por detrás de Walmart con el 14,5%, pero la batalla entre Amazon la innovadora y Walmart la tradicional es vista por muchos analistas como la gran competencia que redefinirá la lógica del comercio.
Por eso es importante que un gigante valuado en US$ 470 mil millones haya comprado Whole Foods, que es mucho más pequeña pero funciona con 450 locales de venta de alimentos. De hecho es por su monto la mayor adquisición realizada por Amazon, la empresa de Jeff Bezos.
Whole Foods mantiene la marca, a la que Bezos dijo sus clientes “aman” por la calidad de su oferta.

Reacciones en el mercado

La operación fue bienvenida por el mercado. Al conocerse la noticia, los títulos de Whole Foods se apreciaron un 27%. Amazon, subió 3%. Hay expectativa de que esta compra vaya a cambiar todas las reglas de la distribución de alimentos. Ese mismo día las acciones de cadenas de venta similares a Whole Foods, como Supervalue y Kroger, cayeron en el entorno de 15%.
Lo que se viene es una intolerancia cada vez mayor a residuos químicos, a maltrato animal, a productos de los que no se conoce quien los generó y cómo fue el proceso productivo.
Agregado de valor por la información sobre el origen del durazno, la manzana o el pulpón. Y toda la comodidad del mundo para el consumidor: se entra, se toman los productos y se sale. Pronto. Los cajeros y cajeras, y aún los aparatos que empiezan a aparecer para que el propio cliente se haga su cuenta, parecen tener un final a la vista. El celular con una aplicación da la información, hace la factura y cobra. Cada vez que entramos a un comercio, las cámaras y la internet de las cosas detectará lo que compramos, lo debitarán de la cuenta del cliente en Amazon y comprar será simplemente entrar agarrar los bienes y salir, sin intermediación humana. Esa es la apuesta de Amazon, a través de su servicio Amazon Go.
Si eso es futurista, la oferta de Whole Foods es en cierto sentido retro. Prefieren las huertas tradicionales y en el caso de la carne, lamentablemente para Uruguay, no aceptan la proveniente de animales vacunados contra la aftosa, al tiempo que ponen fuerte énfasis en el bienestar animal.
La compañía nacida en Texas se hizo un lugar en los alimentos de más alto precio exigiendo certificación de producción orgánica o natural y permitiendo que los consumidores sepan quién es el granjero que generó los productos. La lógica de la trazabilidad y los códigos de celulares que permiten obtener información. En algunos de sus mercados ha instalado restaurantes al estilo del Mercado Agrícola de Montevideo.
Aunque no venden exclusivamente productos orgánicos, tienen en su oferta 30.000 productos orgánicos y 13.500 certificados como no transgénicos (no se cierran a vender transgénicos, pero tienen una política de informar a los consumidores al respecto).
La empresa está comprometida a adquirir productos de productores locales a los que debe pagar un precio justo, lo que está regido por un sistema llamado Whole Trade Guarantee, que certifica las prácticas productivas, los pagos salariales adecuados y las condiciones apropiadas de todos los trabajadores.
Tiene un compromiso ambiental fuerte, no usa plásticos y ha firmado un convenio con la empresa Solar City de Elon Musk para instalar techos solares en 100 de sus locales. Fue el primer supermercado en eliminar las bolsas de nylon en Estados Unidos, lo que sucedió en 2008.
El sistema de Amazon para compras minoristas concita críticas y hay quienes creen que el costo de programación del sistema Amazon Go lo hace poco viable.
En las pruebas que empezaron este año, en Seattle, el sistema no resistió más de 20 clientes comprando a la vez.
Una movida que obliga a pensar si Uruguay que apuesta a ser un país natural y agrointeligente no tiene que mirar con más atención como desarrollar una agricultura y un sector de frutas y verduras en las que entren con más fuerza algunas de las lógicas de la carne como la trazabilidad, la información del granjero y las lógicas “never ever” que certifican la ausencia de determinadas prácticas.
Eso si, en Whole Foods no se admite la formación de sindicatos. Sus fundadores, de ideología libertaria, entienden que los sindicatos promueven enfrentamientos entre la empresa y los trabajadores y por lo tanto hasta ahora no han dejado prosperar los intentos de sindicalización.
Amazon
Amazon tomó una decisión que puede marcar un antes y un después en la comercialización de alimentos.
Amazon tomó una decisión que puede marcar un antes y un después en la comercialización de alimentos.

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